Anglo American prevé que una de sus principales minas de cobre recupere los niveles normales de producción en 2027, tras atravesar un período de mineral de menor calidad que limitará la extracción el próximo año.
La producción anual de Collahuasi —en la que Anglo y Glencore poseen cada una 44% de la propiedad— probablemente volverá a unas 600 mil toneladas métricas en 2027, señaló el director de Operaciones de Anglo, Ruben Fernandes, en una entrevista. Ello ocurrirá cuando la operación alcance zonas más ricas del yacimiento a cielo abierto y entre plenamente en funcionamiento una nueva planta desalinizadora el próximo año.
“El agua dejará de ser un problema”, dijo Fernandes, al margen de una conferencia en Salvador, Brasil. “Hacia el final del segundo semestre llegaremos a áreas con mineral de mayor ley, lo que permitirá que Collahuasi retome su producción regular.”
A plena capacidad, Collahuasi es una de las mayores minas de cobre del mundo y un activo clave en el portafolio de Anglo. En su último informe trimestral, la empresa advirtió que la producción de Collahuasi probablemente será inferior a lo previsto el próximo año, agravando la escasez en el mercado del cobre. El metal alcanzó un récord este miércoles, en parte por las crecientes preocupaciones sobre interrupciones en el suministro.
La mina también ocupa un lugar central en el plan de fusión de Anglo con Teck Resources. El mineral de alta ley de Collahuasi se suministraría a la vecina mina Quebrada Blanca, de Teck, lo que podría añadir 175 mil toneladas de cobre anuales y aumentar la rentabilidad en unos US$ 1.400 millones por año.
Fernandes señaló que las conversaciones con los socios de Collahuasi —entre ellos un consorcio liderado por Mitsui & Co. que posee el 12% restante— comenzarán solo una vez que se obtengan las aprobaciones regulatorias y antimonopolio necesarias para la integración corporativa entre Anglo y Teck.
“Ese será el momento en que tengamos todas las luces verdes para proceder con la integración”, afirmó.
Fernandes mantiene una visión optimista sobre las perspectivas del cobre a largo plazo, impulsadas por la creciente demanda derivada de la transición energética y de los centros de datos vinculados a la inteligencia artificial, pese a los contratiempos que enfrentan grandes productores en Indonesia, Chile y la República Democrática del Congo.
“Poner en marcha un nuevo proyecto de cobre lleva entre 15 y 20 años”, explicó. “Si la demanda crece entre 2,5% y 3% anuales durante las próximas dos décadas, se necesitarán entre 30 y 40 minas nuevas del tamaño de Quellaveco en Perú, cada una produciendo unas 300 mil toneladas al año. Es mucho cobre.”