El estancamiento en el Congreso de EEUU por una extensión de US$ 200.000 millones en estímulos para la economía sigue sin resolverse a sólo dos días de poder causar la parálisis del gobierno.
Republicanos y demócratas se enfrentan en otro capítulo de una disputa presupuestaria que ha marcado la política de EEUU en 2011, y que dejó a la mayor economía mundial al borde del default en agosto.
La última batalla es por la extensión de un recorte impositivo de salarios y beneficios a desempleados que el presidente Barack Obama ha puesto al tope de su agenda para evitar que la economía se desacelere en 2012.
Ayer el foco volvió al Senado, luego que la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, aprobara su propia versión del plan de estímulo.
La Casa Blanca ha dicho que Obama vetará esa norma, y muchos demócratas la rechazan porque incluye cláusulas que no pueden apoyar.
Estas contemplan recortes a los salarios y pensiones de funcionarios federales, una reducción del tiempo máximo que los trabajadores pueden pedir beneficios para el desempleo y frenos a la regulación de emisiones.
El republicano John Boehner, presidente de la Cámara Baja, instó ayer al Senado a “actuar” rápidamente, pero dada la oposición demócrata y el escaso tiempo, no está clara una vía de compromiso. Los demócratas del Senado prepararon una ley aparte que extiende el financiamiento oficial hasta fines de septiembre de 2012 hasta llegar a un acuerdo por el recorte impositivo a los salarios.
El financiamiento gubernamental actual expira mañana, y el sábado podría haber una parálisis parcial de no haber un acuerdo.