El líder de la mayoría demócrata en el
Senado de EE.UU., Harry Reid, decidió hoy postergar, sin fecha
definida, la votación prevista para mañana de un plan de US$25.000
millones para rescatar a la industria automotriz.
Los demócratas no tienen los votos suficientes para garantizar la
aprobación del plan y, ante esa realidad, Reid dijo que prefiere
estudiar otras opciones para ayudar a General Motors (GM), Ford y
Chrysler, conocidos como los "Tres Grandes de Detroit".
En principio, Reid tenía previsto realizar una especie de "voto
de ensayo" para sondear el apoyo de los senadores a la aprobación de
un salvavidas para la industria automotriz.
"Si no podemos ayudar a través de una legislación, espero que el
secretario del Tesoro, (Henry Paulson), escuche muy bien y entienda
que ellos son los que pueden tomar esto entre sus manos y hacer lo
apropiado", comentó Reid a los periodistas.
Pero la Casa Blanca y sus aliados republicanos en el Congreso
rechazan la idea demócrata de que la ayuda salga del plan de rescate
financiero de US$700.000 millones aprobado el mes pasado.
La portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino, dijo que si el
Congreso culmina su sesión legislativa postelectoral "sin resolver
este asunto tan importante... entonces tendrán que asumir
responsabilidad por lo que ocurra en los próximos dos meses durante
sus vacaciones" de invierno.
El legislador republicano Wally Herger, uno de los detractores
del plan, indicó que "el uso de dinero de los contribuyentes para
subsidiar una industria que necesita reinventarse y modernizarse
para permanecer competitiva no resolverá el problema".
La ayuda que otorgue el Congreso "simplemente postergará el
inevitable día en que tengan que reconocer la realidad financiera"
que afronta el sector, dijo Herger en un comunicado.
"El Congreso debe resistir las presiones para ayudar a cada
compañía que fracase y que venga a pedirnos rescate con dinero de
los contribuyentes", subrayó Herger, pese a que él apoyó el rescate
de Wall Street por temor a un colapso del sistema financiero.
"En nuestra sociedad capitalista, la libertad para el éxito está
equiparada con la libertad para el fracaso", apuntó Herger,
partidario de obligar a los fabricantes de automóviles a efectuar
reformas "dolorosas pero necesarias".
La pugna que enfrenta a la Casa Blanca y los republicanos con los
demócratas afecta a los tres principales fabricantes de automóviles
de EE.UU., así como a los abastecedores, concesionarios y demás
empresas que dependen del sector.
Se calcula que los tres fabricantes de automóviles engloban a
casi 250.000 empleados y otras 730.000 personas trabajan en empresas
que dependen del sector.
Esa cifra no incluye a los concesionarios estadounidenses, que
emplean a cerca de un millón de personas en todo el país.
Durante una audiencia ante el Comité de Finanzas de la Cámara de
Representantes, los máximos ejecutivos de los "Tres Grandes de
Detroit" describieron un escenario "catastrófico" si se permite el
colapso del sector.
Según sus cálculos, la bancarrota de tan sólo una de esas
empresas desencadenaría el despido de hasta 2,5 millones de
empleados el próximo año.
Acosados por los legisladores, que no ocultaron su escepticismo
durante la audiencia, los ejecutivos también defendieron las medidas
que han adoptado para la viabilidad de las compañías a largo plazo.
Reid aún confía en que el Congreso logrará un acuerdo sobre un
plan de ayuda, quizá menos ambicioso que el que los demócratas han
venido promoviendo pero que incluya una extensión de beneficios de
desempleo.