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Potencias asiáticas recurren a la clonación para satisfacer creciente apetito por carne

Mientras la culpabilidad de los occidentales se ha disparado y están abandonando los filetes (12% de los británicos dicen ser veganos o vegetarianos), otros países están devorando felizmente.

Por: Anjana Ahuja, Financial Times | Publicado: Lunes 30 de noviembre de 2015 a las 04:00 hrs.
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Se ha convertido en una especia de ritual familiar: éxitos escolares, nuevos empleos y otros hitos son celebrados en espléndidas tabernas locales sobre platos de bistec con patatas fritas. Estas salidas se ven demasiado indulgentes sobre todo dado que estamos tratando de consumir menos carne tanto por razones de salud como medioambientales.

Pero mientras la culpabilidad de los occidentales se ha disparado y están abandonando los filetes (12% de los británicos dicen ser veganos o vegetarianos, llegando a 20% en el rango de 16-24 años), otros países están devorando felizmente. Cuanto más rico es el país, más carne ansían sus ciudadanos. Y ahora China recurre a la biotecnología para mantener los apetitos aspiracionales saciados.

BoyaLife, una compañía de biotecnología de China, se ha asociado con la firma de investigación coreana, Sooam Biotech, para clonar un millón de reses al año para cubrir la demanda de carne de vacuno de calidad.
La empresa conjunta promete convertir al país en un jugador importante en la biotecnología agrícola. La perspectiva de carne de vacuno diseñada a la medida es sorprendente ante las próximas conversaciones en París sobre el cambio climático en la que participarán 138 jefes de Estado.

Después de todo, los animales de granja, clonados o no, contribuyen al cambio climático: la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) estima que la industria cárnica mundial genera 14,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo, más que todos los automóviles, camiones, barcos y aviones del mundo combinados. Mientras que algunos se preocupan por los kilómetros aéreos recorridos por los hongos shiitake, un menor número de nosotros trata de sacar la cuenta verde de la carne que vamos a cocinar con ellos.

No son las secuelas de la digestión de los animales las que elevan más gases de efecto invernadero a la atmósfera. Representan un 39% de la contribución gaseosa del ganado, según la FAO. Una porción más alta, 45%, proviene de la producción y elaboración de alimentos para animales.

La descomposición del estiércol añade un fragante 10%; el resto procede de la transformación y transporte de productos de origen animal.

Un informe del año pasado de Chatham House llama la industria ganadera "sector olvidado" del cambio climático. Los expertos creen que un aumento de dos grados en la temperatura por encima del promedio pre-industrial, y por encima del cual los efectos del cambio climático se vuelven difíciles de predecir, no se puede evitar sin un cambio en el consumo global de carne y de productos lácteos. El mensaje cultural, más amplio y tácito ha sido que deberiamos moderarnos con la carne y los lácteos y es buena idea de cualquier modo debido a temas como la sostenibilidad y el suministro de alimentos.

El anuncio de China y Corea va contracorriente. También es una declaración de bravura de una región que muestra todos los ingredientes para ser una superpotencia en biotecnología.

Europa puede haber producido el primer mamífero clonado, la oveja Dolly, pero en septiembre la UE prohibió la clonación de animales de granja. Mientras, los países del este, sin trabas por las objeciones religiosas o culturales, han corrido adelante con intentos de manipular la vida. Esto es lo que significa exactamente la ciencia para China y Corea: servir al público, utilizarla sin límites para cumplir los deseos de los consumidores. Mientras que al resto nos urgen para que moderemos nuestros caprichos y así proteger el termostato del planeta, los chinos están decididos a tener su carne y comérsela.

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