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Los Simpsons marcó la forma en que EEUU se ve a sí mismo y es visto por el resto del mundo

La serie tiene un récord de duración y alcanzará el hito de los 500 episodios en febrero de 2012.

Por: Financial Times | Publicado: Sábado 22 de octubre de 2011 a las 05:00 hrs.
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Por Matthew Garrahan



De niño en Oregon, Matt Groening pasaba tanto tiempo viendo televisión –series genéricas y sátiras como “Leave it to Beaver” y Father Knows Best- que sus profesores le decían que estaba desperdiciando su vida.

Había algo en esas imitaciones en TV de la generación de postguerra de estadounidenses de camisas abotonadas hasta arriba que fascinaba al joven Groening, que añoraba un retrato de la vida familiar más oscuro e impredecible. Sin embargo, aunque eran algo burdos, estos programas y sus personajes unidimensionales en última instancia aportaron parte de la inspiración para Los Simpsons, la anárquica comedia animada que él creó y que la semana pasada se salvó a último minuto de ser cancelada.

Fox, parte de la compañía de Rupert Murdoch, News Corp, había amenazado con cancelar el programa tras una disputa salarial con los actores que hacen las voces de Homero, Bart y otros personajes. Pero la cadena inesperadamente encargó otras dos temporadas, prolongando la influencia que las creaciones de Groening han tenido sobre la vida cultural y cómica de EEUU por más de dos décadas.

Los Simpsons superaron a Gunsmoke como el show con guión de mayor duración en la TV de EEUU y va a alcanzar el hito de los 500 episodios en febrero. A lo largo de los años, las payasadas de la familia Simpson, particularmente las dificultades de Homero con el matrimonio, los hijos y un trabajo sin futuro en una planta de energía nuclear, han modelado la manera en los estadounidenses se ven a sí mismos y como el resto del mundo los ve también a ellos.

El programa ha generado miles de millones de dólares en publicidad y ventas de merchandising. De él han surgido una película de Hollywood, un parque de diversiones temático y un videojuego. Ha atraído elogios y críticas en igual medida: La revista Time lo calificó como el mejor programa de la TV del siglo XX, mientras que en 1992 George H.W. Bush dijo que quería hacer que las “familias estadounidenses se parecieran más a los Waltons y menos a los Simpsons”. En un episodio transmitido poco después, Homero dijo: “Hey, somos igualitos que los Waltons. También estamos rezando para que termine la recesión”.

Para Groening, el show es una celebración de “la idea de la familia americana”. Tal como una vez le explicó a BBC, familia, en este sentido, significa “personas que se aman y se exasperan”.

Nacido en Portland en 1954 –sacó los nombres de algunos de sus personajes de los nombres de las calles de la ciudad- la propia infancia de Groening fue un modelo para Los Simpsons, aunque menos exagerada. El nombre de Homero lo tomó de su propio padre, un cineasta y caricaturista que hacía películas sobre surfing y llevaba a su familia a Hawaii. Su madre, Margaret, era un ama de casa, aunque no está claro si ella tenía ese característico pelo azul con forma de colmena de Marge Simpson.

Tal como Bart Simpson, Groening tenía una hermana pequeña llamada Maggie y una hermana mayor llamada Lisa. Decidió no usar su propio nombre en la familia ficticia y escogió Bart porque era un anagrama de brat (malcriado). Cuando tuvo que decidir el nombre de su propio hijo, Groening eligió Homero.

Amaba las caricaturas, particularmente el trabajo de Charles Schultz y su tira cómica Peanuts (Snoopy) –que refleja una infancia cargada de soledad e inseguridad y que Groening ha llamado “una de las obras maestras del siglo XX”. Otra influencia fue Ronald Searle, el artista inglés conocido principalmente por su tira cómica del colegio St Trinian’s. “Es muy oscura y perturbadora… pero de niño me encantaba”, dijo a BBC.

Después de salir de su escuela de Oregon, donde ya había comenzado a afinar sus habilidades como artista de las caricaturas, Groening asistió a Evergreen State College en el estado de Washington. “Cada tipo raro creativo en el Pacífico noroeste era arrastrado a esta escuela y se quedaba ahí”, dijo en una oportunidad. Conoció a otros caricaturistas y editó el periódico estudiantil. Tras graduarse, se trasladó a Los Angeles, el corazón de la industria de la televisión y el cine.

Mientras vivía con escasos recursos en un departamento barato –y sintiéndose miserable por su falta de progresos- Groening comenzó a desarrollar los personajes para su tira cómica Life in Hell, que enviaba a sus amigos y parientes en Oregon para explicarles la frustración que sentía en Los Angeles. Consiguió un contrato con el ahora extinto periódico de Los Angeles Reader, donde era editor y ocasionalmente repartidor. Life in Hell eventualmente fue sindicada a más de 200 periódicos en EEUU y, lo más importante, atrajo la atención del productor de Hollywood, James Brooks.

Cuando ambos se conocieron, Groening estaba aterrado, porque temía perder los derechos de Life in Hell y a cambio hizo unos bocetos de los Simpsons rápidamente mientras esperaba que Brooks lo recibiera. Tras un corto sketch de los Simpsons que apareció en el show de Tracey Ullman, Brooks y Groening nunca más miraron hacia atrás.

Con su pelo lacio, barba de chivo y ojos saltones, Groening no se parece a ninguno de los personajes de Los Simpsons. Con el tiempo, el foco del show ha girado desde el niño con pelo pinchudo Bart, a Homero, un hombre común, con barriga de cerveza que produce perlas de sabiduría como: “Intentar es el primera paso hacia fracasar” y “Cuándo voy a aprender que las respuestas a los problemas de la vida no están en el fondo de una botella? Están en la TV”.

Para Groening, las caricaturas son la herramienta perfecta para capturar el conflicto cómico en la vida familiar. “Las caricaturas son para esas personas que no dibujan tan bien y no saben escribir” dijo en una entrevista. “Se juntan dos mitades de talentos y sale una carrera”. También ha demostrado que, cuando se hace bien, puede ser muy lucrativo: Los Simpsons han convertido a Groening en una de las personas más rica en los medios con una fortuna estimada de más de US$ 600 millones, gracias a su participación en las ganancias generadas por el show y las otras actividades que han surgido del programa. Y aún así, él ha calificado su éxito de taquilla como un feliz error. “Estaría haciendo lo mismo aunque (Los Simpsons) no hubieran tenido éxito”, dijo en una oportunidad. “Simplemente amo las caricaturas y amo escribir”.

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