Por Ben McLannahan
Tokio
La inflación de precios al consumidor en Japón ascendió a una tasa anual de 0,7% en julio, su nivel más alto en casi cinco años, debido a que los efectos de un yen más débil hicieron subir los precios del combustible y la electricidad.
Es probable que la cifra general sea vista con alguna satisfacción por parte de las autoridades, que intentan revertir más de una década de deflación, la que, según ellos, ha debilitado la voluntad de las empresas de invertir y ha frenado el consumo de los hogares.
Política monetaria laxa
El Banco de Japón, bajo la firme dirección de Shinzo Abe, el primer ministro, pretende mantener la política monetaria lo suficientemente laxa para lograr una tasa de inflación de 2% a marzo de 2015.
Abe ha adoptado un enfoque más flexible hacia el gasto fiscal, mientras presiona por reformas estructurales para hacer de Japón un país más atractivo para los inversionistas.
Sin embargo, las cifras mostraron que mientras Japón -que posee escasos recursos naturales- estaba pagando más por combustibles minerales, aún no se ha afianzado una recuperación más amplia, impulsada por la demanda.
La cifra del Índice de Precios al Consumidor (IPC) anual, excluyendo los costos de energía y alimentos, cayó un 0,1%.
Datos positivos
Otros datos divulgados la semana pasada fueron positivos. La tasa de desempleo cayó a 3,8%, desde 3,9% en junio, mientras que la producción industrial aumentó 1,6% frente al mismo período del año anterior y 3,2% frente al mes previo.
El gasto de las familias repuntó 0,1% en comparación con el año anterior, después de una caída de 0,4% en junio.

