Internacional
Abilio Diniz, dueño del mayor imperio brasileño de supermercados, es un deportista fanático
Uno de los momentos más difíciles que le ha tocado vivir a este exitoso empresario fue cuando lo secuestraron miembros del MIR, en 1989.
Por: Equipo DF
Publicado: Lunes 4 de julio de 2011 a las 05:00 hrs.
Por M. Ignacia Alvear ContrerAS
Abilio Diniz, uno de los hombres de negocios más exitosos de Brasil, siempre ha sido reconocido como un apasionado deportista. Cuando tenía once años, jugaba muy bien al fútbol en el barrio donde vivía, y además practicaba judo, capoeira y boxeo. Toda la rigurosidad y disciplina aprendida de estos deportes la aplicaría años más tarde cuando se hiciera cargo de su imperio del retail.
La empresa que lo hizo conocido, la cadena de supermercados Pão de Açúcar, hoy está en el centro de una dura batalla por el control entre su socio, la cadena francesa Casino, y su compatriota Carrefour, que selló un acuerdo con el fondo de inversiones Gama para adquirir una participación mayoritaria.
La historia comenzó en los años ‘40, cuando el inmigrante portugués Valentim Diniz abrió una confitería del mismo nombre, tan exitosa que a las semanas de su inauguración tuvo que preparar banquetes para las autoridades locales. A comienzos de los ‘60, Valentim decidió que era el momento de dar un salto mayor, y abrió su primer supermercado. Para esto le pidió ayuda al mayor de sus seis hijos, Abilio, quien estaba preparándose para viajar a estudiar a Estados Unidos tras finalizar sus estudios de administración en Brasil. Si bien su intención siempre fue seguir estudios de postgrado y trabajar en una multinacional en un futuro cercano, Abilio prefirió quedarse en el país para encabezar el proyecto de implementación del supermercado de su padre y hacerse cargo de la firma.
Cuando ya la expansión de la cadena de supermercados se estaba afianzando, con más de 40 locales, Abilio decidió volver a su afición deportiva. Sin dejar su trabajo, a fines de los ‘60, participó en competencias de motos acuáticas y ganó el tricampeonato brasileño de esta disciplina en 1968, 1969 y 1970. Pero no se quedó ahí, también probó suerte en el automovilismo y ganó, junto a uno de sus hermanos, la carrera de las 1.000 millas de Interlagos en 1970.
Conexión con Chile
Sin embargo, las siguientes décadas no serían nada fáciles para el brasileño. En 1989 vivió uno de los momentos más difíciles de su vida. El día que se celebraban las elecciones presidenciales en Brasil, en las que se enfrentaron Fernando Collor de Mello y Luiz Inácio Lula da Silva, Diniz fue secuestrado por un grupo integrado por miembros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), que exigieron
US$ 30 millones por su libertad. Estuvo seis días en cautiverio en el subterráneo de una casa en Sao Paulo, y tras una difícil negociación, fue liberado.
Otro golpe fue el conflicto en el que enfrentó su familia por el control de Pão de Açúcar, problema que se resolvió finalmente con un acuerdo en 1994 que le daba a él control total del grupo familiar y con el que pudo salvar a la empresa de la virtual quiebra en la que se encontraba.
En 1999, el grupo francés Casino puso los ojos en Grupo Pão de Açúcar y compró el 24% de las acciones con derecho a voto, las que en 2005 aumentaron a 34%. Hoy tiene 43%. A partir de 2009, Diniz empezó a expandir su imperio a través de adquisiciones. En junio de ese año, compró Globex Utilidades, dueño de la cadena de tiendas de electrodomésticos Ponto Frio, y en diciembre adquirió Casas Bahia Comercial para seguir creciendo en el mismo rubro.
Ahora, Diniz -que se ha convertido en un aficionado de las maratones de Nueva York-, decidió dar un cambio radical: en vez de dar preferencia a Casino para adquirir al grupo (tal como se estipulaba en un acuerdo de 2006), prefirió ceder a una propuesta de fusión del gigante Carrefour, un acuerdo que está sacando ronchas en el mercado brasileño. “Estoy siendo muy criticado, pero creo que una fusión entre Pão de Açúcar y Carrefour será buena para todos los brasileños”, dijo Diniz a través de su cuenta de Twitter la semana pasada. “Tengo fe en Dios y creo en mi trabajo. Todo va a terminar bien y pronto contaré toda la historia”, acotó.