En un desesperado intento para resolver la repentina crisis global que ha sufrido el alguna vez poderoso juego del golf, los dueños de los campos han optado por adaptar los hoyos para el llamado futgolf.
El declive del golf en el último tiempo es una historia de menor participación, menores ingresos y, para algunos campos de golf, el cierre.
Esto podría no ser obvio para alguien que siga el Masters de Augusta esta semana, que estará cubierto con los usuales superlativos sobre las maravillas del escenario (en parte porque el club es famoso por prohibir a los comentaristas que no sean suficientemente aduladores).
Algunos clubes en problemas han intentado simplificar el golf al hacer el hoyo más grande, lo que es patético. Esta idea es mucho mejor: muy barata y gloriosamente simple, patear un balón hacia el hoyo. También es más sutil y requiere más habilidad de lo que parece.
El crédito del juego se le da usualmente a Willem Korsten, un futbolista holandés que jugó brevemente para el Tottenham a comienzos de la década del 2000 y adaptó la idea con la que bromeaba en los entrenamientos. Sin embargo, una versión llamada Codeball (por un doctor de Chicago llamado Code) tuvo un breve estallido de popularidad en el Medio Oeste en los años '30.
Futgolf funciona mejor en campos ondulados de par tres, lo que favorece la precisión en vez del poder; la pelota puede rodar mucho. Y el putting (un toepunt funciona mejor) ofrece toda la frustación de la cosa real.
Parte de su belleza es la compatibilidad, un golfista puede sacar los palos y jugar pitch-and-putt contra los niños que patean la pelota hacia el hoyo más grande. Si se juega de manera prudente, el futgolf también es rápido.