Bolivia está cada vez más lejos de su último auge entre 2006 y 2014, cuando se convirtió en una de las economías más pujantes del continente con un crecimiento medio de 5,1% impulsado por las exportaciones de gas natural.
Hoy el escenario del país altiplánico es muy distinto y marcado por retrocesos en el plano económico que se extienden desde el equilibrio fiscal a la falta de control de la inflación hasta mercado cambiario y la actividad de áreas estratégicas. “Bolivia está sumergida en una profunda crisis. El Estado ha mantenido por 11 años consecutivos un déficit fiscal a un ritmo de alrededor del 8% del PIB, lo cual implicó destinar todas las reservas internacionales para cubrirlo –con una caída de US$ 15 mil millones en 2014 a menos de US$ 2 mil millones-, con lo cual se acabaron los dólares a fines de 2024 y el Banco Central empieza a imprimir inorgánicamente”, explicó el economista boliviano Antonio Saravia, director del Centro de Estudios para la Economía y la Libertad en Mercer University (EEUU). Y sobre lo sucedido en 2025 puntualizó: “Entre enero y mayo de este año, la emisión monetaria se incrementó en un 10%”.

Así, mientras el valor de la divisa estadounidense “es 100% mayor que su precio oficial tras un tipo de cambio fijo mantenido por años” y su escasez “se ha agravado de manera muy seria desde mediados de 2024”, el experto advirtió la emergencia de “una inflación galopante de 17% en lo que va de 2025”, mientras en términos anualizados acumula un 25%, la más alta en 34 años.
El impacto de estos factores sobre el poder adquisitivo de los bolivianos “ha encarecido en exceso la compra de productos de consumo diario y la importación de combustibles”, resumió Saravia, llevando a la gente a bajar su consumo. Y en el caso de las empresas, como es el caso de las extranjeras, advirtió que “muchas han sentido la crisis, ya que es imposible encontrar dólares en Bolivia”.
Los efectos en Embonor
Un actor que ha evidenciado esta situación es Coca Cola Embonor, el principal operador de franquicias de The Coca-Cola Company en ese país a lo largo de 30 años, con presencia en siete de los nueve departamentos, donde atiende al 85% de la población (10,7 millones de habitantes). A través de Embol, la actividad en ese mercado –donde invirtió $35.639 millones en 2024- ha sido uno de sus grandes motores de la firma ligada a la familia Vicuña hasta diciembre pasado, cuando creció 4% en volumen y 25% en ingresos por ventas a $490.293 millones (36% del total).
Pero este año la tendencia cambió y las ventas físicas cayeron 8% en los últimos dos trimestres a 452 millones de litros a junio y retrocesos en todas las categorías de bebidas. “En Bolivia se observa una caída generalizada en el consumo de bienes y servicios, como consecuencia del débil crecimiento, alta inflación, disminución de reservas internacionales, incremento generalizado en los costos y episodios de escasez de combustible. En este escenario, ha caído el consumo de alimentos y bebidas que responde al contexto de un mayor costo de vida y menor crecimiento en ingresos que restringen parcialmente la demanda por nuestros productos”, detallaron desde la compañía.
El retroceso en el mercado del vecino país tuvo efectos en el desempeño general de la firma, ya que sumado al crecimiento de 1,8% en el volumen en Chile en el primer semestre respecto a 2024, implicó que las ventas globales retrocedieran en 3% a junio pasado, a 175 millones de cajas unitarias. Y si bien el ingreso por ventas subió 8,4% en ese lapso, el Ebitda en ese mercado disminuyó 12% ante factores como el aumento de costos. “Las comisiones bancarias por la compra de dólares para la operación y los niveles inflacionarios han generado una presión muy significativa en los márgenes de la compañía y un impacto en la demanda”, acotó la directora senior Corporaciones de ICR Clasificadora de Riesgo, Maricela Plaza.
¿Cómo ha reaccionado la firma? “Continuamos ejecutando eficiencias operativas en todos nuestros procesos, y nuestro foco está en la digitalización en toda la cadena de valor”, indicaron desde Embonor, mientras que hacia clientes y consumidores “hemos promovido el consumo de envases retornables y de menor tamaño, e instalado “Zonas de Ahorro” de manera masiva en los puntos de venta para ofrecer ciertos empaques a precios aún más asequible y asegurar un consumo frecuente de nuestras bebidas”.
Vías de salida
“Si bien gran parte de los resultados desfavorables que está teniendo Embonor en Bolivia se derivan de variables exógenas ajenas a su control, los planes de acción sobre su estructura de costos y gastos, pricing, merchandising y liquidez, dan cuenta de que mantiene una muy alta capacidad de pago de sus obligaciones en los términos y plazos pactados e indicadores de solvencia robustos”, observó ICR. Destacó que gracias a la diversificación de operaciones, “la caída de volúmenes y aumento de costos han logrado ser compensadas casi en su totalidad con los sólidos resultados de la operación chilena, pese al panorama económico todavía desafiante”. Así, con la información actual, ICR no prevé cambios en “nuestra opinión crediticia del emisor”, incluso bajo un escenario en que “no logre revertir del todo la caída de volúmenes de venta en Bolivia en lo que queda de 2025”.
Junto con reafirmar el compromiso a largo plazo en Bolivia, Embonor mira su futuro en ese mercado con "moderado optimismo" a partir de "las mejores marcas de bebidas del mundo, un equipo local altamente comprometido y capacitado, y una estrategia sostenible plenamente alineada con The Coca-Cola Company”. A su vez, Maricela Plaza de ICR acotó que “el consumo per cápita de bebidas en Bolivia todavía da espacio suficiente para recuperar volúmenes a mediano plazo y penetrar nuevas categorías de productos”.
Hasta el momento, la expectativa de los bolivianos está puesta en el desenlace de las elecciones presidenciales del próximo 17 de agosto, al que postulan nueve candidatos.
“La gente espera que las cosas se solucionen rápidamente, pero los economistas no tenemos esa esperanza. Si llega un Gobierno responsable que vaya por el camino correcto, eso significa reducir el gasto y hacer ajustes, por ejemplo, a la burocracia de casi 600.000 empleados públicos, extravagante para un país de 12 millones de personas. Y si eso pasa, es necesario tener claro que las cosas no van a mejorar para la gente de un día para el otro”, dijo Saravia. 