Carlos Caszely (75), delantero ícono de Colo-Colo y máximo goleador del club, ha dicho que en sus casi 20 años de futbolista se perdió muchas cosas de su vida personal -por estar en la cancha, de gira, o lo que fuera-, pero que jamás estuvo ausente en el nacimiento de un hijo. Eso lo enorgullece. Por eso, esta tarde de fines de agosto se le ilumina el rostro cuando recuerda ese 12 de noviembre de 1982, fecha en que nació el último de sus cuatro hijos, Piero.
“Lo recuerdo como si fuera hoy. La María de los Ángeles, mi esposa, rompió bolsas en la casa. Era el fin de la tarde. Nos fuimos altiro a la clínica en Vitacura. La dejé ahí y tuve que llevar a una de mis hijas a operarse de la garganta a otra clínica. La dejé allá con mi mamá. Volví donde la María de los Ángeles. Cuando Piero nació, salió el doctor y me dijo: ‘Don Carlos, lo felicito; tuvo un hombre’. Yo tenía tres hijas mujeres, entonces me volví loco de felicidad”, cuenta. “Yo no sabía que el hijo sería hombre; mi esposa y el médico no me lo contaron. Después de que lo vi, salí gritando por la clínica. Me subí arriba de una mesa y empecé a bailar cueca. Todos me miraban, y después de un rato me acompañaron con las palmas”.
Piero Caszely, que ahora tiene 42 años y es el subgerente de la rama femenina de Colo Colo, lo escucha sentado frente a él. No interrumpe, deja a su padre hablar. Cuando sea su turno, dejará en claro sus ideas y muchas veces complementará los recuerdos que hace su progenitor. El fútbol en general y el equipo albo en particular es el tema que cruza sus vidas, el territorio común donde mejor ambos se encuentran.
Esta es su primera entrevista juntos.
- Carlos, tu hijo nació cinco meses después de que fallaste ese penal en España 82. Fue la alegría después del sabor amargo, ¿no?
- Carlos Caszely (CC): Es que son cosas totalmente distintas.
- Sí, por supuesto. Pero ambas pasaron muy seguidas…
- CC: Pero no tienen nada que ver.
“Empezamos a compartir más”
-¿La relación entre ustedes es cercana?
- CC: Hablamos todos los días. Vivimos en el mismo edificio, él en el sexto piso y yo en el décimo. Entonces nos vemos seguido; y conversamos y discutimos, pero sin pelear.
- ¿Siempre fue una relación estrecha?
- CC: No tanto. Cuando el Piero tenía 16 o 17 años jugaba en Colo-Colo. Lo hizo hasta los 19. Entonces él me preguntaba y yo le decía: “Piero, tú eres Caszely, tienes que imponerte en la cancha”. Es que era demasiado piola.
"Cuando el Piero tenía 16 o 17 años jugaba en Colo-Colo. Lo hizo hasta los 19. Entonces él me preguntaba y yo le decía: 'Piero, tú eres Caszely, tienes que imponerte en la cancha'. Es que era demasiado piola", dice su padre.
- Piero Caszely (PC): Nuestra relación fue cambiando. Cuando yo nací, mi papá jugó tres años más. Después entró a las comunicaciones. Entonces los fines de semana el único espacio que teníamos para compartir era el estadio. Yo lo acompañaba a cualquier partido. Pero él estaba trabajando. Me quedaba sentadito abajo de la caseta mientras él relataba; yo escuchaba no más y de vuelta a la casa me quedaba dormido. Nuestro primer viaje juntos fue a ver a Cobreloa con Olimpia en Paraguay. Yo tenía 6 años. En la semana él siempre estaba de viaje, entonces era poco lo que nos veíamos. Después yo entré a jugar a Colo-Colo, entre los 9 y los 11 años. Tuve que parar poco después porque hubo una discusión con un dirigente.
- Pero volviste…
- PC: A los 14 volví, pero estuve un año entrenando sin jugar y a los 15 me inscribieron. Yo estaba toda la semana entrenando, el fin de semana jugando, entonces seguíamos viéndonos poco con mi papá. Cuando después dejé el fútbol (tras Colo-Colo estuvo un tiempo en Unión Española y en el Southampton) me metí a la universidad a estudiar Educación Física. Ahí con mi papá empezamos a trabajar juntos, en el sentido de que yo era el junior de mi viejo. Pagaba las cuentas, le hacía los mandados. Y me parece súper bien, porque a partir de ahí empezamos a compartir más, a desarrollar una relación más cercana, pasamos a tener otra experiencia.
- ¿Cómo era esta nueva experiencia?
- PC: Empezamos a viajar a distintos lugares a ver fútbol, porque más que el espectáculo en sí lo que nos gusta es la dinámica social que se genera por el fútbol, todo lo que está alrededor de él. Por ejemplo, una vez fuimos a Colombia con Eric Cantona (exdelantero francés) a la presentación del documental Los rebeldes del fútbol. Entonces mi papá pidió que nos llevaran a un barrio que se llama La Olla (en Cali).
- CC: Que es muy popular.
- PC: Y muy pobre. Cuando llegamos al barrio nos dijeron: “Si escuchan balazos, tírense al piso”. Mi papá se metió a una cancha de tierra.
- CC: Donde había niños jugando fútbol a pata pelada.
- PC: Yo antes le había pedido a la producción llevar 20 balones. Mi papá se los regaló a los niños y nos pusimos a jugar a la pelota. Entonces eso es lo que nos ha entregado el fútbol a mí y a mi viejo. Eso de entender lo social del fútbol, ¿cachai? Eso nos unió más.

“Me decían que era muy sumiso”
Pese los innumerables recuerdos alrededor de la pelota, Carlos Caszely asegura que no sólo los une el fútbol. También están los estudios. Él siguió Educación Física y su hijo también. Ambos estudiaron luego Administración de Empresas. El padre sumó una tercera carrera: Periodismo. “Y el Piero tiene varios diplomados, incluso fue jefe de uno en una universidad”, dice Carlos.
Pero pronto, como retomando su cauce natural, la conversación vuelve al fútbol. “Yo recuerdo cuando fui a Quilín a la final sub 9 de Colo Colo con San Luis y el Piero hizo un gol con la zurda, ¡un golazo!”, dice el padre.
- ¿También bailaste cueca de felicidad?
- CC: No. Pero aplaudimos. El Piero tenía 8 o 9 años y fue emocionante ese gol. También recuerdo cuando él estaba más grande, en la sub 17, y lo mandaban a jugar a la tercera división. Una vez lo agarraron a patadas en un partido, porque era hábil por el lado izquierdo y no soltaba.
- PC: Yo también tengo un recuerdo de niño en Quilín, cuando mi papá me ponía las medias. Me enseñaba a quitármelas y ponérmelas; también las canilleras, que eran casi más grandes que uno.
- ¿Siempre lo acompañabas a sus partidos, Carlos?
- CC: En las sub 9 y sub 10, siempre. Después, cuando él era más grande, yo estaba y no estaba.
- ¿Cómo es eso?
- CC: Siempre me ponía en un rincón afuera, donde no había nadie. Nunca me metí, siempre he sido muy respetuoso de lo que pasa en la cancha. No hablo con los técnicos, porque éstos deben hacer su labor, ya sea bien, regular, mala. Sí hablaba después con los chicos, pero aparte. Pero durante el partido no le decía nada a Piero, aunque estuviera sufriendo.
- ¿En qué posición jugabas, Piero?
- PC: Puntero izquierdo.
- CC: Como mi papá, que fue puntero izquierdo del Luis Cruz Martínez en Curicó. Fue una figura allí.
- PC: Si yo hubiese desarrollado entonces la personalidad que tengo hoy, creo que podría haberlo logrado…
- ¿Fue un tema de personalidad la razón de no seguir tu carrera futbolística?
- PC: Sí… Mira, yo nací el 82. Mi papá se retira el 85. El 89 hace un spot (para la franja del NO) que marca el destino de este país. El 90, 91, 92 la figura de mi papá seguía siendo súper potente. Y si hoy, después de 40 años de dejar el fútbol, lo sigue siendo; imagínate cómo era cuando yo tenía 14, 15 años. Cada vez que me preguntaban el nombre, me decían: “¿Algo que ver con Caszely?”... Varias veces me peleé porque denostaban el nombre de mi viejo; muchas veces también lo vanagloriaban. Para mí era súper incómodo. A los 14, 15 años no estás preparado para toda esa información, ¿cachai? Así que yo prefería siempre estar unos pasos más atrás de mi papá. También hay que reconocer que en el Colo había entonces una generación muy buena, muchísimo mejores que yo.
- Para entender bien: ¿eras tímido?
- PC: Para jugar hay que tener una personalidad bastante especial. Entonces a mí me decían que era muy sumiso, pero siempre dije que si ser sumiso significaba saludar desde el guardia que te abre la puerta hasta el utilero, voy a seguir siendo sumiso toda la vida.
- CC: Es una de las enseñanzas que él tiene. Él tiene que respetar. Respetar, pero no dejarse pasar a llevar.
- PC: Hay que entender que yo era más niño y tenía menos herramientas para enfrentar que el nombre de mi viejo era un ícono. Entonces, claro, me retraía. Sentía esa presión todos los días. Me decían: “¿Eres igual de goleador que tu papá?”; yo respondía que no, que yo era puntero. En cambio ahora cuando me dicen algo, respondo irónicamente.
"Hay que entender que yo era más niño y tenía menos herramientas para enfrentar que el nombre de mi viejo era un ícono. Entonces, claro, me retraía. Sentía esa presión todos los días. Me decían: “¿Eres igual de goleador que tu papá?”; yo respondía que no, que yo era puntero", dice Piero.
“Piero, tienes que ser tú”
- Carlos, ¿sentías en ese tiempo que Piero era tu heredero en la cancha?
- CC: O sea, no heredero, porque no era goleador, pero sí jugaba muy bien. Tenía cualidades: era rápido, hábil y tiraba buenos centros. El problema es que siempre le decían que su papá hacía goles, y él se choreaba con eso. Yo le decía: “Piero, tienes que ser tú”.
- PC: Lo otro es que la gente es hipócrita. Cuando estás de espaldas dicen de todo. Pero de frente, no.
- CC: En cambio nosotros dos hablamos siempre de frente, y tenemos otra ventaja: cuando estamos equivocados, lo reconocemos.
- ¿Fue muy dura, Piero, la decisión de no seguir en el fútbol profesional?
- PC: En un momento me fui a Inglaterra, al Southampton. Me pegaban en la cancha en la mañana y en la tarde. En ese tiempo, el fútbol inglés era pura fuerza física. Aún me acuerdo de que mi viejo me dijo: “Si allá no sacas garra, te va a pasar lo mismo que acá”. Yo tenía 19 años, vivía en un hotel, no manejaba el inglés británico, se oscurecía a las tres de la tarde. Y entendí que en verdad a mí el fútbol no es que me guste tanto, sino que me gusta el Colo. Así que un día me dio la locura y regresé a Chile, sin avisarle a nadie.
- ¿Ahí se terminó todo?
- PC: De vuelta estuve entrenando unos meses en Audax con el Clavito Godoy, que fue un siete. Después me fui a un equipo en tercera, y un día yo estaba leyendo el diario luego del entrenamiento y me llama el preparador físico. Me pone la mano en el hombro, cosa que odio, y me pregunta si yo me creía superior, me dice que yo nunca había caminado en el barro. Ahí dije: “Váyanse todos la cresta”. Y fin, nunca más en un proyecto de fútbol profesional.
- ¿Te frustraste?
- PC: Sí, me frustré. Pero el tiempo me ha dado más herramientas para ir entendiendo por qué no era mi camino no más.
- ¿Y qué te ha mostrado el tiempo?
- PC: Que no hay que confundir la buena educación con ser sumiso. En todo caso, después de eso yo siempre he ido al estadio, tuve incluso un paso en la Garra Blanca. Eso me mostró otro Chile.
- Carlos, ¿qué te pasó a ti cuando Piero tomó la decisión de no seguir?
- CC: Siempre a los hijos los apoyamos en lo que ellos quisieran hacer. Decidan lo que decidan. Más allá de la profesión, lo importante en enseñarles que tienen que ser buenas personas.
- ¿No sentiste pena?
- CC: No. Las cosas son o no son no más.

“A mi mamá la recuerdo siempre”
Las vueltas de la vida instalaron de nuevo a Piero Caszely en Colo-Colo, el equipo donde su padre aún es celebrado como héroe. Pero esta vez, al hijo le toca mirar desde otro flanco. Desde hace tres años es subgerente de la rama femenina. “Tres años en los que han sido campeones”, destaca Carlos.
“El gerente deportivo del club es Dani Morón, yo estoy debajo de él. Contrato y saco jugadoras, siempre en conversación con el cuerpo técnico, veo la planificación anual, reviso presupuestos, veo las posibilidades de ir a torneos internacionales; son hartos temas”, dice Piero. “Ha sido un trabajo lindo, porque más que los hitos logrados, lo que le entregamos al fútbol femenino de Colo-Colo es dignidad: camarín propio, cancha propia, que tengan la indumentaria para jugar, la alimentación que corresponde, psicólogo, nutricionista”.
- ¿Sientes la presión de estar de nuevo en Colo-Colo y ser el hijo de Caszely?
- PC: Debe existir… Es re loco, porque tú llegas al club y lo primero que ves es la estatua del Chamaco Valdés, la de mi papá y la de Arellano. Y el que entra ahí, sabe que es mi papá. Entonces a lo mejor no me lo hacen sentir, pero lo deben comentar. Y me da lo mismo. Los resultados hablan por sí solos.
- Carlos, tú estás en una obra de teatro musical, al tiempo que recorres el país con el bus de Colo Colo. ¿Cómo defines lo que haces hoy?
- CC: Un hombre que está saliendo nuevamente, poco a poco, al mundo real.
- Claro, has dicho que la muerte de tu esposa en 2022 te derrumbó el mundo. ¿Cómo fue para ti, Piero?
- CC: Me gustaría no hablar de ese tema, es muy personal… Sólo decir que a mi mamá la recuerdo siempre. Que físicamente no está, pero sí en energía. Su muerte me generó mucha pena, angustia…
- CC: A mí la calma no me llega, la extraño igual que el primer día. Pero estoy saliendo.
- Miremos mejor hacia adelante. ¿Habrá algún Caszely de nuevo jugando en la cancha?
- CC: Mi nieto Franco (Garrido Caszely) tiene 16 años y juega de delantero en la sub 18 de Colo-Colo. Es goleador. Yo voy a verlo jugar.
- PC: Por ahí Franco no es el mejor para la pelota, pero sí es el mejor para el fútbol.
- ¿Cuál es la diferencia?
- CC: El típico gallo que es bueno para la pelota se puede pasar a tres o cuatro, hacer un sombrerito. El bueno para el fútbol sabe jugar de primera, se sabe ubicar en la cancha y le pega bien al arco. Ésa es la diferencia.
- También está Bruno, el hijo de Piero, ¿no?
- PC: Mi hijo tiene 9 años. Tiene la personalidad de mi papá, de mi mamá y la mía juntas y multiplicada por 10. Juega fútbol. Lo llevé a un equipo al lado de su colegio y me dijeron que lo siguiera llevando.
- CC: Di que es la Católica no más.
- PC: Pero el error mío es que lo hice tan colocolino, que la primera vez que mi hijo fue a este equipo me pidió llorando que no lo llevara más. Quiere jugar en Colo-Colo.
"Mi nieto Franco (Garrido Caszely) tiene 16 años y juega de delantero en la sub 18 de Colo-Colo. Es goleador. Yo voy a verlo jugar", cuenta Carlos.
“Al único que le tengo afecto es Harold”
- ¿Les gusta el país que ven? ¿Entusiasmados con la carrera electoral?
- CC: Yo estoy sentado en la puerta de mi casa y no hablo nunca más públicamente de política.
- ¿Por qué?
- CC: Es un problema muy personal. Ahora, tres o cuatro meses antes de las elecciones, me llamaron todos los partidos políticos. Pero cuando María de los Ángeles estuvo enferma no me llamó nadie, en el momento más triste de mi vida. Así que váyanse todos a la cresta.
- ¿Estás en lo mismo, Piero?
- PC: A mí me encanta la política, no así los políticos.
- CC: Nosotros hablamos mucho de política.
- PC: Lo de la carrera presidencial no me gusta, son los mismos rostros que veo hace tiempo y cambian el discurso cada dos semanas, impresionante. Al único que le tengo afecto es Harold (Mayne-Nicholls). Lo conozco, conversamos, le he preguntado por su programa.
- Carlos, hace poco el excandidato a gobernador Francisco Orrego te calificó como un ignorante en política. Tú no respondiste. Sí lo hizo Daniel Matamala con una columna llamada “Caszely”, defendiéndote.
- CC: Sí, me llegó al teléfono.
- ¿Qué sentiste?
- CC: Ahí está la verdad, ahí está la respuesta. No hay más.
- PC: Yo no sé quién es Orrego, pero sólo quiero decir que caballo de guerra no baila en bodas.
- CC: ¿Cómo es eso?
- PC: Me refiero a que hay caballos que son para la guerra y otros caballos que son bufones de matrimonio.
- Para cerrar: Piero, ¿algo que quieras preguntarle a tu padre y no lo has hecho?
- PC: ¿Por qué no me has invitado a ver el clásico turco que me prometiste hace 10 años?
- CC: Algún día.
- Tu turno, ¿qué te gustaría preguntarle a Piero?
- CC: ¿Por qué siempre que vamos a comer las cuentas las pago yo? ¡Las pago todas!, ¡hasta el café!
- ¿Qué responde el aludido?
- PC: Que es el rol de un padre.