El presidente francés, Nicolas Sarkozy, reunió hoy a los
principales responsables del sector financiero del país, que se esforzaron en
lanzar mensajes de tranquilidad y de confianza en el sistema, a la espera de
que el Gobierno anuncie nuevas disposiciones sobre el mercado del crédito esta
semana.
El Elíseo indicó en un comunicado que la "reunión de
trabajo" de esta mañana sirvió para que Sarkozy recordara a los dirigentes
de los bancos franceses "su misión prioritaria de financiar la
economía", y que a ese respecto el Gobierno anunciará "nuevas
disposiciones" antes de que acabe la semana.
La cita de hoy, según el escueto comunicado, forma parte de
los preparativos para los "encuentros europeos e internacionales"
previstos por el jefe del Estado para las próximas semanas.
En ella participaron, además de Sarkozy, su primer ministro,
François Fillon; la ministra de Economía, Christine Lagarde, el gobernador del
Banco de Francia, Christian Noyer, así como los máximos dirigentes de nueve
entidades bancarias y aseguradoras.
En las sucintas declaraciones que hicieron algunos de ellos
a la salida quisieron subrayar la solidez, solvencia, estabilidad y fiabilidad
del sistema financiero francés.
El presidente de la aseguradora AXA,
Henri de Castries, subrayó que "en momentos de tensión como éste, no hay
que tener pánico: hay un piloto, hay pilotos en el avión".
Noyer había hecho hincapié, antes del encuentro, en que
"el sistema financiero francés es uno de los más seguros del mundo" y
por eso "hay que tener una confianza total" en él y "no hay
razón en absoluto para tener miedo".
"Los bancos europeos y franceses no están sobrecargados
de activos de mala calidad, como lo estaban los estadounidenses.
Fundamentalmente son sólidos, están muy bien capitalizados", argumentó el
responsable de la supervisión del sector.
Lo cierto es que esta misma mañana, antes de la apertura de
los mercados en Europa, Sarkozy había informado del acuerdo con las autoridades
belgas y luxemburguesas para inyectar 6.400 millones de euros en el banco
franco-belga Dexia, cuyo valor se había desplomado ayer en bolsa en medio de
rumores sobre problemas de liquidez.
Según los términos de ese compromiso a tres bandas, el
Estado francés aportará directamente 1.000 millones de euros para reforzar el
capital de Dexia, a lo que se añadirán otros 2.000 millones a través del
organismo CDC (organismo que reúne las participaciones públicas francesas en
empresas privadas).
Al final, Francia controlará un 25% de la entidad
financiera, lo que constituye una minoría de bloqueo, y las autoridades belgas
tendrán otro tanto hasta totalizar más del 50% de esta entidad que en Francia
se dedica sólo a la financiación de municipios y no a la banca de particulares.
El ministro francés del Presupuesto, Eric Woerth, lanzó un
mensaje tranquilizador en dirección de esos particulares al asegurar que la
crisis actual no tocará "ni un euro" de los depósitos bancarios o de
los seguros de vida.
"Los bancos franceses no son los estadounidenses, están
mucho más regulados", comentó Woerth, quien recordó que ya la semana
pasada el jefe del Estado había adquirido "el compromiso solemne" de
que el Estado garantizará "la seguridad y la continuidad del sistema
bancario y financiero francés".
Sarkozy no pretendía entrar con bancos y aseguradoras en un
mayor detalle sobre su exposición a los riesgos de la crisis financiera, sino
incitarlos a mantener abierto el grifo del crédito para evitar el
estrangulamiento de la actividad de las empresas y del consumo de los
particulares, que podría generar un efecto bola de nieve.
El presidente francés continúa las consultas sobre la crisis
financiera esta tarde, cuando recibirá a una delegación de la patronal europea
integrada por el presidente de la confederación de empresas europeas
BusinessEurope, Ernest-Antoine Seilliere, y responsables de las patronales de
España (CEOE), Francia (MEDEF), Reino Unido (CBI), Italia (Cofindustria),
Alemania (BDI) y Polonia (PKPP).