En una muestra de la desvalorización del dinero y de la edad del columnista, hace algunas décadas atrás The six million dollar man hacía las delicias de niños y adultos. Juiciosamente en Chile y en resto de Latinoamérica lo conocimos como “El hombre nuclear” en vez de una cifra en dólares que no nos decía nada salvo que era mucha plata. Hoy cualquier emprendimiento en Power Point vale –o pretenden que valga, mejor dicho- lo que había costado convertir en un cyborg al astronauta y piloto de pruebas Steve Austin luego de un gravísimo accidente (“Tenemos la tecnología, lo reconstruiremos”). La corrida en cámara lenta para escenificar su increíble velocidad y el ojo biónico con capacidad telescópica e infrarroja son inolvidables para varias generaciones.
El Presidente de la República en cadena nacional para dar a conocer los principales lineamientos del Presupuesto de la Nación transformó a José Antonio Kast en The six billion dollar man. Nadie se acuerda de la cadena nacional salvo por haber señalado que no era posible reducir el presupuesto en seis mil millones de dólares sin afectar derechos sociales. La arremetida del Presidente tiene múltiples lecturas. La primera y más obvia es que el gesto de salir a confrontar al candidato Republicano, no fue precisamente un acto republicano –si me disculpan el retruécano– por parte de la primera autoridad. Las explicaciones posteriores fueron más bien pobres y consolidan la idea de que más que un exabrupto lectoral fue una decisión política meditada.
Y aquí caemos en la segunda lectura. Lejos de apuntalar a su candidata Jara, con esta decisión Boric decide darle un refuerzo al candidato Kast que venía desde hace semana cayendo de a poco, pero sostenidamente en las encuestas. Se ponen de igual a igual y le da la oportunidad de consolidar a Kast su lado derecho por donde estaba mostrando su mayor debilidad. No se trata de ser conspiranoico, pero claramente el gobierno da la elección por perdida, entre la eliminación de la glosa republicana y este numerito quedan pocas dudas al respecto. Claramente el Presidente, como todo presidente, quiere volver a disfrutar del goce del poder y comienza a posicionarse para ello. Qué mejor para Boric que un gobierno de Kast para ello.
El acierto o desacierto político de Boric –dependiendo de qué lado de la mesa se está– no debe nublar que detrás de la crítica –inadecuada por de quien viene y del momento elegido– hay elementos que son válidos. Es efectivo que la candidatura de Kast no ha podido elaborar un discurso consistente respecto a qué gastos cortará. El discurso sobre eliminar a los operadores políticos y las asesoras de género es bueno para la galería, pero para los que nos gustan los números sabemos que es una gota en el océano dado los montos de los que se está hablando. Y cuando Jorge Quiroz señala que la reducción va a venir en parte importante del término de la evasión del Transantiago uno se pone nervioso porque no se ha escuchado ninguna idea sobre cómo conseguir eso que lleva acompañando al erario nacional desde hace varios lustros. Y la voluntad, lamentablemente, no es suficiente.
El inicio de la campaña política tenía al candidato republicano en algunos apuros y había comenzado a cometer errores, pero el Presidente salió a tirarle un inesperado salvavidas. Lo escucho diciéndole a su círculo de hierro: tenemos la tecnología, lo reconstruiremos.