La imagen del Papa Francisco bajándose desde un jeep sin vidrios antibalas para besar a un enfermo marcó la inauguración del pontificado del primer Santo Padre jesuita y latinoamericano.
A la misa, celebrada en la plaza de San Pedro, asistieron 200.000 fieles y 132 delegaciones extranjeras entre los que se destacaron la canciller alemana, Angela Merkel, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, su par de Brasil, Dilma Rousseff, los príncipes de España y el presidente chileno, Sebastián Piñera. Bajo un intenso sol, el Pontífice hizo un llamado a defender el medio ambiente y a los débiles del mundo.
El inicio del pontificado
A las siete de la mañana de ayer, en Roma, se abrió el acceso a la plaza de San Pedro del Vaticano .
Al mismo tiempo que los feligreses ingresaban a la plaza para asistir a la asunción del nuevo pontífice, al otro lado del mundo, en la ciudad de Buenos Aires, miles de argentinos se congregaban alrededor de la Catedral Metropolitana para seguir la ceremonia a través de dos pantallas gigantes.
A las 8:45 de la mañana, el Papa Francisco salió de su residencia en Santa Marta rumbo a la Basílica de San Pedro. El Pontífice recorrió la plaza a bordo del papamóvil que a diferencia de sus predecesores no cuenta con vidrios antibalas.
Con un semblante sonriente Francisco saludó a los fieles. Fue en este recorrido que el Santo Padre rompió el protocolo dos veces para detenerse a besar a un niño y a un enfermo. Estos gestos parecen reafirmar las señales que ha venido dado desde su nombramiento la semana pasada de que su papado se caracterizará por un estilo más relajado y sencillo.
Luego de ingresar a la Basílica recibió el anillo del Pescador, símbolo del poder del Pontífice que deberá llevar hasta su muerte o renuncia, y que en esta ocasión no está hecho de oro, como era tradicional, sino de plata recubierta en oro.
Pobres y débiles
La misa se realizó en las escaleras de la Basílica de San Pedro al frente de los miles de fieles y cientos de delegaciones.
Los asistentes estaban cuidadosamente distribuidos. A la derecha del Pontífice se encontraban los 250 obispos y representantes de la Iglesia Católica. A la izquierda las 132 delegaciones extranjeras. Entre estas últimas destacó la presencia del líder los cristianos ortodoxos Bartolomé de Estambul. Esta es la primera vez que la máxima autoridad religiosa de los cristianos ortodoxos asiste a la misa inaugural de un Papa en Roma desde el cisma entre Oriente y Occidente en 1054.
El contenido de la homilía estuvo en concordancia con la humildad que ha demostrado en todo momento.
Francisco habló del poder que otorgó Cristo a San Pedro: «Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio», afirmó, considerando la figura del Papa como alguien que «debe poner sus ojos en el servicio humilde» y «abrir los brazos para custodiar a todo el pueblo de Dios y acoger con ternura y afecto a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, los más débiles, los más pequeños».
También se dirigió a políticos y gobernantes a los cuales les pidió ser custodios: “A todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro”.
Francisco, quien fuera antes de su nombramiento, el cardenal Jorge Bergoglio de Buenos Aires, tomó su nombre de San Francisco de Asís, santo católico que destacó por sus votos de pobreza, caridad y amor por la naturaleza.
La misa hoy instaló formalmente al Papa Francisco como el nuevo líder de los 1.200 millones de católicos en todo el mundo.
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