Para su cumpleaños número 52, su señora, Loreto Riveros, le regaló una inscripción al taller de pintura de Magdalena Vial y María Inés Schmidt. “Ella siempre me ha empujado, me preguntaba cuándo iba a volver a pintar, porque yo dibujo y pinto desde chico”, cuenta el periodista. En el colegio estaba en el taller de arte, y al graduarse se inscribió para estudiar Arte, pero finalmente se decidió por Periodismo “por razones prácticas y cierta presión familiar”, dice. Durante la universidad también tomó electivos de dibujo y figura humana.
Luego, durante años, la pintura quedó a un lado, aunque siempre permaneció interesado como espectador: “Me gusta mucho el trabajo de Adolfo Couve, José Balmes, Gracia Barrios, Carlos Leppe. Internacionales: Giorgio Morandi y Anselm Kiefer, entre otros”.
Paulo Ramírez, conocido por todos como Polo, actualmente es gerente de contenidos estratégico de Copesa y está a cargo de un equipo que desarrolla distintos productos editoriales. Además, cumple 15 años en radio Duna como conductor del programa Aire fresco y del espacio Espíritu científico. Es padre de cuatro hijos y deportista: corre, sube cerros y anda en bicicleta. Pero desde hace siete años, definitivamente es el arte lo que lo obsesiona, dice.
Se imagina en un futuro dedicado a la pintura. Es algo que está trabajando como un plan de vida y de carrera. Sabe que no es fácil y asume que no cuenta con formación académica rigurosa, pero quiere perseverar. “Quiero persistir y darle cada vez más espacio en mis acciones, lugar que ya ocupa en mis preocupaciones e intereses. Mis cercanos han visto cómo se ha ido asentando en mí la determinación a dedicarme cada vez más a esto que es una necesidad y una pasión de toda la vida”.
Desde 2018 forma parte estable del taller. Durante la pandemia y el confinamiento se armó un pequeño espacio para pintar en su casa y mantuvo las lecciones por Zoom. “En el taller las profesoras te guían, te aconsejan sobre técnicas y materiales, pero cada uno desarrolla su propio lenguaje y línea de investigación”. Actualmente va a pintar al taller por las tardes, pasa por su casa después del trabajo, se cambia de ropa y parte. En el camino va entrando en esta disposición especial, en un tempo distinto, comenta.
Hace dos años organizaron una pequeña muestra colectiva en el taller Vial y Schmidt para compartir el trabajo realizado durante el año, pero esta es la primera vez que participa como expositor en un espacio abierto, dice Ramírez, sentado en el Galpón Independencia, que dirige Yvonne González, y se encuentra en un pequeño pasaje de la comuna de Independencia donde también tienen sus talleres las artistas Josefina Guilisasti y Marcela Correa.
- ¿Cómo ha sido el ejercicio de salir del taller y exponer?
- Es un ejercicio bien inesperado y poco imaginado. Ese tipo de cosas como que uno ni siquiera sueña. No había pensado en exponer en un espacio público. Se trata de una instancia más profesional desde el punto de vista del trabajo que había que hacer: montaje, difusión... Y lo más complejo es la ansiedad que te provoca estar expuesto.
- ¿Porque es mostrar un pedazo de tu mundo interior?
- Exacto. Es algo muy propio a partir de uno mismo y para uno mismo. Por lo menos en mi trabajo. No hay una intención de agradar o ser del gusto de alguien, sino que se persigue una especie de satisfacción, una pregunta que a uno le surge. Es buscar algo que uno sabe que no va a alcanzar, porque tampoco es claro el destino final.
- ¿Cómo definirías tu estado anímico cuando pintas?
- Para mí la pintura es una lucha. No me relaja ni me distrae. Me desafía. Me exige. Siento que tengo que forzarme a usar mi imaginación para llegar a un resultado indescriptible, que es la sensación de placer cuando observo ciertas formas o texturas. No hay un plan, sino que más bien tengo una sensación impresa dentro mío que debo descubrir. Ese es el camino que sigo, y por eso es tortuoso.

El desafío de la abstracción
“Ahora en Instagram es súper fácil encontrar un montón de artistas. Pero también me pasa que veo ciertos colores, el suelo, la tierra, los árboles y los cerros especialmente, que siempre me han atraído mucho. Entonces trato de hacer el ejercicio de traducir una imagen en lenguaje pictórico”, dice Polo.
Explica que trabaja con una paleta de colores acotada: “Tierra de sombras, Azul ultramar, Amarillo ocre, un poquito de Siena tostada y Blanco, nada más. Cuando la paleta es restringida uno empieza a descubrir la gigantesca cantidad de matices que hay en cada uno de sus colores”. Importa mucho qué tono escoja, dice, porque luego pone un papel de diario encima de la tela y al retirarlo se empiezan a formar figuras, texturas, manchas, que le sugieren cómo seguir.
Generalmente escucha música mientras pinta, muchas veces jazz y en particular Chet Baker. “Cuando empecé en el taller siempre sonaba Chet Baker, entonces cada vez que lo escucho me acuerdo inmediatamente de la pintura y de todo ese proceso bien bonito”, dice.
- Dices que estás en un tránsito desde lo figurativo hacia lo abstracto, ¿qué representa para ti la abstracción?
- Me produce una sensación parecida a la poesía, porque transforma una determinada realidad, que puede ser una emoción, en una imagen que evoca eso. Yo uso la palabra transfiguración. Surge una espontaneidad que habla mucho de nuestro inconsciente y por lo tanto de quiénes somos. Después uno empieza un proceso de ocultar lo que es el gesto espontáneo. Entonces mi pelea conmigo mismo es lograr que ese gesto espontáneo permanezca.
- Es un lenguaje muy distinto al oral o escrito, que usas como comunicador.
- La pintura, de la manera que yo la vivo, es una acción que de manera secundaria es comunicativa, pero de manera primaria es expresiva. La gracia de trabajar en el taller es que conversamos mucho, con María Inés y Macarena, y también con las compañeras y compañeros.
- ¿Se te pasa por la cabeza dar el salto a una exposición individual? ¿O se requiere alcanzar otro escalón de ego para eso?
- Sí, y también otro nivel de certezas, de lucha en contra de tus miedos. Antes pinté obras más grandes, de 1,5 metros, y más figurativas. Mi primer paso fue regalarle algunos cuadros a familiares y amigos, y cuando voy a sus casas los miro y les encuentro pifias. Ahora estoy pintando en pequeño formato, en esta línea de trabajo voy poco a poco. Estoy un poco más tímido.

Un pasaje lleno de arte
La muestra colectiva del Taller Vial y Schmidt reúne el trabajo de 17 artistas. El título, Pasaje, alude al concepto técnico pictórico, al lugar donde se emplaza la exposición y rinde homenaje además a la novela homónima del pintor y escritor chileno Adolfo Couve, referente clave para los integrantes del taller: Isabel Aguado, Carolina André, Mónica Barros, Luz María Benedetti, Macarena Langlois, Javiera Montero, Marcela Olivares, Nathalia Orozco, Polo Ramírez, Carla Ruttimann, Domingo Santa María, Bárbara Schmidt, Lucía Trincado, Carolina Varela, Andrea Vial, Isabel Vicuña e Isabel Margarita Westendarp.
Galpón Independencia está en la calle Padre Las Casas 2469, Independencia. Abre de martes a viernes, de 11 a 15 horas, hasta el 25 de octubre. También hay visitas guiadas que se informan a través de @taller_vialyschmidt y @galponindependencia.