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Sacando el “culto” de la cultura empresarial

Las empresas sueñan con provocar en sus clientes esa fuerte lealtad que generan las sectas. Pero ésta es una práctica peligrosa.

Por: | Publicado: Viernes 7 de septiembre de 2012 a las 05:00 hrs.
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Por Andrew Hill



Entre muchas propuestas sobre cómo restaurar una positiva cultura empresarial en las empresas, ninguna ha sugerido hasta ahora una buena canción.

Pero alrededor del mundo, las melodías pegajosas suenan sin parar. En Tokio, los himnos empresariales tienden a ser humildes tonadas más que grandes loas al crecimiento. Pero todos los empleados nuevos de Yamaha Motor todavía tienen que aprender la canción de la compañía, mientras que en la firma ferroviaria JR Kyushu la pieza llamada “Romantic Railways” sigue amenizando todos los almuerzos. A las grandes compañías coreanas les gusta tener una canción y un lema que resuma sus valores empresariales. Los empleados de Broad Group, una firma china de aire acondicionado, cantan su himno “Amo a nuestros clientes y los ayudo a hacer crecer su valor”, todos los días. Y el presidente de micro gestión, Zhang Yue, redactó 110 reglas que los empleados deben aprender de memoria.

El uso de canciones para generar un sentimiento de comunidad en el trabajo no es exclusivo de Asia. Algunos estudios han registrado los coros corporativos desde AT&T hasta IBM. Pero los occidentales tienden a limitar las tonadas masivas y calificar estos códigos como evidencia de una mentalidad “de culto”. Dicen que las compañías deberían alentar la individualidad y el inconformismo que favorecen el pensamiento innovador.

Pero esa es una interesante paradoja. Tener “seguidores de culto” es exactamente lo que los expertos de marketing en todo el mundo quisieran. Líderes empresariales Warren Buffett pueden inspirar devoción. Para los ejecutivos es una obsesión que los consumidores sean “apóstoles” de sus productos y “conviertan” a sus amigos.

Las mayores críticas de estas conductas suelen venir de los competidores, porque los cultos son por definición muy exitosos. Una “cultura estilo culto ” es uno de los atributos de las compañías que han perdurado, según Jim Collins y Jerry Porras, autores del clásico que lleva el mismo nombre.

Algunos de sus elementos son útiles para motivar al personal y mantener la lealtad de los clientes. Pero la línea entre una cultura con rasgos de culto y un culto propiamente tal es borrosa. ¿Pero, hasta dónde se puede estirar esta cuerda?
La principal diferencia entre cultura y culto es que un nuevo líder puede cambiar una mala cultura pero la dirección de un culto no se puede alterar. Cuando el carismático líder de un culto muere, la organización completa queda en riesgo de colapsar: en el mundo corporativo, esto recuerda los últimos días de Enron o Lehman Brothers.

Así que está bien que las empresas alienten la “adoración” de sus productos y que escriban voluminosos manuales de conducta. Pueden machacar a los empleados con monótonos cánticos. Pero cuidado. Una cultura saludable debe estar abierta a los cambios de sus seguidores, un culto nunca lo está. Ahora, todos juntos repitamos...

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