El vicepresidente del Banco Central, Sebastián Claro, puso paños fríos ante la posibilidad de que el instituto emisor recorte la Tasa de Política Monetaria (TPM) en medio de la debilidad de la economía chilena y la baja de la inflación, que en septiembre fue menor a lo esperado y adelantó la convergencia al rango meta del emisor.
En una presentación realizada en un evento de Scotiabank, el economista señaló que la “debilidad” de la actividad y la demanda “justifican” una política monetaria “expansiva”, como la que el instituto emisor ha mantenido “por un largo tiempo”.
Y si bien recalcó que la estabilidad del peso chileno ha “contribuido” a la disminución de la inflación de transables, puntualizó que no es un factor suficiente como para pensar en un cambio en la dinámica de tasas.
“Esta fuente de desinflación no justifica per se una política monetaria más expansiva, que más bien debe anclarse en las perspectivas de mediano plazo para la actividad y la inflación”, agregó.
En concreto, aseguró que esta visión de más largo plazo ha “justificado” la mantención de la TPM en el 3,5% que acarrea desde diciembre del año pasado.
“Esto podría modificarse en el futuro, pero ello debe obedecer a cambios en la perspectiva de mediano plazo de la inflación, lo que deberá ser evaluado con las cifras que aparezcan y sopesando adecuadamente los riesgos que se vislumbran”, apuntó el economista de la Universidad Católica.
En este punto, subrayó que es “especialmente importante” considerar que una parte de la apreciación del peso frente al dólar obedece a las mejores condiciones financieras externas, “lo que podría proveer de un soporte para la actividad y las perspectivas de inflación en el mediano plazo”.
Desviaciones “inevitables”
En su presentación, Claro recordó que el esquema de flexibilidad en el tipo de cambio que impera en Chile permite desviar la inflación del objetivo del Banco Central, opciones que son “inevitables” más aun considerando la debilidad de la economía y el fuerte alza del tipo de cambio que comenzó en 2013 y que llevó a la inflación a mantenerse sobre el 4% anual por más de dos años.
“Obviamente, compatibilizar la flexibilidad cambiaria con el irrestricto compromiso con la estabilidad de precios a mediano plazo puede a veces ser una tarea difícil. Pero ese es exactamente uno de los desafíos de la política monetaria para economías como la chilena”, aseguró, concluyendo que la tarea comunicacional en este caso es “central, toda vez que la estabilidad de las expectativas de inflación representa el ancla del esquema monetario”.