La Región de Valparaíso envejece a un ritmo acelerado, pero no todas las localidades lo hacen a la misma velocidad. En la costa de la zona central, comunas como El Quisco están dentro de las con mayor índice de envejecimiento, con 162,9 adultos mayores por cada 100 menores de 15 años, según datos del Censo 2024.
Para estudiar el fenómeno, la académica Katherine Wyndham, del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), está llevando a cabo una investigación sobre el envejecimiento poblacional en territorios urbanos y rurales, específicamente en esa comuna.
“El Quisco es pionera en estos temas”, destacó la investigadora. La comuna cuenta con el programa de atención domiciliaria al adulto mayor (Padam), que entrega apoyo a personas mayores con dependencia o postradas, una iniciativa que pocas municipalidades del país han desarrollado con fondos propios.
En la mayoría de los casos, explicó la académica, las comunas dependen del programa de cuidados domiciliarios del Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama).
Envejecer en la costa
Geógrafa de la Universidad de Chile, doctora en geografía humana de la Universidad de Durham, Reino Unido y máster en estudios de planificación regional y urbana de la London School of Economics (LSE), Wyndham observó que el envejecimiento del país se combina con migraciones hacia zonas costeras, muchas veces ligadas a segundas viviendas.
“Los territorios están empezando a cambiar debido a las decisiones de migración de personas mayores”, comentó. Las zonas con mayor proporción de adultos mayores en la Región de Valparaíso reveló, son El Tabo, Algarrobo, El Quisco, Viña del Mar y Cartagena.
En tanto, especificó que en sectores más rurales de la misma región, como Olmué o Petorca, el cambio demográfico responde a personas que permanecen en su lugar de origen, envejeciendo en sus parcelas o terrenos familiares.
“Hay investigaciones que muestran que la gente que migra a El Quisco lo hace desde zonas de Santiago, del sector poniente de la capital, por ejemplo. También, al Tabo y Cartagena. Y, personas del sector oriente, migran a lugares como, por ejemplo, Papudo, Zapallar, Santo Domingo”, señaló la académica.
La pandemia profundizó la tendencia. “Trabajo con clubes de adulto mayor en El Quisco y en talleres donde abordamos su experiencia de envejecimiento, comentan que vieron una explosión de migración de personas post pandemia”, afirmó Wyndham.
Entre las razones para mudarse a la costa, mencionó factores asociados a la calidad de vida en temas ambientales, como el cambio climático, junto con el alza del costo de vida y una mayor sensación de inseguridad en grandes ciudades.
Retos de política pública
Wyndham advirtió que, si bien ha habido avances en términos de políticas públicas desde el Senama, la cobertura de esos programas no llega a todas las comunas y muchas veces no tienen recursos para desarrollar iniciativas locales de carácter autónomo.
Para abordar esa situación, la académica planteó que se deberían considerar, en la distribución del Fondo Común Municipal, dimensiones como los porcentajes de envejecimiento comunal.
Así, las comunas más envejecidas podrían beneficiarse de un mecanismo para poder transferir apoyos acorde a las necesidades asociadas al aumento de la población mayor.
La experta también subrayó la importancia de integrar la planificación urbana al debate sobre envejecimiento: “El gobierno local tiene una importante influencia en la planificación urbana, para ir también empujando lo que es pavimentación de calles, los programas de adaptación de las viviendas”, concluyó.