La recuperación de la economía de Chile está perdiendo fuerza a medida que la confianza de las empresas está siendo socavada por el controvertido programa de reformas de la presidenta Michelle Bachelet y una crisis política gatillada por escándalos de corrupción.
El gobierno anunció una abrupta revisión a la baja de sus estimaciones de crecimiento económico a 2,5% para 2015 el lunes, habiendo pronosticado inicialmente un crecimiento de 3,6% en el presupuesto de este año.
El crecimiento de 1,9% en 2014 fue el menor desde que estalló la crisis financiera global.
"La buena noticia es que estamos reaccionando como país, poniendo el crecimiento de regreso al centro de la agenda", dijo el ministro de Hacienda Rodrigo Valdés, en una entrevista con Financial
Times. Valdés afirmó que la economía chilena ha tocado un punto de inflexión tras la implementación de un significativo ajuste macroeconómico para despejar el camino a un crecimiento más sólido.
"Sin crecimiento será imposible implementar el programa de reformas", dijo el ministro, cuyo nombramiento en un cambio de gabinete en mayo fue visto como un intento por restablecer la confianza en la economía del mayor productor mundial de cobre que también se ha visto golpeado por la caída en los precios de los commodities.
El programa de reformas de Bachelet, que busca reducir las desigualdades al mejorar el acceso a la educación de calidad, ha sufrido, a medida que la atención ha sido desviada por diversos escándalos de corrupción este año.
Una de las mayores víctimas ha sido la propia Bachelet, luego de que su propio hijo provocara indignación por supuestamente abusar su posición privilegiada para asegurar un crédito bancario.
Eso solo aceleró el derrumbe en la popularidad de Bachelet, que también ha sido golpeada por el descontento sobre la debilidad de la economía chilena. Su nivel de aprobación alcanzó un Nuevo mínimo de 27% en junio, según la encuestadora local Adimark, tras declinar desde 54% al comienzo de su segundo período presidencial hace más de un año.
Valdés admitió que la crisis política ha tenido un costo para la economía, pero desestimó los temores de que los problemas económicos de Chile puedan frenar la ambiciosa agenda de reformas de Bachelet.
"Chile tiene una tradición de ser sensato. Seremos capaces de tomar las decisiones necesarias para escapar de este círculo (vicioso), en el que la política contamina a la economía y la economía contamina a la política", dijo.
Un paso clave en ese proceso es mejorar las relaciones con el sector empresarial, que ha sido un claro crítico del fuerte incremento de los impuestos corporativos el año pasado para financiar el mayor gasto en educación.
Las empresas también han sido fuertemente complicadas por los planes para iniciar un proceso de reforma constitucional en septiembre, al igual que una reforma laboral discutida por el senado que le dará mayor poder a los sindicatos.
"Necesitamos fortalecer el diálogo para entendernos mejor unos a otros", dijo Valdés, un respetado economista educado en el MIT que ha trabajado en el Fondo Monetario Internacional. "A través del diálogo será posible impulsar la confianza", agregó.