El porcentaje de las ventas que se verían afectadas por la disminución en dos horas de operación de tiendas de retail
Expertos dicen que a raíz de estallido social el cliente ha cambiado sus hábitos de compra. Antes el 50% se concentraban después de las 17 horas y ahora es antes de las 15 horas.
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Más allá de reforzar la seguridad de algunos de los locales, el estallido social abrió una ventana para repensar la orgánica interna y la duración del horario laboral en distintos tipos de retailers.
Esto venía con cierto impulso a raíz del proyecto de ley que busca disminuir de 45 a 40 horas la jornada de trabajo, pero tomó más fuerza luego de que en octubre las compañías se vieran obligadas a operar en horarios más acotados para asegurar el traslado y la seguridad de sus trabajadores.
Aquello generó más debate sobre cómo funcionaría el sistema si los colaboradores salieran más temprano de sus lugares de trabajo y tuvieran más tiempo para realizar otras actividades. Fuentes de la industria señalaron que los centros comerciales y grandes tiendas de retail se encuentran evaluando disminuir sus horarios de funcionamiento.
Incluso la consultora FollowUP, que entre otras cosas tiene sistemas para contabilizar flujos de públicos en distintos puntos de venta, hizo un análisis por hora de cuál es el peso que tiene en una tienda de formato stand alone (que no están en departamentales) respecto el flujo de visitas como de ventas. El motivo del estudio recae en cómo afectaría al segmento si el proyecto de ley o medidas en esa línea llegaran a aplicarse, comparando datos de julio, agosto y septiembre de este año, previo a la crisis.
Dado que actualmente las tiendas stand alone abren desde las 10 horas –una antes que las multitiendas como Paris, Ripley y Falabella- y cierran a las 22 horas, Michelle Schnitzer, country manager de FollowUP Chile, explica que una medida de acortar la jornada laboral, pero manteniendo el funcionamiento de punto de venta, “perjudicaría enormemente al retail dado que tendrían que contratar un turno más y sabemos lo complicado que está por la crisis social”.
Las posibilidades que se barajan en los centros comerciales han sido tres: que las tiendas abran a la misma hora que las departamentales; que cierren sus puertas a las 21 horas o que un día en específico a la semana se aplique un cierre más temprano.
Al contrastar las ventas de estas tiendas por horario, la consultora determinó que entre 10 y 11 horas y 21 y 22 horas sólo se concreta un 5% del total, cifra equivalente al número de visitas. Frente a la “pérdida” que la disminución de horas provocaría en las compañías, Schnitzer destaca que “los clientes se adaptan a los cambios de horario, tal cual ha pasado en el último tiempo con las protestas. Antes, el 50% de la venta se generaba después de las 17:00 horas. Durante el mes de octubre y noviembre este mismo porcentaje se generó antes de las 15 horas. Por lo tanto, podemos ver que el consumidor cambia su comportamiento, y la disminución de horas de funcionamiento de una tienda no significará necesariamente que éste dejará de comprar”.
La experta agrega que “lo que están buscando los retailers en el corto plazo es disminuir al menos dos horas la jornada laboral, lo que se lograría con una apertura una hora más tarde y el cierre anticipado en esa misma magnitud. De esta forma, los trabajadores tendrían justo las 45 horas laborales que por ley deben cumplir actualmente, descontando la hora de almuerzo”.
Si esto ocurriese, en algunos casos las firmas no tendrían la necesidad de contratar trabajadores part time para poder cubrir el total de las 45 horas. Y si se llegase a aprobar el proyecto de las 40 horas, Schnitzer dice que “lo ideal sería que las tiendas abrieran a las 11:30 y cerrarán a las 20:30 horas. De esta forma tendríamos personas a tiempo completo cumpliendo el total de la jornada laboral, descontando la hora de almuerzo”.
Aun así, la experta añade que habría que analizar el peso de ventas y de flujo de visitas que se generarán en esas horas, para ver si es viable o no, dado que subiría el riesgo de que un cliente no se adapte.