Japón abre debate migratorio por escasez de mano de obra
Shinzo Abe propone nuevas visas en el país, uno de los más étnicamente homogéneos del planeta.
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Tokio
Cuando Shinzo Abe diseñó un plan para crear dos nuevas categorías de visa, quería apaciguar a las empresas japonesas que están complicadas por la escasez de mano de obra y desesperadas por contratar más personal extranjero.
Pero el controvertido plan del primer ministro japonés tiene profundas implicancias para el país y ha encendido un debate que ha evitado durante décadas: ¿Debería el país de más rápido envejecimiento del mundo y uno de los más étnicamente homogéneos aceptar inmigrantes para estabilizar su población y su economía?
En el corazón de la controversia están dos elementos del plan de Abe que han sido tabú en Japón. Primero, creará un camino -aunque largo y difícil- para que trabajadores extranjeros se vuelvan residentes permanentes. Segundo, permitirá que algunos de esos trabajadores traigan a sus familias.
Defendiéndose ante el Parlamento la semana pasada, Abe insistió en que no está adoptando “lo que llaman una política migratoria”. Dijo que los obstáculos para la residencia permanente en Japón eran muchos y él no estaba intentando reducirlos.
La escasez
La población de trabajadores extranjeros en Japón se ha disparado en los últimos años -creció 18% sólo en 2017 hasta 1,28 millón- pero la mayoría son estudiantes o practicantes, cuyas visas imposibilitan que se queden a largo plazo. La propuesta de Abe permitiría emitir permisos laborales completos en sectores con escasez de mano de obra, como la construcción, con la posibilidad de residencia permanente para quienes aprueben un examen de japonés.
“Hasta ahora, sólo aceptábamos mano de obra extranjera altamente calificada y estamos transformando eso para crear un nuevo estatus de residencia para trabajadores básicos también”, dijo el ministro de Justicia, Takashi Yamashita.
La propuesta generó una reacción negativa en todo el espectro político, pero también hizo que un partido de oposición apoyara la inmigración, la primera vez que una organización japonesa lo ha hecho en la historia. Yuichiro Tamaki, líder del pequeño y centrista Partido Democrático del Pueblo, dijo que su colectividad prefería “una política migratoria al estilo europeo o estadounidense”.
Las encuestas de opinión sugieren que 54% de la gente respalda el plan de Abe, mientras 34% se opone. Los jóvenes son especialmente positivos, lo que refleja un cambio lento en las actitudes, a medida que un número creciente de turistas y trabajadores temporales hace que los extranjeros sean cada vez más comunes en todo el país.
Historias de inmigración
Ngo Van Tung, un graduado de ingeniería estructural de Vietnam de 25 años, es el tipo de trabajador que Abe quiere atraer. Un contratista japonés registrado fue a su país a entrevistarlo y consiguió una visa de cinco años bajo el esquema existente para trabajadores altamente calificados. Tiene un contrato permanente y el mismo sueldo que un nativo, y actualmente supervisa un sitio de construcción en Tokio.
En general, considera que la vida es buena. Tung juega al fútbol los fines de semana y ha podido recorrer el país por trabajo. “El ambiente y el transporte en Vietnam aún son básicos así que estaba muy impresionado cuando vi Japón”, dijo. La cultura de largas horas ha sido un golpe. “Las personas aquí son muy dedicadas y trabajan mucho”, añadió, con una mezcla de admiración y resignación. Tung se casó en Vietnam este verano (boreal) y tiene esperanza de que su esposa pueda unírsele en Japón, lo que podría ser más fácil bajo las reformas de Abe.
Otro grupo que engrosa las filas de la población extranjera en Japón es el de los estudiantes, que pueden trabajar legalmente hasta 28 horas a la semana. Krizzialyn Judrana, graduada de Filipinas, es parte de una beca inusual de una distribuidora de periódicos. Además de su sueldo, la empresa paga su hospedaje y tuición en una escuela de idioma japonés. A cambio, ella entrega diarios desde las 12.30 hasta las 4.30 de la mañana. La beca dura dos años, pero Judrana está disfrutando su estadía y tiene interés en quedarse. “Si llega la oportunidad, quiero tomarla y estudiar mucho y trabajar mucho”, señaló.
Las dos nacionalidades de mayor crecimiento en Japón son la vietnamita y la nepalí. Bahadur, un cocinero de 43 años de una villa cercana a Katmandu, es el tipo de persona para la que sería más fácil venir a Japón bajo las reformas de Abe. Actualmente, tiene una inusual visa de trabajador calificado, que está disponible porque tiene más de diez años de experiencia cocinando platos de una nacionalidad particular. Bahadur está casado y tiene dos hijos adolescentes en Nepal. Sería demasiado caro traerlos a Japón, incluso si las visas estuvieran disponibles, y él pretende volver a su hogar cuando su permiso acabe.
Incluso si los planes de Abe sobreviven en el parlamento en la primavera (boreal), Japón está decidido a aprender de lo que considera que son errores de Europa y EEUU, asegurándose de que cualquier residente permanente sea tanto un trabajador productivo como un hablante fluido del japonés. Pero el debate encendido por Abe y el cambio de actitudes que reveló sugieren un país largamente cerrado podría estar finalmente dispuesto a abrirse.