Google regularmente encabeza la lista de las empresas en donde quieren trabajar los estudiantes y, después de visitar su campus de Silicon Valley la semana pasada, pude ver por qué. El color del cielo era azul, el clima era ideal. Un grupo de empleados estaba jugando voleibol, mientras que en el aparcamiento alguien estaba demostrando un prototipo de un automóvil sin conductor de Google.
En medio de toda la diversión, Google se ha convertido en una de las cinco empresas más grandes del mundo, de acuerdo con capitalización de mercado. La más grande, Apple, está a unos 20 minutos de distancia. Facebook, otro gigante, se encuentra en un suburbio cercano.
Sin embargo, la ilusión de Silicon Valley ha sido afectada cada vez más por las tormentas políticas que soplan desde tierras lejanas. Los estudiantes del mundo pueden aspirar a trabajar para Google. Pero los políticos del mundo parecen querer llevarla a su fin.
Este mes debutó con el anuncio de que la Comisión Europea en Bruselas ha acusado a Google de violaciones a la ley de competencia. Potencialmente, las acusaciones amenazan a la compañía con una elección entre multas masivas o modificaciones costosas a su modelo de negocio.
Europa no es la única fuente de problemas. La mayoría de las multinacionales occidentales consideran que el mercado chino es crucial para su futuro. Pero Google, junto con Facebook y Twitter, no tiene acceso al país como consecuencia del "Gran Cortafuegos" que bloquea el acceso al Internet.
Mientras tanto, las estrechas relaciones entre Silicon Valley y el gobierno de Obama se han vuelto mucho más tensas desde las revelaciones de Edward Snowden sobre el alcance del espionaje del gobierno de EEUU en el Internet.
El asunto Snowden parece haber galvanizado a aquellos que creen que hay algo siniestro en el poder de Silicon Valley. A los críticos franceses se les ocurrió la sigla "GAFA" (Google, Apple, Facebook, Amazon), para encapsular al imperio del mal del Internet en EEUU. Como el acrónimo sugiere, a menudo se coloca a Google primero en la línea de fuego. Ejecutivos de la compañía estaban horrorizados cuando el gobierno británico decidió acabar con la presunta evasión fiscal de las multinacionales y las nuevas medidas fueron apodadas el "impuesto Google".
Una teoría es que Google ha atraído una atención especial, simplemente porque es el nombre más ubicuo en Silicon Valley. (No todo el mundo tiene el lujo de un iPhone, pero Google es libre para cualquier persona con acceso al Internet). Otro argumento es que la amplitud de las actividades de Google afecta a clientes en todo el mundo – ya sean periódicos enojados por Google News; compañías de medios amenazadas por YouTube (que pertenece a Google); editores que odian los libros de Google; o los fabricantes de automóviles que ven los vehículos sin conductor y se preocupan de que incluso su industria es vulnerable ante Silicon Valley.
Algunos políticos europeos han sido explícitos en su preocupación de que el éxito de los gigantes del Internet de EEUU representa una amenaza directa a Europa. Sigmar Gabriel, vicecanciller de Alemania, expresó su preocupación el año pasado sosteniendo que "esta infraestructura (digital) será controlada por un puñado de empresas estadounidenses, lo que podría dominar la vida económica del siglo 21".
Uno de los críticos corporativos más vociferantes de Google es el grupo editorial Axel Springer en Alemania, una voz poderosa en Berlín y Bruselas, y que proporcionó un apoyo fundamental para la elección de Jean-Claude Juncker como jefe de la Comisión Europea.
Las declaraciones del presidente Obama parecen apoyar la idea de que las empresas del Internet estadounidenses son víctimas del proteccionismo europeo. Pero el propio gobierno de EEUU le ha hecho mucho daño a Silicon Valley. El asunto Snowden ha establecido firmemente la idea de que cualquier búsqueda en el Internet, correo electrónico o actividad en medios sociales está abierta a la vigilancia, ya sea por el gobierno o por empresas como Google y Facebook.
Google y otros gigantes del Internet niegan vehementemente haberles dado a los gobiernos las llaves de una puerta secreta para obtener datos. De hecho, se quejan de que fueron ellos víctimas de espionaje. En un esfuerzo por recuperar la confianza de los consumidores, las empresas de Silicon Valley están haciendo hincapié en su nueva tecnologías de encriptación y protección de la intimidad. Pero el daño ya está hecho. La preocupación por el espionaje del gobierno está entrelazado con la ansiedad acerca de la utilización comercial de los datos de empresas como Google. Eso, a su vez, ha alimentado el apetito para la regulación del Internet.
Todo este calor político parece haber llegado como una sorpresa desagradable a la compañía, que parece realmente creer que vive bajo el lema de sus fundadores: "No seas malvado". No obstante, la verdadera sorpresa es que la reacción política no llegó antes. Google proclama que su misión es "organizar la información del mundo". Pero, como dice el refrán, "la información es poder". Y el poder ha sido tradicionalmente el dominio de los políticos.
Algunos argumentan que es mejor que los "políticos electos", no la gente de negocios, tomen decisiones sobre el flujo de información y datos. Pero algunas de las figuras políticas más deseosas de atacar a Google – como el gobierno chino e incluso la Comisión Europea – no son, de hecho, electas. Y si bien nadie votó por los ingenieros y empresarios de Silicon Valley, más de mil millones de clientes han votado con sus dedos haciendo clic en los productos de Google. Ése es el tipo de voto de confianza con el que la mayoría de los políticos sólo pueden soñar.