Por M. Sánchez / G. Cerda / A. Chávez
Ad portas de la elaboración del Presupuesto 2012, el segundo realizado íntegramente por el actual gobierno, el debate sobre la trayectoria que están teniendo la cuentas fiscales comienza a apoderarse de la agenda.
El puntapie inicial es el cambio que anunció el titular de la Finanzas Públicas, Felipe Larraín, al escenario macroeconómico, donde elevó de un 6,1% a 6,6% el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), aumentó en un 8% los ingresos totales del gobierno central y redujo el gasto público en 1,5% respecto a lo considerado en la Ley de Presupuestos 2011.
Previamente, y a modo de precalentamiento, desde España, el ex ministro de Hacienda y actual director del FMI, Nicolás Eyzaguirre, abogó porque “Chile debe retomar la regla fiscal con la mayor rapidez posible”.
Pero el gobierno, el miércoles en el Congreso, mantuvo su meta fiscal de déficit estructural de 1% para 2014, aún cuando modificó esta medición para el presente ejercicio de un -1,8% a -1,6% del PIB y se la jugó porque dado los ingresos extraordinarios que está teniendo el Estado el superávit total efectivo este año llegaría a 1,3%.
No obstante, la propia directora de Presupuestos, Rosanna Costa, señala que “hay mucha presión, mucha gente que quiere que lleguemos a 0% y otra que quiere que no cumplamos con el -1%”.
Más y menos productividad
Para el corto plazo los expertos consultados señalan que no están dadas las condiciones para que el gobierno adelante o modifique su meta fiscal.
La visión del ex director de Racionalización y Función Pública del gobierno pasado, Enrique Paris, es que existen datos claros que para 2012 y 2013 la economía mostrará en promedio un incremento más cercano al 5%, por tanto, “Larraín no se está casando con alcanzar el superávit estructural, porque sabe que la economía mostrará un dinamismo mucho más acotado el próximo año”. De ahí que habla de que el gobierno “está frente a una encrucijada porque efectivamente tiene recursos adicionales este año, pero cuando se habla de superávit estructural se están comprometiendo ingresos más permanentes” y esos, “no los tiene”.
¿La razón? “Hasta el momento no hay ningun cambio significativo en materia de ingresos de largo plazo”, afirma. Es que, indica, medidas para aumentar el PIB potencial y mejorar la productividad el gobierno no ha mostrado, salvo la Agenda de Impulso Competitivo del Ministerio de Economía, pero la “presión social y política” comenzó a mellar su impacto debido a que tuvo que suspender la aplicación de 6 propuestas después de meses de trabajo.
Ahora, añade, probablemente los commodities se seguirán manteniendo alto, particularmente el cobre, pero esos son ingresos transitorios. Por tanto, dice, la presión política de los distintos sectores por buscar financiamiento para la educación, el post natal y la eliminación del 7% hacen poco probable que se vuelva rápidamente a un superávit estructural y además el gobierno “no ha demostrado tener una capacidad más política de avanzar en una agenda que contribuya a elevar la productividad de la economía chilena para poder cerrar esa brecha más rápido y aprovechar estos períodos de bonanza para que se traduzcan en cambios más estructurales”.
“Camisa de fuerza”
El economista de la Universidad Católica, Juan Eduardo Coeymans, sostiene que el gobierno está sufriendo una fuerte presión política, porque “se le quiere pedir que restrinja el gasto, pero, a su vez, que lo suba con todo esto de la educación”.
Entonces, “no sé sí dado las condiciones políticas actuales ponerle una presión adicional al gobierno (pidiendo que vuelva más rápido a un balance estructural) es lo recomendable. Es más, antes que estallará toda esta presión se podría haber hecho un esfuerzo adicional, pero dado las condiciones actuales veo difícil que lo pueda hacer”.
A juicio del economista Patricio Rojas de Rojas y Asociados, “como el gobierno se está comprometiendo con gasto en educación que no estaba considerado en su plan original, van a tener que hacer una redistribución del gasto o pensar en conseguir mayores ingresos”. Por lo que, “mi percepción de que el gobierno, aún cuando en términos efectivos tiene resultados mejores a los que ellos esperaban, en términos estructurales, dado que hay que financiar algo de largo plazo como es la educación, hacer un cambio en la parte estructural sería algo no aconsejable”.
El economista de Econsult, Gonzalo Sanhueza, coincide con que “hay espacio para hacer ese ajuste fiscal, pero el gobierno no se ha querido poner esa camisa de fuerza y lo que ha planteado es una meta relativamente poco exigente de un déficit estructural de -1%”.
Finalmente, Costa intenta sellar el debate advirtiendo que “nosotros dimos esta trayectoria (-1% al 2014) y la vamos a mantener, no vamos a llegar a un 0%, porque dijimos que era muy osado, tuvimos que cambiar esta convergencia de 0% a -1% porque el país tuvo un terremoto, hay que recuperar la infraestructura pública, hay necesidades sociales, compromisos que los vamos a cumplir, pero también vamos a cumplir con nuestra trayectoria”.