Ninguno tiene más de 24 años, y todos dicen ser nerds. Han tenido negocios desde su etapa escolar y hoy están de alguna manera involucrados en el mundo tecnológico. Damián Panes, René Cáceres, Ernesto Bernardo, Santiago Anticona y Joaquín Meneses fundaron Indies, “un colectivo de gente creando cosas bacanes sin pedir permiso a nadie”, afirman.
Damián Panes es de Chillán. Acaba de cumplir 20 años y emprende desde los 14. Su primer negocio fue hackear videojuegos como GTA y Roblox y vender estos hacks en internet. Pedía criptomonedas a cambio. Su carrera hacker empezó en su liceo, el Insuco de Chillán. Allí junto a un amigo hackearon el sistema de notas. “Él iba a los computadores, ponía el pendrive y yo programaba el script para sacar las claves. Su rol era distraer a los profesores y yo creé la herramienta de acceso remoto para que nos pudiésemos conectar desde cualquier parte a los computadores del liceo y así veíamos las claves de los profes del programa que se llama Napsis”, recuerda orgulloso.
Le contaron a su profesora lo que habían hecho, y ésta los instó a hablarlo con el director. “Pensé que nos iban a echar”, cuenta Panes, pero pasó todo lo contrario. Al director le gustó la capacidad de estos alumnos y lo invitó a reunirse con el Seremi de Educación. “Ahí me di cuenta que lo que yo hago no sólo es divertido, sino que puede significar una solución para otras personas y que se puede vender”, agrega.
Creó su primera empresa, la llamó NMO y por eso dio charlas en Perú y Argentina. Así descubrió el mundo startup. Entró a estudiar informática en el Inacap pero a los dos años se aburrió, con la fábrica de software que había creado ya ganaba suficiente dinero. Ahora está creando un crowdfunding automotriz.
René Cáceres es de Nueva Imperial. Es el líder de Indies y aprendió a programar porque “aquí no hay nada que hacer, en una hora caminas de esquina a esquina”, dice. Antes de escribir código quiso aprender inglés, y se ganó una beca para irse a Nueva Zelanda. Cuenta que un día que estaba en la playa se le acercó uno de sus profesores del intensivo. Todos sus compañeros estaban en clases de surf pero a él no le gusta el mar. Ahí, el docente le preguntó qué estaba esperando para aprender a programar. En su cabeza, Cáceres creía que tenía que esperar a entrar a la universidad, pero lo convencieron de hacerlo por su propia cuenta en su casa.
Posteriormente entró a la Universidad Federico Santa María a estudiar informática, “pero era muy fome, me cargaba. Yo quería hacer cosas”, dice. En ese momento empezó la guerra en Ucrania y el imperialino participó en una competencia para ayudar a refugiados de ese país: construyó una plataforma para conseguirles hogar alrededor del mundo, y se ganó US$ 3.000. Con eso “me compré un iphone, pero al poco tiempo me aburrí y lo regalé, no me gustan las cosas caras”, declara.
Publicó en LinkedIn su logro y lo contactó una inmobiliaria para hacer mapas interactivos. A los cuatro meses de estudio dejó la carrera para dedicarse a programar. Ha pasado por startups como Búho y Forpay.
Nace Indies
En un programa norteamericano llamado Buildspace (que ya no existe), donde los seleccionados tenían seis semanas para trabajar en sus propias ideas, Cáceres conoció al argentino Ernesto Bernardo. Éste vive desde 2017 en Chile y también tenía un pasado ligado a los negocios. En el colegio creó una empresa de dropshipìng donde llegó a vender $ 100 millones.
Al igual que los chilenos, no duró mucho en la universidad. Se matriculó en Psicología en la PUCV, pero no era lo que buscaba. Empezó a crear startups pero ninguna le funcionó, hoy trabaja en Asimov Consultores.
En junio de este año Cáceres tuvo una idea, envidiaba las comunidades norteamericanas y europeas donde “gente loca se juntaba a crear cosas”. Quería hacer eso, conocer más historias de chilenos creando, y para eso escribió en LinkedIn.
El post que lo cambió todo
“Existe alguna comunidad de gente en Chile creando cositas? Algo público para poder hablar con gente que esté haciendo proyectos bacanes sean side projects o startups? Como hace falta un buildspace chileno, qué lata no tener gente con la que hablar todo, esas comunidades tan medias cerradas detrás de VCs, taria bueno conectar con gente haciendo cosas bacanes por diversión o ambición nomás”.
El post se hizo viral. En los comentarios, Carla Jaña, ingeniera de Frust (una startup acelerada por Platanus Ventures), publicó un link a Discord (app para chatear y crear comunidades). “Y me dijo, ‘toma. ahora tú hazte responsable’”, dice Cáceres. Se fueron sumando programadores, ingenieros, emprendedores, y llegaron a 500 personas. Así nació Indies, liderado por el chileno y el argentino. Orgullosamente cuentan que en el Discord hay personas como los fundadores de Blar, Fraccional y la fundadora de Platanus Ventures Paula Enei.
Luego se sumó Panes (porque comentaba mucho en el chat) y pasaron esta comunidad digital al mundo físico. Con eventos. Una de las personas que más les ayudó fue el chileno ex OpenAi Felipe Torres, les pasó capital para organizar las convocatorias y los ayudó a conseguir el Hub de Providencia.
Ya han hecho dos reuniones, con más de 140 personas. Han tenido de expositores a Vicente Vega, emprendedor de 17 años que creó una agencia de growth, entre otras cosas; Felipe Mandiola, diseñador y fundador de PetMatch, Valentín Jadot, belga ex Fintual que actualmente lidera Slash, un nuevo producto de Fintoc, y Matiás Avilés, chileno que creó un videojuego viral en Japón.
Entra Perú
En el camino conocieron al peruano Santiago Anticona. Tenía una historia similar, emprendió a los 13 años, vendía ropa usada en el centro de Trujillo y llegó a ganar $ 50 millones. Tuvo que dejarlo porque sus padres no lo dejaron seguir. Con el capital ahorrado entró al mundo de las criptomonedas y aprendió a programar, ha pasado por varias startups en Perú y actualmente estudia en Estados Unidos.
Con el capital ahorrado creó junto a Joaquín Meneses -a quien conoció jugando Fortnite-, Shem fund, un fondo que invierte tickets de hasta US$ 100 mil en startups y también entrega grants (subvenciones) a jóvenes que quieren emprender, algo como la Thiel Fellowship o 1517 pero a menor escala. Dos de los proyectos que pasaron por su fondo luego fueron aceptados en Startup Perú.
Hace unas semanas los peruanos se asociaron a Indies para lanzar la iniciativa 3x10, un “StartupChile pero más rápido”, dicen. Seleccionarán a 10 startups y a cada una le entregarán US$ 3.000 para partir su idea. Indies -aseguran- busca ser la comunidad para crear proyectos, desde una película independiente hasta la próxima idea del millón. Los veinteañeros se tienen fe.