Hossam Qudaih hasta el miércoles de la semana pasada vivía en la Franja de Gaza. Ya no. Él es parte del grupo de 68 gazatíes que -gracias a un operativo humanitario coordinado por la Cancillería chilena, organizaciones internaciones como ACNUR y la ayuda de varios países- fueron evacuados de ese territorio en crisis y aterrizaron temprano la mañana del sábado 13 en Santiago con la esperanza de empezar una nueva vida. Porque la que cargaban encima, sentían que ya estaba rota en pedazos.
Sentado en un departamento en Providencia, Hossam (21) dice que en las más de 20 horas que duró el viaje por avión él miraba por la ventanilla y se le mezclaban las emociones. La felicidad, por un lado, debido a esta posibilidad de recobrar la calma; pero una profunda pena, por el otro, ya que su familia -sus padres, sus seis hermanos- se quedaba en Gaza. Al aterrizar en la capital chilena no pudo contener las lágrimas. Todo eso lo cuenta en un inglés fluido. Conversa sin apuros; a veces guarda momentos de silencio o habla en un tono muy bajo. Se emociona sin escándalos. Sonríe con frecuencia, o más bien lo intenta; incluso cuando lanza frases que son un golpe al mentón.
- Dices que tienes seis hermanos. Cuéntame de tu familia.
- Sí, nosotros somos siete hermanos hombres. Yo soy el mayor. El menor, Zain, tiene 5 años. Mi madre se ha dedicado siempre al cuidado de nosotros y de la casa. Mi padre trabajaba el terreno donde siempre vivimos, como agricultor. Todos ayudábamos. Teníamos olivos, naranjos, varios árboles. También animales, como gallinas y ovejas. Y abejas; producíamos y vendíamos miel. Las frutas las compartíamos con los vecinos.
- ¿Cómo era tu vida antes del conflicto con Israel que partió el 7 de octubre de 2023?
- Antes de la guerra yo estudiaba Ingeniería Biomédica, llamada también Ingeniería en Equipamiento Médico, en la Universidad de Al-Azhar, en Gaza. Alcancé a estudiar apenas un año antes de que estallara este conflicto. Pero tampoco era una vida cómoda ni tranquila, siempre estábamos en emergencia. No era para nada una vida normal. Ya veníamos sufriendo desde hace mucho tiempo…
Hossam queda en uno de sus momentos de silencio. Toma agua. Y entonces dice: “Yo tengo 21 años, pero me ha tocado vivir un montón de cosas terribles. Demasiadas para alguien de mi edad”.
“Yo tengo 21 años, pero me ha tocado vivir un montón de cosas terribles. Demasiadas para alguien de mi edad”.
- ¿Qué pasó contigo después de que comenzó la guerra?
- Apenas dos días después de que comenzó, fuimos movidos de nuestra casa (ubicada en el pueblo Khuza’a). Recibimos inmediatamente la alerta de evacuación, porque vivíamos cerca del límite con Israel. Fuimos de las primeras personas en Gaza que fueron movidas. Y días después, el 23 de octubre, mi casa fue bombardeada y destruida.
- ¿Y dónde empezaron a vivir desde entonces?
- En estos dos años nos hemos tenido que mover 13 veces. Vivimos en campamentos, en una carpa estrecha para toda la familia.
- ¿Estas situaciones afectan a toda la población de Gaza, o depende del lugar donde vives, el nivel social, los contactos que tienes?
- Es lo mismo para toda la población. No importa si eres rico, pobre, joven, adulto, hombre, mujer. Todos sufren por igual, los dos millones de personas que viven allí están en lo mismo.
“En Gaza no hay ningún lugar seguro”
- ¿Has afrontado muertes de personas cercanas?
- Sí. Varios amigos que tenía desde la infancia han muerto. También un primo, que murió cuando bombardearon nuestra casa. Mucha gente ha muerto en la guerra… tal vez unas 40.000 personas, pero pueden ser muchas más. Sucede que hay mucha gente que aún está perdida, que fueron arrestados, que posiblemente estén muertos y no se sabe nada de ellos.
- ¿Quedan lugares seguros en Gaza?
- En Gaza no hay ningún lugar seguro. Ni los hospitales, ni las escuelas, ni las universidades. Nada. Ya habrás visto las muchas veces que han atacado el hospital Nasser, con un montón de heridos y muertos. Allí han muerto doctores, periodistas, bebés.

Hossam hace otro silencio. No le es fácil recordar esos momentos. Pero rápidamente se compone. “Y no se trata sólo de bombas -señala-. También está el hambre. No hay comida. Ni agua limpia. Ni medicinas. No hay nada. Y los precios son altísimos, incluso para las cosas pequeñas. Un kilo de azúcar puede costar el equivalente a US$ 300”.
- ¿Y quién podía comprar eso?
- Nadie.
- ¿Qué comen, entonces?
- Nada.
- ¿Nada?
- Nada.
- Un día cualquiera, ¿qué comían tú y tu familia?
- Tal vez un pedazo de pan.
- Entiendo que tu hermano menor ha tenido muchos problemas debido a que no puede alimentarse bien…
- Sí… Él está sufriendo mucho. Su condición de salud es muy riesgosa. Ha estado en el hospital muchas veces y nunca se ha mejorado.
- ¿Qué sientes frente a eso?
- Mi corazón está roto por él.
A Hossam se le humedecen los ojos y para de hablar.
“Nos despedimos con un gran abrazo”
- Uno ve fotografías en los periódicos e imágenes de la TV sobre Gaza, y son estremecedoras.
- Sólo puedo decirte que la vida allá es mucho peor que eso; la situación es inimaginable. Demasiado dolor. Todo el día y todos los días.
- En estos dos años, ¿cuándo empezaste a pensar en dejar Gaza?
- Cuando sentí que lo había perdido todo, mi casa, mi vida, mi universidad, mis árboles, mi jardín, mis animales, mi paz. Yo perdí todo. Sólo me sostenía en pie mantener a mi familia segura.
- ¿Habías salido alguna vez de Gaza en tu vida?
- No. Ahora fue mi primera vez.
- ¿Cómo se dio esta oportunidad?
- Debido a un grupo maravilloso de personas.
Hace varios meses, Hossam tomó contacto con chilenos por Instagram. Conversaban, fueron estrechando lazos y desde Santiago se empezó a planear la idea de que el joven palestino pudiera evacuar Gaza y venir a Chile. Cuando este grupo de ayuda y soporte -que hoy suma 250 personas, incluso en el extranjero- ya tenía organizada y financiada, al menos en un principio, una nueva vida para él en nuestro país, tomaron contacto con el Ministerio de Relaciones Exteriores. Y la oportunidad concreta se dio el pasado 10 de septiembre (ver recuadro al final).
- Dejaste Gaza el miércoles de la semana pasada. ¿Cómo fue la despedida con tu familia?
- Difícil, muy triste. Pero también fueron momentos lindos con cada uno de ellos. Siempre me han alentado en cada paso que doy. Nos despedimos con un gran abrazo. Hubo lágrimas. Les dije que mi esperanza es traerlos también a Chile.
- ¿Cómo fue el itinerario de tu viaje?
- Por tierra de Gaza a Jordania. De ahí avión a Qatar, otro avión a Sao Paulo y otro hasta Santiago.
- Un viaje largo. ¿Qué pensabas, qué sentías, mientras volabas?
- Miraba el cielo por la ventanilla y pensaba en mi familia, en Gaza, en la gente allá. No puedo describir los sentimientos allá arriba, eran muchos.

“El primero de mis sueños es poder traer mi familia”
- ¿Qué sabías de Chile antes de llegar?
- Que hay muchos palestinos viviendo aquí, la comunidad palestina más grande fuera del Medio Oriente. Que es el país más largo del mundo. Que también es angosto. Que tiene montañas.
- ¿Ya viste las montañas chilenas?
- Sí. Yo no conocía la montaña. En Gaza sólo tenemos el mar. Aquí vi la montaña por primera vez en mi vida. Me sentí muy feliz, lo voy a recordar por siempre. Era mi sueño desde niño. Lo mismo conocer la nieve.
- La montaña está muy cerca de Santiago, puedes ir. Aún queda nieve.
- Iré pasado mañana. Un señor palestino que vive en Chile tiene casa allí y me invitó. Tocar la nieve será cumplir otro sueño.
"Yo no conocía la montaña. En Gaza sólo tenemos el mar. Aquí (en Chile) vi la montaña por primera vez en mi vida. Me sentí muy feliz, lo voy a recordar por siempre. Era mi sueño desde niño".
- ¿Cuáles son tus planes en Chile?
- Quiero continuar los estudios que comencé en Gaza. Mi universidad allá, como todas, fue completamente destruida y los profesores salieron al extranjero. Pero en esos países donde se instalaron tienen nuevos trabajos y continúan dando clases online. Así que podría retomar.
- ¿Qué más te gustaría hacer?
- Estudiar además otra carrera. Me gustaría Medicina. Ser doctor, para ayudar a otros, es uno de mis sueños también. Así que estudiar español en una de las primeras cosas que haré aquí.
- ¿Sabes ya algunas palabras de español?
- Hola. Gracias. Cómo estás. Bien.
- Ya es algo…
- Lavadora.
- ¿Cuándo aprendiste estas palabras?
- Antes de llegar a Chile; excepto lavadora, que la aprendí ahora.
- ¿Vas a solicitar el estatus de refugiado?
- Sí, ya apliqué para eso. Lo hicimos las personas que llegamos de Gaza, en una reunión que hubo el lunes en el Club Palestino. Ese lugar me pareció tan especial. Me sentí muy a gusto. Es gente tan agradable.
- ¿Fue un poco como estar en casa?
- Sí, totalmente.
- ¿Hablaste con tu familia? ¿les contaste que llegaste bien?
- Sí, los llamé. Recuerdo a mi familia en todo momento, siempre están en mi mente. Te he comentado de los sueños que estoy cumpliendo… bueno, el primero de mis sueños es poder traer mi familia a Chile.
- A pocos días de haber arribado a Chile, ¿cuál es la tarea que estás haciendo contigo mismo, la más personal?
- Estoy tratando de aclarar mi mente, porque han sido muchas cosas las que he pasado en estos últimos dos años.
- ¿Algo que te asuste hoy?
- No.
- Haber salido de Gaza, llegar a un lugar tranquilo, tener proyectos hacia el futuro… ¿te ha hecho recobrar un poco la esperanza?
- Sí. Estar rodeado ahora por gente tan agradable me da esperanza para seguir adelante.
- Si las cosas se resuelven en Gaza y llega por fin la paz, ¿volverías?
- (Piensa un rato largo) Tal vez… No sé si todo volverá a estar bien de nuevo… Sólo puedo decir que por ahora, no volvería.
Una acción muy acotada
En un breve comunicado subido a su página web el sábado 13 de septiembre, el Ministerio de Relaciones Exteriores informó la llegada ese día de 68 palestinos -entre ellos 36 niños y adolescentes- que habían sido evacuados desde Gaza un par de días antes. Esta acción, explicaban, se debió a la “graves crisis humanitaria y de seguridad que afecta a esa zona”. Para lograrlo, la Cancillería se coordinó con otros organismos del Estado -el Ministerio del Interior, el Ministerio de Desarrollo Social, la PDI, Aduanas, entre otros- y contó con la ayuda de organismos internacionales.
Según personas que estuvieron al tanto de este proceso, se requirió también la colaboración de varios países que estaban en la ruta de evacuación hasta Chile. Comentan que incluso Israel debió dar permisos para transitar por ese territorio.
El viaje de los evacuados comenzó el miércoles 10 de septiembre: fue por tierra hasta Jordania y luego fueron varios tramos de avión. Llegaron a Santiago en grupos separados entre la madrugada y la mañana del sábado 13. Entraron al país con un salvoconducto específico y ya están aplicando al estatus de refugiados. Según la Cancillería, los 68 palestinos son personas que tienen vínculos estrechos con Chile, ya sean familiares o laborales. “Entonces no es que nosotros los seleccionáramos, sino que se nos requirió asistirlos”, precisan a DF MAS.
En el punto de prensa que dio sobre el tema la subsecretaria de RREE, Gloria de la Fuente, explicó que este operativo fue “una acción muy acotada, porque se abrió una ventana de oportunidad a partir de la situación que se está viviendo hoy en Gaza”. Respecto de eso, desde Cancillería precisan que “se dieron las condiciones para poder sacar personas; es decir, depende sobre todo de la situación de conflictividad. Por ejemplo, si el espacio aéreo está cerrado porque hay bombardeos, no hay vuelos para que la gente pueda salir”. Por lo tanto, no hay planificadas por el momento nuevas evacuaciones.
Los 68 evacuados de Gaza se encuentran repartidos hoy en distintos albergues de Santiago, bajo la tutela del Estado, siguiendo el protocolo formal de su situación. Se estima que estarán allí un par de semanas. Luego, podrían ir a los que serán sus lugares más definitivos de residencia. Algunos estudiarán español gracias a un acuerdo con la Universidad Católica.