“Este proyecto no es un acto político, aunque sabemos que en Palestina ya no existe una vida sin política. Es una resistencia pacífica, un intento de dar testimonio a través del arte”, dice parte de un manifiesto que escribió Ana Elizabeth Kassis Sabag, 49 años, la mayor de dos hijas del empresario Alberto Kassis, el hombre tras CIAL, el holding alimenticio que maneja las marcas San Jorge, La Preferida y Winter, entre las más conocidas en el rubro.
Estos negocios, la cría de caballos y el arte, han sido facetas a las que Elizabeth Kassis le ha destinado parte importante de su vida profesional (ver recuadro), aunque por estos días está mucho más dedicada en tiempo y energía a la situación desencadenada en Palestina. Esto, luego de que, tras el ataque terrorista de Hamas en la Franja de Gaza, del 7 de octubre de 2023, se desencadenara una ofensiva militar de Israel en la zona que continua hasta hoy. En medio del conflicto, Elizabeth Kassis está liderando la generación de proyectos tanto de negocios como humanitarios.
“Palestina no necesita
beneficencia”
Un poco de historia. Su familia por padre y madre provienen de Belén. Su padre Alberto Kassis fue el único hijo primera generación nacida en Chile, pues otros tres hermanos -Mery, Juan y Miguel- nacieron en Palestina. “Mi bisabuelo y mi tatarabuelo paternos eran los curas párrocos de la Iglesia de la Natividad, y tenían la llave de la Puerta de la Humildad. Porque somos cristianos ortodoxos”, relata su hija.
Esta raigambre los hizo apostar con negocios allí. Inauguraron en abril de 2023 un hotel en una parte de la casa familiar de Belén, Cisjordania, en la llamada Ciudad Vieja, que está ubicada a 200 metros de la Iglesia de la Natividad, en la calle de la Estrella, por donde la historia cristiana cuenta que transitaron María y José en su camino hasta hallar el pesebre.
Para el proyecto, los Kassis primero recompraron el inmueble que había sido de sus abuelos y bisabuelos y luego lo restauraron como hotel boutique. De nombre Kassa -una mezcla entre Kassis y Sabag-, el complejo ha seguido funcionando pese a la situación geopolítica que enfrenta la zona. “El hotel está abierto y está la gente trabajando. Nosotros como familia decidimos que a las personas que trabajan con nosotros en el hotel no les íbamos a quitar el trabajo de ninguna manera y que iban a seguir, independiente de que hubiera o no turistas”, cuenta Elizabeth Kassis.
Si bien esta zona no ha sido tan afectada como la Franja de Gaza -Belén está al noreste-, Kassis explica que sólo dos a tres noches al mes hay ocupantes. “No hay turismo y Belén vive del turismo, que es el mayor ingreso de las ciudades palestinas”, cuenta. Y es que no sólo ha influido la sensación de temor que hay en la zona, sino también las rutas de acceso, pues a Belén se llega desde Tel Aviv o por Jordania. Pero, dice Kassis, “la única forma de acceder es través de Israel. No puedes entrar a ningún territorio palestino si no pasas frontera israelí”, cuenta.
A contracorriente del momento geopolítico, Elizabeth Kassis cuenta que lejos de dejar de invertir, los proyectos continuarán. Ahora, en la otra mitad de la casa familiar -donde antes funcionó un centro de estudios para los palestinos que están en la diáspora, pero que cerró-, Elizabeth Kassis se apresta a poner en marcha un espacio de cowork. Bajo el nombre Kassa, éste debutará en unos cuatro a cinco meses.
La oportunidad surgió dado que como están sitiados, la gente no puede salir de Belén y tienen que trabajar online desde sus casas, lo que según describe Kassis, es complejo, por las costumbres en Palestina. Allí las familias -padres, hijos, nietos- acostumbran a no irse de su casa, por lo que viven muchas personas en una misma vivienda. “Ha surgido esta necesidad, porque antes salían a trabajar”, dice, señalando que el proyecto también está motivado por dar fuentes de trabajo, que hoy escasean en la zona.
“Palestina no necesita beneficencia, necesita fuentes de trabajo. Para mí el tema palestino y mis orígenes y raíces son tremendamente importantes (…) No voy a dejar nunca de hacer proyectos por Palestina. Estos proyectos en Palestina han sido lo más maravilloso que he hecho”, dice.
“No soy activista política”
Elizabeth Kassis dice que a partir del 7 de octubre de 2023 empezó para ella un período de desesperanza, que ahora está encauzando “desde un punto de vista humanitario, porque yo no soy activista política”, aclara.
Y como otra de las facetas de Elizabeth Kassis ha sido ser artista visual, con obras en cerámica y pintura -al restaurar la casa de sus bisabuelos en Belén, encontraron restos arqueológicos de un antiguo taller de cerámica en su techo, “mis antepasados eran ceramistas”, dice-, para el próximo 9 de octubre tiene agendada una exposición individual en el Club Palestino, cuyos recursos recaudados irán a ayuda de niños palestinos.
Con pinturas, dibujos, cerámicas e instalaciones y bajo el título La memoria en mis manos, Kassis exhibirá parte de sus obras. Ocasión que aprovechará para destinar 25 de estas piezas para vender y recaudar fondos para esa ayuda humanitaria en Palestina, en tres segmentos: apoyo alimenticio, apoyo integral (cuidado personal, agua y tratamiento psicológico) y educación. Estima lograr una recaudación de unos US$ 15 mil a US$ 20 mil, que serán canalizados a su destino a través de Fundación Belén 2000, que su padre preside.
Llegué a despostar hasta 6 cerdos por minuto”
Elizabeth Kassis ha sido directora de CIAL desde 1994, en una mesa que hoy integran los miembros de la familia -su padre como presidente, su madre Ana María Sabag y su hermana Ana Soraya-, pero también profesionales externos como el exministro Carlos Cáceres, Silvio Rostagno (es D&S – Walmart Chile), Juan Benavides (exFalabella), Luis Gutiérrez y Diego Valdés, a los que se suma Hernán Büchi como asesor de la mesa.
Pero al margen de esa posición directiva a la que llegó desde la mayoría de edad -“cuando cumplí 18 años, mi papá me regaló un sillón en el directorio”, dice-, Elizabeth Kassis en paralelo trabajó en la compañía. Cuenta que tras salir de la secundaria y no terminar ingeniería comercial -optando por una carrera más corta, administración de empresas, en modo vespertino-, fue su padre quien la conminó a trabajar en la empresa.
“Partí trabajando en el departamento de aseo. Después en desposte. En ese tiempo recibíamos los cerdos en vara y con sierras eléctricas había que despostarlos. Yo era la única mujer que trabajaba en la planta. Hacíamos competencias y llegué a despostar hasta seis cerdos por minuto”, cuenta. Luego su trabajo en CIAL seguiría en las secciones de jamones, vienesas, embutidos tradicionales, producción, distribución, área comercial –“fui vendedora”, agrega-, hasta llegar a la parte administrativa y luego a asuntos corporativos. “Donde se necesitaba me mandaban”, agrega.
Luego Elizabeth Kassis se dedicaría a desarrollar otras facetas profesionales. La crianza de caballos, a través del Haras Santa Ana, ubicado en Melipilla y que es de su familia, y su propio proyecto, Haras La Chica de Melipilla, donde crían, entrenan y venden caballos de raza chilena, árabes y frisones de tiro (para coches).