Gigante de EEUU vende participaciones en proyectos de gas y alista su partida de Chile
La empresa, que decidió enfocar sus esfuerzos comerciales en Asia, se mantendrá como suministrador del combustible para las instalaciones de la sociedad entre la francesa EDF y la firma local AME.
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El futuro del gas natural licuado (GNL) está en Asia. Con esa consigna por delante la estadounidense Cheniere alista su partida de Chile, con el cierre de la oficina que hace un par de años mantenía en el país y que está previsto para septiembre.
La partida de la gigante, que es propietaria de instalaciones en los terminales de licuefacción de shale gas de Sabine Pass y Corpus Christi, en Estados Unidos, comenzó a gestarse con la venta durante los primeros meses de este año de las participaciones que mantenía en las sociedades que impulsan los proyectos de terminal de regasificación de Penco y el complejo eléctrico El campesino, que la francesa EDF y la local AME buscan instalar en la región del Biobío.
De esta forma, Cheniere se convierte sólo en abastecedor del combustible que ambas instalaciones procesarán y consumirán, respectivamente. Al mismo tiempo, la norteamericana selló otro convenio para entregar el gas natural que utilizará el complejo Nueva Renca, que sus exsocios acaban de adquirir a AES Gener en una operación que involucró del orden de US$ 300 millones. La estadounidense también habría participado en las negociaciones de esta compraventa.
Trascendió que una de las gestiones que mantiene a Cheniere aún en Chile estaría relacionada con los contratos que se requieren para poder entregar el combustible en la central ubicada en Santiago, es decir, aspectos relacionados con el acceso al terminal de GNL de Quintero, donde se regasifica el GNL, y las tratativas con GNL Chile (firma relacionada a ENAP, Enel y Metrogas), que tiene a su cargo la comercialización del recinto de la Región de Valparaíso.
Asegurar suministro
La historia se remonta a 2013 cuando Cheniere entró con el 50% de la propiedad de la sociedad de la que dependía el entonces proyecto Octopus, que consideraba la construcción del terminal y la planta de generación eléctrica.
Conocedores del mercado explican que en ese momento, cuando los terminales para exportar shale gas desde Estados Unidos estaban en plena construcción, Cheniere salió a buscar potenciales consumidores de su producción y por eso se involucró en el proyecto del Biobío, con el objetivo de apalancarlo, pero que una vez que ello se consiguiera reduciría su presencia y eventualmente se retiraría por completo.
Un primer paso lo dio en julio de 2016 cuando el terminal de regasificación de Penco recibió el permiso ambiental, que luego fue impugnado. En ese momento, Cheniere formalizó lo que hasta ese momento era un acuerdo no vinculante y se quedó con el 10% del terminal flotante de GNL y el mismo porcentaje en El Campesino.
Estas últimas fueron las participaciones que hace un par de meses la empresa vendió en partes iguales a sus socios en ambas iniciativas, la francesa EDF y la chilena Andes Mining Energy (AME).
El cambio en las perspectivas para el gas en el país, a raíz de la irrupción de las energías renovables, sumado al mayor atractivo para el consumo de gas natural que exhiben los países de Asia, incidieron en la decisión de Cheniere de cerrar su oficina en Chile, algo que en la firma no estuvieron disponibles para comentar.
Compañía pone el foco en China y Japón
Tradicionalmente los países asiáticos han pagado más por el gas natural. De hecho, el marcador de precios que se utiliza en esos mercados, el JCC, siempre ha estado por encima de índices como el estadounidense Henry Hub, que sirve como referencia para mercados como el Chileno.
En paralelo, el consumo actual y las proyecciones muestran que economías como Japón y, especialmente China, concentrarán la demanda por el gas natural que produce Estados Unidos. Para hacerse una idea, Cheniere acaba de firmar un contrato por el equivalente anual de 35 a 40 barcos de GNL, en consecuencia que un proyecto como El Campesino en su mejor escenario consumiría hasta seis por año. Esta proporción es la que le asegura un mejor retorno a Cheniere en Asia que en América Latina y es lo que explica por qué la firma está cerrando la oficina en Chile y abriendo nuevas en Tokio y Beijing. De hecho, movida por este consumo creciente, el viernes Cheniere anunció la construcción de un tercer tren de licuefacción en el terminal de Corpus Christi.