Portugal quiere aprovechar el nuevo examen financiero que le va a hacer la "troika" para intentar mejorar las condiciones del rescate financiero y aliviar la recesión y la falta de liquidez que atenazan su economía.
Tras una semana de resultados empresariales deprimentes y de miedo a los efectos de la crisis griega, que ha hundido aún más la bolsa y la deuda portuguesa, Lisboa se prepara para sufrir la segunda evaluación trimestral del programa de asistencia que obtuvo en mayo.
La Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo, la "troika" de organismos que concedieron a Portugal US$ 107.181 millones, analizarán su situación financiera y las perspectivas de su economía durante las próximas dos semanas.
El Ejecutivo conservador que gobierna Portugal tras las elecciones anticipadas de junio se muestra confiado en obtener otra aprobación de las instituciones internacionales a su severo programa de austeridad, reformas económicas y laborales para reducir el déficit fiscal desde casi el 10% de 2010 al 3% en 2013.
Pero quiere renegociar algunas de las exigencias de la ayuda, que abarca tres años, para mitigar la falta de crédito y la contracción de la economía, acentuadas por los profundos recortes de gastos del sector público y el aumento generalizado de impuestos.
El primer ministro luso, Pedro Passos Coelho, ha declarado públicamente que aspira a "condiciones más flexibles para ejecutar el programa" aunque no signifique "necesariamente" recibir más dinero o renegociar el plan.
El líder conservador considera que los fondos aprobados por la "troika" aseguran el financiamiento del Estado pero no de la economía lusa, que en 2012 sufrirá una recesión prevista ahora por encima del 2,2% del Producto Interno Bruto.