En la Alianza del Pacífico, Transmilenio es uno de los sistemas de transporte más costosos
Para el ejercicio se supuso que las personas gastan dos trayectos diarios durante 30 días.
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Las capitales de la Alianza del Pacífico donde los ciudadanos tienen que invertir un porcentaje mayor de su salario mínimo mensual dentro del sistema de transporte de bus, son Lima (19,76%) y Bogotá (17,38%). Esta última vivió la semana pasada una nueva jornada de “día sin carro“ en la que los usuarios apenas se acomodan a una tarifa de 2.000 pesos colombianos (US$ 0,61) en Transmilenio.
En las otras ciudades principales del grupo económico el monto destinado a movilizarse es menor, pues los chilenos asignan 15,2% de su sueldo; mientras que los mexicanos gastan 13,6% de su remuneración.
Para calcular estas cifras, LR realizó un análisis comparativo entre los gastos del sistema de transporte Bus Rapid Transit (BRT) de cada ciudad: Metropolitano (Lima); Transmilenio (Bogotá); Transantiago (Santiago de Chile), y Metrobús (Ciudad de México). Este modelo consiste en buses que transitan por carriles exclusivos y cuentan con plataformas de embarque exclusivas para quienes compraron el pasaje anteriormente.
Para el ejercicio se supuso que las personas gastan dos trayectos diarios durante 30 días y se hizo la ecuación sin tener en cuenta las horas peak o valle que existen en países como Chile o los subsidios en Perú y Colombia. Esto, debido a que si se incluyera en el estudio la cifra de la subvención oficial local (alrededor de US$ 23,7), los capitalinos sólo se ahorrarían 1,76% de su gasto mensual en Transmilenio, pues su salario mínimo completo sería cercano a US$ 234,28.
“El tema de la mala calidad del BRT es similar en Ciudad de México, Lima y Bogotá. En países como Francia y Brasil han desincentivado el uso de las motos y los automóviles porque se ha demostrado que generan sobrecostos a los ciudadanos. Montar en el sistema ayuda a financiar el mejoramiento del transporte público”, dijo Ricardo Montezuma, director de la Fundación Ciudad Humana.
Según el experto, la calidad del transporte no debería ser evaluada en términos de rapidez, sino que debe tener en cuenta la experiencia del viaje. Esto implica comodidad, buen trato y seguridad al interior de los sistemas.
Otro asunto es el de las tarifas. En Colombia, a diferencia de otros países del bloque, el transporte funciona bajo un modelo mixto; es decir, una alianza pública privada que ha traído inconvenientes financieros al sistema.
“En el país, 90% del precio va para operadores privados y 5% para alimentar el propio sistema. La tarifa apalanca los costos operacionales y por eso es que no se puede bajar”, explicó Stalin Rojas, director del Observatorio de Logística y Movilidad de la Universidad Nacional.
Adicionalmente, según los analistas, los boletos deberían estar diferenciados para poblaciones específicas más allá del criterio del Sisben. También dijeron que otra manera de motivar a los usuarios a usar el transporte público es por medio de la segmentación de horarios, tal y como pasaba en la administración de Gustavo Petro.