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Obama paga en las encuestas el precio del enfrentamiento entre los legisladores


Cuando Barack Obama celebre sus 50 años este jueves, habrá abundancia de deseos que puede pedir. Los liberales...

Por: Por Stephanie Kirchgaessner 
 | Publicado: Miércoles 3 de agosto de 2011 a las 05:00 hrs.
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Cuando Barack Obama celebre sus 50 años este jueves, habrá abundancia de deseos que puede pedir. Los liberales en su base política lo ven como un debilucho empujado en cada giro en el enfrentamiento por el límite de la deuda; la economía estadounidense parece estar estancándose y las cifras del presidente en los sondeos de opinión marcaron un mínimo histórico esta semana.

Algunos están preguntándose si el hombre que navegó hasta la Oficina Oval como agente del cambio ha sido cambiado por las formas de Washington. Una encuesta de Pew arrojó que 72% de los ciudadanos estadounidenses se referían al enfrentamiento presupuestario con palabras como “estúpido” y “desagradable”, y que un tercio sale de la crisis con una visión menoscabada de Obama.

Su mano parece debilitada, no sólo porque sus objetivos de política fueron anulados por los republicanos en el acuerdo final para subir el techo de la deuda (de hecho, la mayoría de los estadounidenses está de acuerdo con el llamado del presidente a subir los impuestos, según el sondeo), sino por la impresión de que ha fracasado en liderar.

Obama ha dicho que seguirá presionando al Congreso mientras entra en su segunda fase de negociaciones de deuda por una “aproximación equilibrada” a la reforma presupuestaria que involucraría alzas de impuestos en los “dueños de aviones corporativos”, su símbolo retórico favorito para los estadounidenses más acaudalados. Pero Andy Stern, ex líder del sindicato SEIU, quien con frecuencia asesoró a Obama en sus primeros dos años al mando, dice que el presidente debe empezar a hablar más de empleo y dejar de insistir en puntos que parecen fuera de toque con las vicisitudes diarias de los ciudadanos estadounidenses de clase media.

La administración no ha mostrado “pasión”, dice Stern, por implementar las recomendaciones de su propio panel sobre empleo encabezado por el director ejecutivo de General Electric, Jeff Inmmelt, incluyendo sus llamados para incentivar el reacondicionamiento de edificios comerciales, lo que podría crear empleos en la construcción.

“Las personas no quieren más retórica, quieren un cambio de realidad. Y hoy, la realidad es atemorizante”, dice Stern.

Si Obama quiere cerrar los resquicios empresariales, debe aparejarlo con ejemplos concretos de lo que la administración puede hacer para aumentar el empleo.

“Simplemente reducir el déficit no es lo que las personas esperan”, explica Stern. “No tenemos plan de expansión”.

Antes de que pueda embarcarse en la política, algunos analistas perciben un problema más fundamental: sacar al presidente del margen.

La insistencia pública de la Casa Blanca en semanas recientes en cuanto a que Obama estaba completamente involucrado en las conversaciones de la deuda, incluso después de su “ruptura” con John Boehner, presidente republicano de la Cámara de Representantes, mostró que la administración considera un pasivo la percepción de Obama como alejado.

Vin Weber, ex miembro republicano del Congreso, dijo que era importante para el presidente revertir esa imagen interactuando con la comisión bipartidista que se creará en el Congreso para identificar ahorros adicionales por US$ 1,5 billón.

“Es una suerte de debilidad potencial de su parte que regrese al plan de estímulo, cuando le entregó eso a (la líder demócrata) Nancy Pelosi”, dice Weber. “Yo le sugeriría que se involucrara desde el comienzo. Tiene que ir más allá e imponerse como líder”.

Si hay algún punto positivo en la alicaída percepción de Washington entre el público estadounidense, es que los rivales del presidente para la elección de 2012 parecen en gran medida irrelevantes en la conversación en marcha. La mayoría, incluso el supuesto favorito, Mitt Romney, parece cautiva de la extrema derecha del partido republicano.

El lunes, tras semanas de fracasar en tomar una posición sobre la debacle de la deuda, el ex gobernador de Massachusetts dijo que no apoyaría el acuerdo incubado por la Casa Blanca y los republicanos para elevar el techo de la deuda a última hora. En retrospectiva, tras el fuerte apoyo republicano para la legislación en el Congreso, la declaración parece ser un paso en falso que servirá de ventaja a Obama si Romney es nominado.

Pero eso es poco consuelo para un hombre que, después de apagar las velas, tendrá que mirar las cifras de desempleo del viernes.



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