China tiene razón si quiere abrirse con lentitud
La próxima gran crisis financiera se originará en China, aunque...
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La próxima gran crisis financiera se originará en China, aunque esa predicción no es absoluta. Sin embargo, pocos países han eludido la crisis después de la liberalización financiera y la integración global. Piensen en Estados Unidos en los años 30, Japón y Suecia a principios de los 90, México y Corea del Sur a fines de los 90 y EEUU, el Reino Unido y gran parte de la eurozona ahora. La crisis financiera afecta a todo tipo de países. Como destaca Carmen Reinhart del Peterson Institute for International Economics y Kenneth Rogoff de Harvard, “son una amenaza de oportunidad igualitaria”. ¿Será diferente en el caso de China? Sólo si las autoridades de esa nación mantienen su cautela.
Esa prudencia permeó el reporte de la semana pasada de que el Banco Popular de China (BPCh) ha recomendado acelerar la apertura del sistema financiero chino. Dado lo que está en juego, tanto en China como el mundo, es esencial considerar las implicancias. Tal vez, entonces, el mundo haga un mejor trabajo manejando este proceso que en el pasado.
El plan fue difundido por Xinhua, la agencia estatal de noticias, no el sitio web del BPCh. Además, fue firmado por Sheng Songcheng, jefe del departamento de estadísticas, no por el gobernador o vicegobernador. Este debe significar que es más un ejercicio que una política. Sin embargo, fue publicado con aprobación del BPCh y, con bastante probabilidad, con la de gente de mucho más arriba.
El artículo presenta tres etapas de reforma. La primera, a realizarse en los próximos tres años, abriría el camino para más inversión china en el exterior luego que “la reducción de los bancos y compañías occidentales dejaran espacio para las inversiones chinas” y, por tanto, exista una “oportunidad estratégica”.
La segunda fase, de entre tres y cinco años, acelerará los préstamos externos de renminbi. A largo plazo, de entre cinco y diez años, los extranjeros podrán invertir en acciones, bonos y propiedades chinas. La libre convertibilidad del renminbi será el “último paso”, y será tomado en un momento no especificado. También se combinará con restricciones a flujos de capital “especulativo” y préstamos externos de corto plazo. En resumen, la integración plena será aplazada de forma indefinida.
¿Cuáles son las implicancias de este plan? La respuesta es que parece sensato. Para tener esa conclusión hay que tomar en cuenta los beneficios y riesgos de la “reforma y apertura” financiera para China y el mundo.
Los argumentos de tal apertura al mundo están estrechamente vinculados con los de la reforma interna. De hecho, la primera no puede realizarse antes de la segunda: la apertura al mundo del sistema financiero actual, altamente regulado, es buscarse problemas, como lo saben las autoridades chinas. Por esta razón la convertibilidad plena vendrá en un futuro distante, como sugiere este plan.
Felizmente, los argumentos a favor de la reforma interna son sólidos. Un mercado financiero dinámico es un elemento esencial en cualquier economía que quiera mantener el crecimiento y comenzar a rivalizar en productividad con los países ricos, como China seguramente aspira. Más inmediatamente, como destaca Nicholas Lardy del Peterson Institute for International Economics en un reciente estudio, “las tasas de depósito reales negativas imponen un alto impuesto implícito a los hogares, que son grandes depositantes netos en el sistema bancario, y causan una inversión excesiva en viviendas residenciales. Las tasas de préstamos reales negativas subsidian la inversión en industrias de capital intensivo, por lo que socavan la meta de reestructurar la economía a favor de la industria ligera y los servicios”.*
Sin embargo, como Lardy también sabe, este distorsionado régimen financiero es parte de un sistema más amplio de ahorros impositivos, promoción de inversiones y represión del consumo, lo que ha llevado a fuertes intervenciones en mercados de divisas y una fuerte acumulación de reservas en moneda extranjera. Otro gran argumento a favor de la reforma es que este sistema ya no contribuye de un modelo deseable de desarrollo. Sin embargo, se ha vuelto tan arraigado en la economía que la reforma es políticamente compleja y económicamente perjudicial. La pregunta incluso es si dicha reforma es políticamente viable. Seguramente será un proceso lento.
¿Cómo encajarán las medidas propuestas por el BPCh hacia la apertura con una reforma tan cautelosa? Supongo que la mayor libertad para la salida de capital prevista para los próximos cinco años sustituirá parcialmente la acumulación de divisas. Aún si fueran medidas sugeridas hacia una mayor tasa de interés real, los ahorros y el actual superávit de cuenta corriente de China podría estallar y empeorar los desequilibrios externos.
Este punto subraya la gran importancia que tiene el resto del mundo en la naturaleza de la reforma china y la apertura del sector financiero.
La tasa anual del ahorro bruto de China supera a los US$ 3 billones, y es un 50% mayor que el ahorro bruto en EEUU. La integración plena de estos importantes flujos con seguridad tendrá enormes efectos globales. Las instituciones financieras chinas, que ya son gigantes, con seguridad se convertirán en las mayores del mundo en la próxima década. Para reconocer los posibles peligros sólo hay que recordar la integración de Japón en los 80 y la posterior implosión financiera. Por eso agradeceremos que China tenga un enfoque cauteloso.
El mundo tiene un gran interés en un giro de la economía china hacia un crecimiento más equilibrado. También tiene un interés paralelo en la forma en que China maneja su reforma interna y la apertura del sistema financiero. Hay que coordinar un amplio rango de políticas, en particular en relación a la regulación financiera, la política monetaria y los regímenes de tasas de cambio.
Si esto se hace bien, la crisis de los países de altos ingresos de hoy no será seguida de una “crisis china” en 2020 o 2030. Si se hace mal, incluso los chinos podrían perder el control, con resultados devastadores.
El BPCh sugiere un cronograma de reformas que encajaría con las necesidades de China y el mundo. Pero si esto se va a hacer, hay que discutir ahora todas las implicancias. Las políticas de China no sólo importan a los chinos. Eso es lo que significa ser una superpotencia, como debería tomar en cuenta EEUU.
* “Sustaining China’s Economic Growth After the Global Financial Crisis”, Peterson Institute for International Economics, 2012.