"Hemos dejado atrás la fase de desaceleración de la economía", enuncia de entrada Luis Oscar Herrera, quien desde hace seis meses ya no sólo tiene bajo su lupa Chile, sino que también Perú, Colombia y Argentina en virtud de su nuevo rol como economista jefe para la región Andina del banco brasileño BTG Pactual.
Pero ese decir, que bien sugiere una invitación a escuchar un buen diagnóstico de la actividad productiva chilena, choca pronto con su mirada de más largo plazo -no muy halagüeña-, hacia dónde cree que debe enfocarse el debate.
"Las cifras han mostrado un desempeño algo mejor", precisa quien fuera hasta agosto director de la división de Estudios del Banco Central. De hecho, sus proyecciones asumen este escenario, con lo que subirá su estimación para el PIB del año de 2,5% a una tasa cercana a 3%.
Pese a esos resultados, aconseja no sacar cuentas alegres. "Todavía es prematuro decir que hemos entrado en un proceso de recuperación vigorosa y sostenida", sentencia el doctor en Economía del Massachusetts Institute of Technology (MIT).
- ¿Por qué aún es prematuro?
- Porque hay algunas fuerzas que han estado incidiendo en el desempeño reciente de la economía, que son puntuales: una, la baja en las gasolinas, que fue muy fuerte entre noviembre y enero y que se ha revertido parcialmente desde febrero; dos, la ejecución del Presupuesto público, que fue muy fuerte a fines del año pasado y principios de 2015 -en el último trimestre móvil la tasa de aumento nominal del gasto superó el 13%-, y ese ritmo no se podrá mantener en la segunda parte del año. Esto en lo interno.
En lo externo estamos en un ambiente volátil, con algunos riesgos importantes que siguen latentes: uno, la profundidad de la desaceleración de China; y el otro es cómo se realizará el proceso de normalización de la política monetaria de EEUU.
- ¿Qué se requiere para una recuperación sostenida?
- Un despegue aún mayor de los indicadores de confianza empresarial y de los consumidores, de los planes de contratación, de los planes de inversión. Esto le daría un sustento más firme a esta recuperación. Y en esas cifras, si bien hemos mejorado, todavía estamos por debajo del nivel neutral, lo que indica que todavía predomina más bien el pesimismo.
Quizás más importante es que mirando más hacia el mediano plazo tampoco se observa mucho espacio por el lado de la oferta para una recuperación vigorosa de la economía. Hay varios síntomas. Uno es la tasa de desempleo, que si bien hay señales de ajuste en el mercado laboral, se mantiene baja en relación a la evolución reciente de la actividad económica.
Dos, y asociado a lo anterior, el comportamiento que siguen mostrando los salarios nominales y la inflación subyacente. Más allá de los efectos inflacionarios transitorios del tipo de cambio, la inflación de servicios se ha mantenido rebeldemente alta, sin recoger el impacto de la desaceleración de la economía y eso también revela que la economía no tiene mucho espacio para crecer más rápido.
- ¿Pero hay brotes verdes, aunque son débiles, o ni siquiera da para eso?
- Hay un cambio en la tendencia y es positivo que vayamos dejando atrás el elemento cíclico para concentrarnos en las potencialidades de crecimiento de mediano plazo. El foco debe pasar desde esta discusión en torno al ciclo hacia la tendencia, porque lo que vemos es que no hay mucho espacio de crecimiento rápido -aun si hay brotes verdes por el lado de la demanda-, no hay mucho espacio para crecer muy rápido de aquí hacia adelante.
- ¿Qué hay que hacer entonces?
- Lo primero, es tener un diagnóstico de que esta desaceleración no sólo tiene elementos de demanda, como el pesimismo y fin del ciclo minero, sino que también elementos de oferta, como un mercado laboral apretado y bajo crecimiento de la productividad de tendencia. Venimos saliendo de una década con condiciones externas muy extraordinarias, sobre todo con la situación de términos de intercambio que le dio un impulso al crecimiento de la economía, tanto por el lado de la oferta como por el lado de la demanda. Esas condiciones no se repetirán.
Entonces, el foco debería estar en que no está asegurado que la economía volverá a crecer a tasas del 4% o 4,5%. Si continuamos en la actual tendencia, la tasa de crecimiento potencial en nuestras estimaciones se ubica más bien en torno al 3,5%. Por lo tanto, el foco debiera estar en cómo mantener y aumentar la tasa de inversión, cómo mejorar la productividad, cómo continuar aumentando la participación laboral.
- Usted dice que el PIB potencial es menor y en estos meses hemos visto una baja en el precio del cobre. ¿Cómo ve el escenario fiscal? Considerando que el propio ministro Arenas se estableció esta meta de llegar al balance en 2018...
- Por razones cíclicas, el Presupuesto de 2015 postergó el inicio de la convergencia hacia el balance estructural, pero eso implica que la tarea hacia adelante será poco más pesada. El Presupuesto fiscal de 2016 va a tener que ser un poco más apretado para comenzar a avanzar hacia la meta de balance estructural; y segundo, va a tener que reconocer un menor precio estructural o de largo plazo del cobre. Los actuales precios de largo plazo, hoy en
US$ 3,06, sólo por la apreciación del dólar a nivel internacional debería ajustarse a la baja en el presupuesto del próximo año, por debajo de los US$ 3.
- No le sorprende que hoy estemos hablando de que un PIB potencial menor a 4%. ¿Cómo llegamos ahí?
- La tarea se va haciendo cada vez más difícil con el tiempo. Tras la crisis asiática tuvimos un período de crecimiento lento, del cual sólo salimos cuando vino el impulso externo de los commodities y la ganancia de términos de intercambio, que logró compensar el bajo desempeño de la productividad. Pero eso ya se fue y ahora nos volvemos a enfrentar con las limitaciones del lento crecimiento de la productividad.
Segundo, venimos saliendo de un período de transición demográfica muy favorable, donde la población en edad de trabajar aumentó más rápido que la población total y ese bono demográfico también ya se terminó. De aquí en adelante veremos que la población en edad de trabajar está creciendo cada vez más lentamente.
Tercero, una década atrás teníamos una baja participación laboral, sobre todo femenina, respecto de economías similares o la OECD, pero esa brecha se ha ido cerrando en los últimos años, especialmente entre 2010 y 2013 -cuando hubo mucha creación de empleo. Todavía queda espacio, pero menos del que existía inicialmente.
Todos esos factores hacen la tarea más difícil. Y claro, al final, terminamos convergiendo a tasas de crecimiento del 3% al 4%.
"Es preocupante la rebeldía de la inflación de servicios en una economía que se desacelera"
- ¿Qué tan preocupante es el hecho de ver estas mejores cifras de actividad acompañadas de más inflación?
- Las sorpresas recientes de inflación son incluso más importantes que las sorpresas de crecimiento.
- ¿Por qué tanta sorpresa?
- Hay dos temas que inciden: uno, es el comportamiento del tipo de cambio. La apreciación del dólar a nivel internacional se ha traducido en una depreciación del peso y mayores presiones inflacionarias sobre bienes transables. Ese es un componente, aunque como sabemos, debiera ser más bien transitorio.
El segundo componente de la sorpresa, a mi juicio más preocupante, es la resistencia o la rebeldía del resto de las medidas de inflación, la de servicios, salarios, en contraste con una economía que se desacelera. Lo que cabía esperar era que esas cifras mostraran una moderación gradual, lenta en el tiempo, pero moderación al fin, y eso no ha sucedido. Una hipótesis es que partimos de brechas mucho más apretadas en la economía durante este ciclo y que a lo mejor las estimaciones de crecimiento potencial utilizadas son demasiado optimistas respecto a la realidad actual. La consecuencia es que la inflación se mantendrá alta por un tiempo mayor.
- ¿Y esa hipótesis gana fuerza o hay que darle tiempo?
- Ha transcurrido tiempo suficiente de crecimiento lento para que al contrastarlo con estimaciones oficiales de PIB potencial, entre 4% y 4,5%, se hubiese producido una descomprensión más significativa en el mercado laboral, en la inflación de salarios y en la inflación de servicios.
Otra interpretación es que los shocks de inflación por el lado cambiario se han traspasado a través de cláusulas de indexación, al comportamiento de salarios, tarifas y otros precios, lo que trae efectos de segunda vuelta en otros sectores. Si este es el caso, ahora, que hemos empezado a ver tasas de inflación más bajas -aun cuando hayan sorprendido al mercado, este fenómeno comenzará a atenuarse y la inflación convergerá más rápido a la meta. Hay que mantener esas dos hipótesis abiertas.
- ¿En qué pie deja este escenario el Banco Central en materia monetaria?
- La preocupación fundamental debiera ser lograr esa convergencia de la inflación total, de la inflación subyacente e indicadores relacionados, hacia niveles compatibles con la meta. Entonces, no se vislumbra espacio para recortes adicionales de la tasa, tampoco de alza, porque la economía aún está débil. Por lo tanto, parece una situación en que nos quedamos con una tasa alrededor del 3% por un tiempo prolongado.
- ¿El BC se equivocó en bajar tanto la tasa?
- No, el nivel actual de la tasa es apropiado para la situación de la economía... el Banco Central fue más cauto que el mercado al plantear la trayectoria para la tasa de política monetaria.
- ¿Volverá la inflación a la meta?
- Sí, proyectamos la inflación descendiendo hacia el rango de tolerancia y terminando 2015 en torno a 3,5%.
"Falta ver la concreción de ese discurso en iniciativas más visibles"
- ¿Cómo evalúa el primer año de gestión del equipo económico y, en particular, del ministro Arenas?
- Inicialmente, el discurso y las reformas pusieron un foco potente en la desigualdad y distribución del ingreso, pero parecieron algo complacientes respecto del crecimiento económico. El diagnóstico parecía ser que, más allá de ciertos problemas cíclicos -externos o internos-, estaba asegurado volver a crecer 4%-4,5%, que sólo era necesario impulsar la demanda y que eso permitiría retomar las tasas normales de crecimiento. Sin embargo, el entorno externo ha cambiado, toda la región está enfrentando un escenario más difícil y quedan en evidencia las limitaciones de crecimiento. Nosotros también estamos experimentando este proceso y también debiéramos poner un mayor foco ahí.
El discurso de los últimos seis meses ha ido cambiando hacia poner un mayor énfasis en los temas de crecimiento, en reconocer su importancia, pero falta ver la concreción de ese discurso en iniciativas más visibles, que reflejen esa preocupación.
- ¿Es el principal desafío que enfrenta el ministro?
- Sí, es un desafío muy importante mantener el dinamismo del crecimiento y del mercado laboral, porque son las principales herramientas para mejorar el nivel de bienestar de la población en forma sostenida y mejorar la distribución del ingreso.
- Se habló mucho de la responsabilidad de la reforma tributaria en el crecimiento, pero según le entiendo el tema de la menor expansión trasciende a ella...
- El bajo crecimiento trasciende temas de expectativas o ciclos externos puntuales, es un poco más de largo plazo.
La reforma tributaria, sin desconocer la necesidad de levantar recursos y solucionar inequidades del sistema anterior, desdibujó algunos incentivos relevantes para la inversión y el ahorro de las empresas, y además quedamos con un sistema complejo en su operación.
- ¿Y la reforma laboral?
- La reforma laboral -como está explicado en su mensaje presidencial- fortalece la negociación sindical como una forma de mejorar la distribución del ingreso. En mi opinión, se puede avanzar con más fuerza en reformas que permitan aumentar la participación en el mercado laboral de mujeres y jóvenes.
Certeza jurídica para las inversiones
Otro tema y quizás de los más importantes, enfatiza Herrera, es que día a día, semana a semana, vemos que hay proyectos de inversión -rentables y con financiamiento-, pero que enfrentan dificultades en su materialización por problemas judiciales, con las comunidades, con regulaciones, problemas políticos; y eso dificulta el proceso de inversión.
- El caso del tranque El Mauro de Los Pelambres...
- Es un síntoma de ese tipo de problemas. Y más que centrarse en casos particulares, es un tema generalizado que ya se arrastra por varios años, no sólo en Chile, sino que en toda la región. Nosotros ahí necesitamos dar un salto en términos de mejorar la institucionalidad que permita conciliar y resolver esos conflictos entre los legítimos intereses de la comunidad y el desarrollo del país. Esto no se resuelve solo tratando de hacer más expeditos los trámites burocráticos, sino que con una institucionalidad renovada.
- ¿Los casos Penta y Caval afectan nuestra imagen?
- Son casos graves y se dan en un contexto en que existen casos similares en países de la región. Lo importante y donde podemos diferenciarnos es que estos casos se transparenten, se lleven a la justicia y, cuando haya ilícitos, no queden impunes. Esas son señales que a la larga nos permitirán salir adelante, diferenciarnos y generar un ambiente más sano para la política y la economía.