Dorothymanía: Los desconocidos mundos de la contralora
En 48 minutos y sin leer una línea, Dorothy Pérez se convirtió en la protagonista de la Enade 2025. La contralora general explicó con precisión cómo el cruce de datos puede revelar las grietas del aparato público. La ovación fue inmediata. Pero detrás de la figura técnica hay una historia que va desde Conchalí y Maipú hasta la Universidad de Chile, sus primeros años en la Contraloría y su quiebre con Jorge Bermúdez. Aquí, un zoom a las luces y riesgos de la Dorothymanía.
Por: María José Gutiérrez
Publicado: Sábado 18 de octubre de 2025 a las 21:00 hrs.

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Fueron 14 las veces que Dorothy Pérez (49) sacó aplausos en sus 48 minutos de exposición el martes en Enade. Y ella, sobre el escenario, vistiendo un traje de dos piezas azulino, con sus clásicos anteojos y sin su distintivo moño -sino que luciendo su pelo suelto-, respondía ante cada ovación con un sonriente “muchas gracias”.
En el público, entre las 1.200 personas presentes en el evento organizado por Icare, había destacados empresarios, autoridades de Gobierno y candidatos de todo tipo. Y vía streaming seguían la conferencia otras miles de personas (al cierre de esta edición, el discurso tenía casi 200 mil views en YouTube). A esas personas, las que no estaban en la ex CasaPiedra, dicen en el entorno de la contralora, iba dirigido el discurso de Dorothy Pérez.
Sin leer, con un PPT que ella misma armó, explicó cual profesora qué es lo que hace el principal órgano de fiscalización gubernamental. Ahondó en cada una de las herramientas que tiene -dictámenes, instrucciones, toma de razón- utilizando ejemplos reales y ciudadanos. Y recordó también la puesta en marcha de los famosos CIC (Consolidado de Información Circularizada) -instrumento que creó apenas fue ratificada como contralora general de la República el 6 de noviembre pasado- con el cual mediante el cruce de datos reveló, por ejemplo, que 25 mil funcionarios públicos viajaron al extranjero estando con licencia médica entre 2023 y 2024.
Esa fue la CIC número 9, que fue publicada el 25 de mayo. Y es la que, según reconocen en la CGR, convirtió a Dorothy Pérez en una figura de admiración pública.
Ahora, para su primera exposición en un evento masivo empresarial -ha participado en más de 15 charlas en universidades este año, pero que según comentan en su equipo, pasaron siempre desapercibidas-, la abogada estaba tranquila. Por las clases que hace desde hace años en postgrado está acostumbrada a explicar las cosas en simple y responder preguntas.
Había expectativas. Evelyn Matthei, aseguran fuentes de su comando, había llegado antes al encuentro con el fin de poder saludarla. Sin embargo, no lo logró. Ni ella, ni ninguno de los candidatos presidenciales que estaban en el lugar.
El discurso terminó con ovación de pie. Los periodistas se abalanzaron sobre la contralora preguntándole si quería ser Presidenta. Ella, otra vez con una sonrisa, respondía: “No voy a comentarlo, muchas gracias”.
Tuvo que escaparse por detrás del escenario, salir por la cocina y retirarse por la puerta trasera. Ahí se subió a su auto y partió rápidamente al almuerzo de Focal (Foro de Contadurías Gubernamentales de Latinoamérica, del cual Chile era sede). Y tras ella, partió un “auto seguidor”: desde la publicación de la CIC 9, un informe de Carabineros determinó que su nivel de riesgo aumentó.
Esto es algo que nunca un contralor había tenido antes.
La actriz de los años 40
Dorothy es la segunda en llevar ese nombre en su familia. A su madre, Nelly Dorothy Gutiérrez, la bautizaron así en honor a la actriz Dorothy Lamour, famosa en la década del ‘40, cuyas películas más recordadas son las comedias Road to... Profesora normalista de Historia, creció en Angol, donde conoció al obrero de la construcción Daniel Pérez. La pareja se casó y trasladó a Santiago, donde nacieron sus dos hijos: Dorothy y Daniel.
A diferencia de sus pares, a Dorothy su madre no la dejaba entrar a la cocina. “Qué hace aquí, usted vaya a estudiar. Ahí está su futuro”, le decía cada vez que la hija aparecía en ese lugar. Su padre, en tanto, le repetía: “Haga lo que quiera, pero hágalo lo mejor que pueda”.
“Qué hace aquí, usted vaya a estudiar. Ahí está su futuro”, le decía su madre cada vez que la hija aparecía en la cocina. Su padre, en tanto, le repetía: “Haga lo que quiera, pero hágalo lo mejor que pueda”.
La familia vivió en Las Cruces, luego en una población en Conchalí. Y cuando Dorothy iba a empezar la Enseñanza Media se trasladaron a Maipú. Para costear la vida en esa comuna, Nelly Dorothy vendía pinches y ropa usada en la feria. Su hija varias veces la acompañaba los fines de semana.
Estudió en el liceo Miguel de Cervantes y fue presidenta de curso, además de jugadora de volleyball. Ahí también conoció a quien más tarde sería su marido, Fabián López.
Dorothy Pérez entró a estudiar Derecho en la Universidad de Chile. Sus compañeros recuerdan que los resúmenes y apuntes de ella eran los mejores. Y Dorothy vivía pidiendo que le devolvieran los cuadernos.
En paralelo, Fabián López ingresó a la Escuela de Carabineros. Después de hacer turno, guardia y ronda, se especializó como piloto de helicópteros y fue instructor de vuelo. En 2015 se retiró de Carabineros. Y hoy trabaja en un aeródromo privado. Juntos tienen dos hijos: la mayor graduada de Psicología, y un menor de 14 años. Según comentan en su entorno, a ellos no les gusta que su mamá sea famosa.
En una entrevista, Nelly contó que cuando la familia se mudó a Maipú, hicieron una fiesta con los vecinos. Y en la mitad aparece Dorothy desde la pieza y pide que corten la música porque tiene que estudiar. Ese ejemplo, comentan personas que la conocen bien, retrata lo que es ella. Trabajadora, lectora, estudiosa, matea.
Contó también que una vez que Nelly regresó de la feria con vuelto de más que le dieron por error, su marido Daniel, al darse cuenta, la acusó y la obligó a devolverlo. “Los chilenos somos pillos, siempre buscando la trampa. Mi hija no salió así. Me río porque yo no soy tan estricta como ella”, dijo Nelly en ese relato.
Esa entrevista Dorothy se enteró que existía cuando ya la vio publicada, comenta un amigo suyo. Pero no se molestó, sino que rió de las anécdotas que la madre contó ahí. “Ella tiene mucho sentido del humor”, agrega la misma persona.
Los padres de la contralora, agrega un cercano a ella, cada vez que ven lo lejos que ha llegado su hija, se emocionan.
En la memoria de título, la abogada se sacó un 7 y recién graduada entró en 2004 a trabajar como profesional técnica a la Contraloría. Allí hizo ahí su carrera completa. A excepción de dos años: entre marzo de 2014 y diciembre de 2015, durante Bachelet 2, fue jefa jurídica del Ministerio de Educación trabajando codo a codo con Valentina Quiroga.
Ya habiendo sido contralora regional de Punta Arenas y de Valparaíso; y subjefa de la División de Auditoría Administrativa de la Contraloría General, en enero de 2016, el entonces contralor Jorge Bermúdez la contrató como jefa de gabinete. Y en septiembre la nombró subcontralora general de la República, con lo que se convirtió en su asesora de mayor confianza, ambos con oficinas en el piso 9 del edificio en calle Teatinos. Pero esa historia no terminó bien.
Hay distintas versiones. Por parte de él, le pidió la renuncia por pérdida de confianza porque ella fue citada a declarar como testigo en el caso Fraude de Carabineros. Pérez había sido subjefa de la división de auditoría y una de las áreas que tenía a su cargo la fiscalización de esta entidad.
Pero según ella, el quiebre ocurrió cuando estando Bermúdez de viaje y ella como subrogante, se le insistió mucho en la firma de seis documentos que correspondían a sumarios, que estaban prescritos. Estos a ojos de Dorothy Pérez debían ser investigados para determinar la responsabilidad administrativa de por qué habían prescrito estando en el órgano estatal. Pero ahí, comentan en el entorno de la contralora, se ganó enemigos del círculo más cercano a Bermúdez.
Dorothy Pérez contrató al abogado Ciro Colombara y dio la batalla legal por despido arbitrario. Sentía que era lo justo, ya que ella nada tenía que ver con el fraude de Carabineros, comentan en su núcleo. Pero además porque necesitaba los ingresos: es el sostén financiero de su familia, y si su nombre quedaba manchado, jamás volvería a ser contratada en el aparato público.
La Corte de Apelaciones falló a su favor. Y luego lo hizo la Corte Suprema, con lo que fue restituida en el cargo, pero sin la subrogancia.
Aguantó ahí casi cinco años trabajando de jueza de cuentas dos pisos más abajo del contralor. Hasta que en diciembre de 2023 Bermúdez terminó su periodo de ocho años y ella asumió de subrogante, hasta ser ratificada contralora general en noviembre del año pasado.
El sello
Dorothy Pérez es la primera mujer en ocupar el cargo en los 98 años de la institución. Su sello, que se explica por su trayectoria, es y será la auditoría, señalan en su entorno.
El mismo día que comenzó su trabajo dictó dos resoluciones: la creación de la unidad de gobierno regional y municipalidades y la restructuración de los equipos. “Se advierte que el gabinete y la Secretaria General, para las labores de apoyo o soporte que realizan cuentan con una dotación de 363 personas con 42 jefaturas, en tanto que existen Unidades Jurídicas Regionales que sólo cuentan con dos o tres abogadas u abogados cada una, para atender todas las consultas legales de los servicios públicos y de la ciudadanía, en sus respectivas regiones”, dijo la resolución. Con ellos eliminó seis unidades y disminuyó fuertemente su gabinete para que esos funcionarios se dedicaran a fiscalizar y cruzar datos.
Además le instruyó a los contralores regionales ir a terreno al menos tres veces al año. “Quiero que se acuerden cómo es, cuál es la dificultad a nuestra gente. Uno no puede quedarse de jefazo”, cuenta un testigo que les dijo.
En el Presupuesto 2026 pidió a Hacienda un aumento de 8,5%. Le dieron 1,5%. Entonces, cuando asistió a la segunda subcomisión del Congreso a presentar, insistió en la urgencia: al menos 10 personas más (había solicitado 72 contrataciones y le autorizaron 62) y $ 1.200 millones para el almacenamiento informático de datos. “Estos dos puntos son realmente críticos para nosotros”, aseguró.
¿Política?
En su período tendrá que fiscalizar a tres gobiernos: al actual de Gabriel Boric, y los dos siguientes. Es un cargo técnico, alejado de la política, pese a que en Enade su discurso fue leído con un tinte político: se refirió a la permisología y defendió la labor funcionaria, lo que algunos leyeron como una respuesta a la columna de los parásitos que había escrito días antes el asesor de José Antonio Kast, Cristián Valenzuela, y que era comentario en los pasillos esa mañana en la ex CasaPiedra.
En el entorno de la contralora aseguran que ella ni siquiera leyó la columna. Y que la labor pública es algo que ha defendido desde siempre.
Dorothy Pérez jamás ha dicho por quién ha votado, pero sus cercanos la ubican en la centroizquierda, en el mundo de la ex Concertación, como admiradora del gobierno de Ricardo Lagos, y también de Michelle Bachelet, por su agenda de mujer. De hecho, hizo varios guiños al trabajo femenino durante su discurso el martes.
Si le preguntan si es feminista, ella responde que no. Que en lo que ella cree es en el rigor. Y en hacer rendir recursos escasos, tal como le tocó en su infancia.
Una persona que la conoce hace al menos 15 años, dice: “Ella cree en el crecimiento, cree que los países surgen cuando la economía crece, porque lo vivió en carne propia. No sé si va a votar por Matthei o Mayne-Nicholls, porque el centro es su mundo. No debiera votar por Kast ni por Jara”.
“Ella cree en el crecimiento, cree que los países surgen cuando la economía crece, porque lo vivió en carne propia. No sé si va a votar por Matthei o Mayne-Nicholls, porque el centro es su mundo. No debiera votar por Kast ni por Jara”, dice alguien que la conoce hace más de 15 años.
Su núcleo de confianza son siete personas de la Contraloría, todos funcionarios de carrera: Víctor Hugo Merino, el subcontralor; Carlos Silva, su jefe de gabinete; Hans Lagos, su jefe de prensa; Alejandro Riquelme, el jefe Unidad de Personal; Carolina Requena, la fiscal de contraloría; Daniela Andrew, jefa de administración interna; y Ricardo Provoste, jefe de división de fiscalización.
Fuera de eso, Pérez es de pocos amigos, poca vida social.
Lleva una vida austera, le gusta comer lentejas, si sale a algún restorán pide jugo para tomar y que sea sin hielo, porque le da dolor de estómago.
En el poco tiempo libre que tiene -porque varias veces se queda en la oficina hasta pasadas las 10 de la noche- le gusta estar con su familia, en su casa, viendo televisión juntos y conversando. Sus últimas vacaciones fueron cuatro días de descanso en Maitencillo en una casa que arrendó por Airbnb.
La alerta de Peña
Quienes han trabajado con otros contralores reconocen que si bien todos han partido con un perfil relativamente bajo, han terminado “sin excepción” mareados en el cargo por el poder excesivo que tienen. “Se transforman en intocables y todopoderosos”, asegura un abogado que ha trabajado durante años en la institución.
Carlos Peña hizo el punto el miércoles. Además de criticar el tono informal de la presentación de Pérez, señaló: “Ella comienza a verse a sí misma, o la están convenciendo para que se vea, como una salvadora providencial en un escenario que se presenta como de una corrupción reinante. Lo preocupante es que el arrullo de los empresarios y los medios le han dado a la contralora, y que tuvo un momento culminante en esta reunión, está arriesgando que ella crea efectivamente ser lo que le dicen que es (el faro moral, la única capaz, que si ella lo hizo, ¿por qué los políticos no?, etcétera), y que, convencida de eso, pierda la sobriedad y la contención que se espera de su cargo”.
En la CGR están conscientes del riesgo de una sobreexposición. Por lo mismo, el plan es que ahora Dorothy Pérez se sumerja y que sean los CIC los que hablen por la institución. Cercanos comentan que ella misma dice que quiere mucho a la Contraloría y tiene una especial preocupación por cuidarla y no dañarla. Y que suele repetir la frase: “Nosotros estamos aquí por un ratito no más”.
Una persona que conoce bien a la contralora asegura: “Menos mal que esta fama pasó ahora que está en su primer año de gestión. Aún quedan siete. Si hubiese sido al final de su periodo, podríamos tener problemas. Porque ahí la presión por entrar a una carrera política podría ser demasiada”.

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