China dejará de exigir los beneficios de países en desarrollo a la Organización Mundial del Comercio (OMC), en respuesta a las críticas que desde hace años viene planteando Estados Unidos.
En el marco de la Asamblea General de la ONU, el primer ministro chino, Li Qiang, anunció en Nueva York, que su país dejará de solicitar el llamado “trato especial y diferenciado”, lo que podría eliminar uno de los obstáculos a las tan necesarias reformas del organismo.
“China no buscará ningún nuevo trato especial y diferenciado en las negociaciones actuales y futuras de la OMC”, declaró Li, el segundo funcionario más importante del país tras el presidente Xi Jinping, según la agencia estatal Xinhua.
La directora general de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala, calificó la decisión como “un momento crucial” para el organismo.
“Refleja un compromiso con un sistema de comercio global más equilibrado y equitativo. Envía una fuerte señal de apoyo a la reforma de la OMC y ayudará a crear condiciones más justas para todos los miembros”, afirmó.
Históricamente, los acuerdos de la OMC han permitido este tratamiento especial para las economías en desarrollo, otorgándoles, por ejemplo, plazos de transición más largos para implementar acuerdos. Sin embargo, el estatus de “país en desarrollo” es autodefinido y no existe un criterio objetivo. China ha mantenido esa clasificación basándose en su nivel de ingresos antes de ingresar a la OMC.
Petter Olberg, embajador de Noruega ante la OMC y coordinador de la agenda de reformas, dijo que la decisión de Beijing impulsará un debate más amplio sobre la equidad en el comercio mundial.
“La disposición de China a mostrarse flexible respecto al ejercicio de su derecho al trato especial y diferenciado —como ya se vio en un acuerdo reciente sobre subsidios a la pesca— es un paso importante que nos permitirá avanzar en la discusión sobre justicia comercial”, señaló.
Presiones por reformas más profundas
La Comisión Europea acogió con satisfacción el anuncio, aunque instó a China a dejar de acogerse a la categoría de país en desarrollo también en los acuerdos vigentes.
La OMC busca además reformar su sistema de solución de disputas, paralizado desde 2019 cuando Estados Unidos dejó de nombrar jueces para el Órgano de Apelación, lo que impidió su funcionamiento.
Los ministros de comercio se reunirán en Camerún en marzo de 2026 durante la 14ª conferencia ministerial de la OMC para intentar acordar una nueva agenda de reformas.
China ya había decidido renunciar voluntariamente al trato especial en algunos acuerdos recientes: aceptó eliminar más rápidamente los subsidios a la pesca y, en 2022, facilitó un acuerdo que permitió a los países en desarrollo producir vacunas contra el Covid-19 sin el consentimiento de las farmacéuticas titulares de las patentes en caso de otra pandemia.
Antes del anuncio, Jens Eskelund, presidente de la Cámara de Comercio UE-China, advirtió que Beijing corría el riesgo de enfrentar una reacción arancelaria global. Explicó que la producción manufacturera está superando al crecimiento económico y que la caída del renminbi hace que los productos chinos estén desplazando a competidores locales en muchos países.
“Queremos hacerles ver que una trayectoria en la que aumenten su participación en las exportaciones globales un 1% cada año no es sostenible”, advirtió Eskelund. “Sería mejor hablar de cómo reequilibrar el comercio de bienes manufacturados antes de que la situación se descontrole”.
Tras el anuncio, el principal negociador comercial chino, Li Chenggang, aclaró que, aunque China renunciará a los beneficios de dicha clasificación, seguirá considerándose un país en desarrollo.
Desde el punto de vista geopolítico, esta caracterización sigue siendo clave para los objetivos estratégicos de Beijing, que aspira a liderar un nuevo bloque de países emergentes del “sur global” que se oponen al orden multilateral liderado por Estados Unidos.
Li Qiang hizo sus declaraciones en un evento paralelo de la ONU sobre la “Iniciativa de Desarrollo Global”, uno de los marcos políticos con los que China busca definir un nuevo orden mundial que reemplace al sistema centrado en Washington.