Hong Kong vive sus horas más oscuras. El incendio que arrasó el complejo habitacional Wang Fuk Court, en el distrito de Tai Po, ya se cataloga como el peor en casi 80 años, dejando un saldo de al menos 128 muertos y decenas de desaparecidos. Mientras los equipos de rescate buscan sobrevivientes entre los escombros, el mundo corporativo de la isla se movilizó. Y en esa lista de magnates apareció un nombre chileno: Jean Salata.
A través de Central Cove, su family office, el empresario que creció en Chile hasta los cinco años, comprometió una donación de HK$ 10 millones (aproximadamente US$ 1,28 millones). Según reportes de medios especializados, los fondos tienen un destino concreto: apoyo en trauma y consejería psicológica, asistencia educativa para los niños desplazados y alivio financiero directo para las familias que lo perdieron todo.
Salata no es un vecino cualquiera en la isla. Radicado allí desde 1989, maneja un extremo bajo perfil, pero su peso financiero es ineludible: es el segundo chileno más rico del mundo (con una fortuna estimada por sobre los US$ 8.000 millones) y presidente de EQT Asia, tras vender su firma Baring Private Equity en una de las operaciones más grandes del sector.
Salata no es el único en abrir la billetera ante la emergencia. Hong Kong Airlines comprometió una cifra idéntica a la del chileno, sumándose a una lista de aportantes que incluye a gigantes chinos como los fabricantes de autos Xiaomi, Xpeng y Geely. A la cruzada también entraron los pesos pesados de la tecnología, como Tencent y la fundación de Jack Ma, el creador de Alibaba.