Fue el viernes 17 de octubre cuando Rani Therapeutics —una biotecnológica pequeña y desconocida, con sede en San José, California— comunicó al mercado un acuerdo con Chugai Pharmaceutical, filial japonesa del holding suizo Roche. La noticia: un trato que incluía el desarrollo de una versión oral de un anticuerpo experimental y la posibilidad de sumar cinco tratamientos más. El potencial del deal eran más de US$ 1.000 millones.
Pero no era todo. Ese mismo día, la firma anunció una colocación privada por US$ 60 millones para fortalecer su caja. Con esos recursos —más los pagos iniciales del acuerdo con Chugai—, la compañía proyectó financiamiento asegurado hasta 2028.
Las acciones de Rani, que hasta entonces cotizaban bajo el radar de los traders de Wall Street, subieron casi 500% en cuestión de días. Su nombre se multiplicó en foros, redes sociales y medios especializados. Algunos inversionistas corrieron para subirse y otros ya estaban adentro.
Uno de los grupos que se movió fue chileno. La familia de Isidoro Quiroga, a través de distintos vehículos de inversión -y uno de los importantes accionistas de la firma-, vendió parte de su posición justo cuando el precio tocó uno de sus máximos del año.
400 patentes
Detrás de Rani Therapeutics hay solo un nombre: Mir Imran. Nació en Hyderabad, India, en 1956, y es hijo de un médico. En los años ‘70 emigró a Estados Unidos para estudiar ingeniería eléctrica en Rutgers University, donde también cursó un máster en ingeniería biomédica. Luego entró a la escuela de medicina, pero abandonó antes de graduarse porque le ofrecieron sumarse al desarrollo del primer desfibrilador cardiaco implantable, un dispositivo que más tarde se convertiría en un estándar clínico.
Desde entonces ha fundado más de 20 compañías del rubro médico, acumulando más de 400 patentes. Su foco ha sido resolver problemas clínicos complejos desde la tecnología. Ha trabajado en áreas como cardiología, neurología, gastroenterología y enfermedades crónicas. En 2012 fundó Rani, como un spin-off de su laboratorio de innovación InCube Labs.
Su premisa fue la siguiente: reemplazar inyecciones por cápsulas, lo cual suena simple, pero muy difícil de ejecutar. Lo logró diseñando una especie de mini autoinyector ingerible, capaz de administrar grandes moléculas directamente en la pared del intestino, sin dañarlas en el proceso.
Así nació Rani.
Energía, minería y vidrios inteligentes
El vínculo de la familia Quiroga con startups estadounidenses no es reciente. La inversión más conocida ocurrió en 2018, un año antes de la venta de Australis —hecho que luego detonaría, años después, un conflicto legal que aún sigue en curso—, cuando entraron en Enphase Energy, entonces una pequeña empresa de soluciones energéticas con base en California. La jugada fue millonaria: invirtieron menos de US$ 100 millones y dos años después vendieron por unos US$ 819 millones.
La operación, sin embargo, no estuvo exenta de ruido. Uno de los fondos que participaba de la sociedad presentó una acción colectiva acusando al empresario chileno de haber accedido a información interna antes de vender. El caso, sin embargo, no prosperó y se cerró en los tribunales rápidamente.
Esta fue también una de las primeras apuestas públicas gestionadas a través de South Lake One, su vehículo de inversión con domicilio en Delaware. Desde ahí se desprenden estructuras como South Cone Investments Limited Partnership y South Lake Management LLC, utilizadas para participar en compañías de distintos sectores.
Con ese modelo, según registros de la SEC de Estados Unidos, los Quiroga entraron en la fabricante de paneles solares FTC Solar, en la firma de vidrios inteligentes Gauzy y en TMC The Metals Company, una minera enfocada en extracción submarina. Esta última -de la cual ya no participan- ha tenido un repunte en los últimos meses: sus acciones han subido más de 480% en 2025, impulsadas por expectativas de que la administración Trump facilite el desarrollo de esta industria.
6 millones de acciones
La relación de los Quiroga con Rani Therapeutics viene de antes de su debut en bolsa. De acuerdo con documentos revisados por DF MAS, ya participaban de la empresa cuando esta se abrió al Nasdaq en 2021, levantando cerca de US$ 73 millones. Era plena pandemia, y el boom de las biotecnológicas parecía no tener techo. Las acciones partieron a poco más de US$ 2 y, en cuestión de meses, escalaron hasta los US$ 34.
Luego vino la corrección. Como muchas compañías del rubro, Rani perdió impulso y su valorización se desplomó. Durante gran parte de 2025, el papel no logró superar el dólar. Desde el IPO, la acción acumula una caída superior al 85%.
Hasta que apareció el anuncio con Chugai.
Según los reportes enviados a la SEC, dos sociedades ligadas a la familia Quiroga —Aequanimitas Limited Partnership y South Lake One— figuraban como importantes accionistas, junto con InCube Labs, el laboratorio fundado por Imran.
Los Quiroga vivieron las alzas y las caídas. Pero esta vez, aprovecharon el rebote.
El viernes 17 de octubre, tras anunciarse la alianza con Chugai, el precio de la acción comenzó a escalar. El lunes siguiente continuó la subida, y ahí se movieron definitivamente: vendieron, en distintas operaciones bursátiles, 1,9 millones de títulos a precios que oscilaron entre US$ 2,25 y US$ 2,61, con un promedio cercano a US$ 2,4.
Al día siguiente repitieron la jugada, pero con un volumen incluso mayor: 4 millones de acciones a un precio promedio de US$ 2,7. Durante todo el año, las acciones de la firma no habían alcanzado esos valores.
En total, según documentos de los vehículos de inversión de la familia —firmados por los ejecutivos de confianza del clan, Martín Guiloff y Luis Felipe Correa—, las ventas recaudaron cerca de US$ 16 millones. Tras esas operaciones, el papel volvió a ceder: cayó bajo los US$ 2 y borró parte del salto, aunque sigue cotizando muy por encima de los niveles previos al anuncio con Roche.
La compañía, por su parte, aceleró su plan de expansión y tiene a parte de Wall Street atento a sus próximos pasos. Cerró una colocación privada por US$ 60,3 millones, incorporó a Abe Bassan y a Vasudev Bailey al directorio y vio a su fundador, Mir Imran, comprar acciones por unos US$ 1,26 millones.