Por Robin Harding
Washington
Uno de los principales referentes de la Reserva Federal en la política de alivio monetario afirmó que apoya la reducción de la compra de activos del banco central una vez que la economía de EEUU haya recuperado suficiente impulso.
La declaración de Bill Dudley es la primera insinuación oficial de que es probable una reducción en el ritmo del programa de compras, conocido como QE3, y podría calmar los temores del mercado sobre el impacto de una baja de adquisiciones por la Fed.
El presidente de la Fed de Nueva York dijo que el banco central debe ajustar la velocidad de su compra de activos, actualmente de
US$ 85.000 millones al mes, en respuesta a cambios materiales en el panorama del mercado laboral.
El comentario muestra que hay consenso en reducir el Q3. Sin embargo, dijo que es demasiado pronto para estar seguro de que el mercado laboral está sanando cuando la creación de empleo va por delante del crecimiento en la economía subyacente.
“Hemos visto esta película antes”, dijo Dudley. “Cuando sucedió en 2011 y 2012, luego el crecimiento del empleo se ralentizó”.
“Este año el crecimiento estará limitado por la consolidación fiscal, hay riesgo de que vuelva a ocurrir. El resultado es que es prematuro concluir que pronto veremos una mejora sustancial en el panorama del mercado laboral”.
La declaración de Dudley sugiere que la Fed probablemente reduzca el QE3 cuando haya evidencia de que la economía es lo suficientemente fuerte para mantener el ritmo actual de creación de empleo.
“En algún momento espero ver suficiente evidencia de impulso económico para reducir gradualmente el ritmo de compra de activos”, dijo.
“Toda mala noticia posterior me llevaría a volver a subirlo”, afirmó Dudley, en reflejo a un comentario del presidente de la Fed, Ben Bernanke.
Argumentó que los méritos del programa de compra de activos siguen superando sus costos.
“Hay una razón levemente mayor para preocuparse sobre potenciales excesos en ciertos rincones de los mercados financieros”, señaló Dudley. Agregó que los mercados de bonos de alto rendimiento y préstamos apuntalados “parecen un poco burbujeantes”, aunque desestimó que una caída en dichos mercados provoque un gran daño en la economía más amplia.