A mediados de 2013, los mercados globales vivieron un remezón. El entonces presidente de la Reserva Federal de EEUU, Ben Bernanke, abría la puerta al fin de su programa de estímulos, que se encontraba en su tercera etapa e inyectaba US$ 85.000 al mes. El principal efecto los sufrieron los países emergentes: sus bolsas cayeron, sus monedas se depreciaron y su riesgo soberano escaló.
Latinoamérica también recibió el impacto y por extensión, Chile. El índice Credit Default Swap (CDS) -que es utilizado para medir el riesgo de impago de la deuda soberana- alcanzó un máximo de 116,96 puntos, muy distante de su promedio histórico de 77,27 enteros, fenómeno que se repitió en referentes como México, Brasil, Perú y Colombia. E, incluso, de acuerdo al índice EMBI+ elaborado por JPMorgan, el riesgo de Chile llegó a superar al de Perú y Colombia, exactamente el 21 de junio de 2013, cuando se empinó a 199 puntos.
Hoy el escenario es distinto. El CDS de Chile cerró el viernes en 74,14 puntos, ubicándose como la octava economía más segura dentro de los mercados emergentes, al tiempo que se mantiene como la de menor riesgo de Latinoamérica. De hecho, su nivel ha incluso mejorado en comparación al que ostentaba previo al anuncio de la Fed (75,35 puntos).
Según los expertos, la baja de los riesgos soberanos en la región ha sido generalizada y se basa principalmente en factores globales. Claudio Irigoyen, estratega de renta fija para América Latina de Bank of America Merril Lynch, explica que "la baja de tasas de interés internacionales motivadas ajuste a la política monetaria será muy gradual, ha ayudado a mantener el apetito por activos de países emergentes en los inversores globales". Y Chile destaca en ese panorama. Para Guido Rodríguez, trader senior para Latam de Banco Santander en Nueva York, Chile se mantiene entre los países favoritos de los inversionistas y se ve bien posicionado frente a una salida de mercados emergentes.
Factor reforma
Uno de los pilares del actual gobierno es la reforma tributaria. Pero a juicio de Rodríguez, el mercado internacional y, principalmente el estadounidense, ya estaba preparado para la llegada de Bachelet y cree que el pesimismo y los ruidos en torno al proyecto provienen mucho más del frente interno. "Chile es una economía que se ve bastante ordenada desde afuera", aseveró.
Irigoyen estima que las reacciones futuras dependerán del contexto y la implementación de la iniciativa, ya que ve un escenario complicado donde aspectos de la reforma puedan generar desinversión y ello coincida con un ciclo de menor crecimiento en China y menores precios para el cobre. "De ser así, el déficit fiscal en los próximos años puede ser más grande que el que se espera, aumentando los niveles de deuda del gobierno", dijo, aunque destacó que actualmente la deuda soberana está muy baja "y lejos de implicar peligro".



