Por Kathrin Hille, Beijing
Xinjiang, la convulsionada región en el lejano oeste de China, registró el peor episodio de violencia desde una masiva agitación étnica en 2009, luego de que una protesta dejara ayer al menos 27 muertos.
Xinhua, la agencia oficial de noticias, informó que turbas empuñando cuchillos habían atacado estaciones de policía, el edificio de gobierno local y un sitio de construcción en Lukqun, un pueblo remoto a unos 200 kilómetros al este de Urumqi, la capital de la provincia, temprano en la mañana.
Citando a miembros del Partido Comunista local, el informe decía que los manifestantes habían apuñalado a personas y habían incendiado autos policiales. “17 personas habían muerto, incluyendo nueve policías o guardias de seguridad y ocho civiles, antes de que la policía abrió fuego y mató a diez manifestantes”, según el reporte.
Xinhua no mencionó qué fue lo que desató la agitación, y la información no pudo ser verificada de forma independiente. Un vocero del gobierno regional dijo que no tenía información. Una mujer contactada por teléfono cerca de Lukqun afirmó que ha habido intranquilidad “en el pueblo”, pero no conocía los detalles. La región, que tiene una porción importante de las reservas de petróleo de China, ha sido sacudida por una agitación cada vez más violenta y frecuente en los últimos años.