Como un spin-off, una filial o como una iniciativa nacida desde la escuela de negocios de la Universidad de Cambridge. Bajo esas credenciales ha sido presentada la compañía local Cambridge Business Association. La última fue ProChile, que en agosto firmó un convenio con la entidad “para fomentar la internacionalización de empresas chilenas” y la describió como “una institución derivada” de la prestigiosa universidad británica.
Pero lo cierto es que Cambridge Business Association (CBA) no pertenece a la Universidad de Cambridge. La propia organización chilena, en su página web, se define como “autónoma e independiente” y subraya que “no representa” a la casa de estudios.
Consultada por DF MAS, la universidad británica (fundada en 1209, una de las más antiguas del mundo), asegura: “Podemos confirmar que Cambridge Business Association no es parte de la Universidad de Cambridge”.
Aun así, los mensajes no siempre coinciden. Jocelyn Ann Black, directora ejecutiva de CBA Chile, describe en su LinkedIn a la organización como un spin-off de la Cambridge University. Ivannia Murillo, managing partner de CBA en Costa Rica, va más allá y la presenta como una entidad “certificada” por la institución europea. Para Verónica Balestero, directora en CBA Uruguay, se trata de una “prestigiosa filial” de la Cambridge Judge Business School. En junio de 2025, la propia organización publicó en Instagram que era “una comunidad internacional empresarial que cuenta con el respaldo del ecosistema único de la Escuela de Negocios de la Universidad de Cambridge”. Y en sus logos recientes aparece la leyenda: “Impulsado por el ecosistema único de la Universidad de Cambridge”. Esa misma referencia -que todavía figura al inicio de algunos de sus videos- ya fue objetada por la universidad británica, que pidió eliminarla. Según CBA, el cambio ya está en marcha.
Estas situaciones han generado confusión entre algunos antiguos miembros, que se incorporaron cuando la organización se presentaba como un “grupo de interés especial”, una certificación oficial vinculada a Cambridge que hoy ya no está activa con CBA. Ante este escenario, algunos exintegrantes han transmitido sus inquietudes a instancias oficiales de Cambridge, que -según distintas fuentes- ya conocen el caso y están en plenas conversaciones con directivos de la asociación para solucionar estas contradicciones.
El negocio de CBA
El objetivo de CBA es, entre otras cosas, ser un punto de encuentro entre altos ejecutivos, directores de empresas y emprendedores para discutir sobre liderazgo, gestión y estrategia. Las sesiones se organizan en grupos de entre ocho y 12 personas, cinco horas al mes, algunas en la sede de la asociación: una casona de estilo inglés en Vitacura que, en la entrada, luce una cabina telefónica roja al estilo londinense. Los encuentros se realizan bajo estricta confidencialidad, con NDAs firmados previamente, y se centran en los desafíos que enfrenta cada participante. Son, según describe Guillermo Ramírez Sneberger, fundador de CBA, altos ejecutivos de distintas industrias, y nunca de sectores competidores para evitar conflictos.
El modelo de negocio funciona por suscripción, que en muchos casos es cubierta por las propias compañías como parte del entrenamiento de sus ejecutivos. La referencia inmediata es YPO, una organización norteamericana de altos ejecutivos con más de 36.000 miembros en más de 142 países. Y, en un registro más lejano, los llamados “círculos de confianza” de comienzos del siglo XX, integrados por figuras como Henry Ford, Thomas Edison, Theodore Roosevelt, Andrew Carnegie, John Rockefeller y Charles Schwab.
Hoy la organización mantiene alianzas con compañías como Deloitte y produce el podcast El viaje del líder junto a Latam Airlines (la primera entrevista que saldrá es a su CEO, Roberto Alvo). También organizan visitas anuales a Inglaterra: la próxima es en una semana más, donde se quedarán en Cambridge. Va una delegación de 42 personas.
Hace dos meses realizaron una charla con Vittorio Corbo, expresidente del Banco Central, en las oficinas de Carey, centrada en comercio global. Y en marzo celebraron el Círculo de Titanes 2025 en Valle Escondido, con la participación de Don Francisco, más de 200 asistentes y delegaciones de 12 países. Y próximamente, lanzarán una revista que tendrá a Cecilia Bolocco en su portada.
La idea, explica Ramírez, es seguir expandiendo CBA en el resto de Iberoamérica. Están cerca de aterrizar en Portugal y en España, y a largo plazo planean Brasil y México.
El primer vínculo con Cambridge
CBA funciona como una institución privada con fines de lucro, gestionada a través de una SpA en Chile. Tiene siete socios, muchos de ellos extranjeros: hay empresarios de Turquía (ligados a la firma VisionIT), Argentina y Uruguay.
Según cifras de la propia organización, CBA tiene presencia en 13 países de Latinoamérica y más de 400 miembros. Su origen se remonta a 2018, cuando su fundador, Guillermo Ramírez, exejecutivo de BHP Billiton, cursaba un MBA en la escuela de negocios de Cambridge, donde era el único latinoamericano de su generación. Se trataba de un programa part-time, que lo obligó a viajar 27 veces al Reino Unido, una vez al mes, para asistir a clases de miércoles a domingo. “Era una locura”, relata Ramírez a DF MAS.
En ese contexto, Ramírez le propuso al entonces decano de la escuela de negocios de Cambridge, Christoph Loch, organizar la primera edición del Latin American Business Summit (LABS), una cumbre empresarial que se programó para noviembre de 2019 en Santiago. En paralelo, consiguió que la naciente organización fuera reconocida como un “grupo de interés especial” dentro de Cambridge. Todo iba bien encaminado, pero el estallido social de octubre de 2019 obligó a suspender la instancia, al igual que otros eventos internacionales como la COP25. Con la pandemia, el vínculo formal con la universidad terminó.
Sin embargo, CBA continuó utilizando el logo de Cambridge -o de su escuela de negocios- hasta que la universidad británica pidió eliminar toda referencia a su institución, dado que no existía un vínculo oficial. Desde entonces, la organización ha debido ajustar distintos elementos de su identidad: tipografía, logo, colores institucionales, imágenes en el sitio web e incluso la URL. Ramírez dice que cada año deben someterse a auditorías para cumplir con las exigencias de la casa de estudios.
Cambridge es especialmente sensible con el uso de su marca, sobre todo tras casos recientes como el de Cambridge Analytica, una firma que saltó al ojo público por el escándalo de uso y filtración de datos personales en campañas políticas en Estados Unidos.
Por eso, la organización chilena está en pleno proceso de migración hacia un nuevo nombre. De a poco, explica Ramírez, pasarán a llamarse One CBA -o simplemente CBA- y dejarán atrás la marca Cambridge Business Association. El objetivo es dejar claro que no existe vínculo con la universidad británica, más allá del origen de la iniciativa.
Aun así, algunos integrantes de la entidad siguen presentándola como un spin-off, una filial, una institución “derivada” o incluso “certificada” por Cambridge. En LinkedIn, varios perfiles aparecen junto a imágenes de los icónicos edificios de la universidad.
Y eso, admite Ramírez, es un error que asumen: “Eso hay que cambiarlo y es parte del desafío permanente. Tenemos que ajustarlo”.