Los aliados de Donald Trump y Elon Musk han instado al Presidente estadounidense y a su multimillonario partidario a reparar su relación, buscando limitar el daño político y comercial de la espectacular separación de esta semana.
La fisura entre la poderosa pareja, aparentemente por el proyecto de ley fiscal del mandatario, amenaza con descarrilar la agenda legislativa de la Casa Blanca y destruir una alianza duramente ganada entre Silicon Valley y Washington.
"Es lamentable... Espero que vuelvan a estar juntos", dijo el viernes el senador texano Ted Cruz, quien se encontraba en el Despacho Oval cuando Trump criticó duramente a Musk. "Muchos conservadores creen que esto no es bueno; abrácense y reconciliémonos", recomendó.
El CEO de Tesla, que pasó el jueves lanzando nuevos ataques explosivos contra Trump, parecía estar abierto a una distensión, respondiendo positivamente al administrador de fondos de cobertura Bill Ackman, quien instó al dúo a "hacer las paces en beneficio de nuestro gran país".
Trump afirmó el viernes que "ni siquiera pensaba en Elon", antes de añadir en CNN: "El pobre tiene un problema... Supongo que no hablaré con él por un tiempo, pero le deseo lo mejor".
El presidente repitió esa frase el sábado, declarando a la NBC que no tenía intención de mejorar su relación. Advirtió de las "graves consecuencias" si Musk financiaba a candidatos que compitieran contra los republicanos.
Control de daños
Las figuras del sector tecnológico que apoyaron a la administración con la esperanza de que marcara el comienzo de una era de recortes impositivos y desregulación han estado tratando de contener la disputa, con un éxito limitado.
“Elon no recibe llamadas de nadie”, declaró a Financial Times un financista de Silicon Valley y gran donante de candidatos republicanos. “Ni de gente que tiene miles de millones invertidos en sus empresas..., Silicon Valley se está volviendo loco”, comentó.
Los intentos de reconciliar a Trump con su antiguo "primer amigo" se vieron frustrados el viernes por la mañana con la noticia de que el Presidente planeaba vender o regalar el Tesla que había comprado en marzo como muestra de apoyo a Musk. La Casa Blanca también desestimó los informes sobre una llamada telefónica conciliatoria entre ambos.
El multimillonario Tim Draper, quien invirtió en Tesla y SpaceX, instó a Trump y Musk a reunirse para salvar el llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés), una iniciativa que fue respaldada por muchos en el mundo tecnológico y que contaba con ejecutivos de Silicon Valley.
"Parecía que estaban progresando bien juntos", declaró Draper al FT. "Mi consejo: no tiren las frutas frescas con las podridas", señaló.
Sin embargo, durante semanas se han observado grietas en el matrimonio de conveniencia entre Silicon Valley y Washington, en particular a raíz de la reforma fiscal de Trump, que irritó a Musk. Los halcones del déficit se han opuesto a la legislación que añade billones (millones de millones) a la deuda estadounidense, mientras que figuras tecnológicas más progresistas se han mostrado reacias a los recortes propuestos a programas de prestaciones sociales como Medicaid.
“Estoy totalmente a favor de la eliminación del despilfarro y el fraude”, declaró Jon McNeill, expresidente de Tesla que trabajó con Musk y dirige la incubadora de startups DVx Ventures. “Pero, al mismo tiempo, no deseo una reducción fiscal tan desesperada como para perjudicar a los más vulnerables. Y, por lo que he oído, muchos de mis colegas opinan lo mismo”, notó.
Silicon Valley en jaque
Los aliados de Musk alineados con Trump temen que varias figuras de Silicon Valley que lo siguieron al Gobierno puedan encontrar que sus roles están en peligro.
La repentina deselección de Jared Isaacman, fundador de tecnología y amigo de Musk, que había sido nominado para dirigir la NASA, fue el comienzo de una “purga” esperada, dijo una persona cercana a la administración.
Entre los considerados en riesgo estaban el zar de las criptomonedas y la inteligencia artificial, David Sacks; el asesor político Sriram Krishnan y Michael Grimes, exbanquero de Musk en Morgan Stanley, que ahora es funcionario del Departamento de Comercio.
Sacks, quien también es uno de los coanfitriones del podcast All-In, una caja de resonancia para el mundo tecnológico alineado con Trump, estaba "conmocionado", dijo una persona familiarizada con el asunto, y necesitaba estar protegido del escrutinio público hasta que las cosas se calmaran.
Sacks, quien suele publicar con frecuencia en redes sociales, ha guardado silencio desde que la relación entre Musk y Trump se desmoronó. No respondió de inmediato a una solicitud de comentarios.
¿Reconciliación o ruptura definitiva?
Otras figuras tecnológicas prominentes han estado debatiendo si la reconciliación es posible y, de no ser así, cómo sería la vida después de la ruptura.
Ryan Selkis, fundador de una plataforma de criptomonedas que se convirtió en un destacado partidario de Trump, declaró al FT: “Elon volverá al redil en cuestión de semanas, pero será un Elon escarmentado”.
Pero Delian Asparouhov, fundador de tecnología espacial y codirector del Hill & Valley Forum, que vincula a Silicon Valley y Washington, dijo: "No creo que vaya a haber una desescalada aquí".
El empresario le dijo al sitio de noticias tecnológicas TBPN que las compañías espaciales más pequeñas que trabajan con SpaceX de Musk podrían encontrar “más resistencia” por parte de la Casa Blanca.
Otros lamentaron el fracaso de la apuesta de la comunidad tecnológica por Trump. “Quizás Silicon Valley se dejó engañar por Trump. Consiguió lo que quería”, dijo un fundador de capital de riesgo de la costa oeste, citando la donación de US$ 250 millones de Musk a la campaña de Trump.
La persona lamentó la volatilidad económica —causada por los aranceles y la imprevisibilidad de Trump— durante una presidencia que, según les habían prometido, beneficiaría a las empresas. “Todos estamos experimentando una crisis de liquidez”, dijo. “Necesitamos que los mercados públicos abran”, expresó.
El enfrentamiento público entre Trump y su benefactor podría abrir la puerta para que otros en Silicon Valley se conviertan en embajadores de facto de la tecnología en Washington, especialmente el archirrival de Musk, Sam Altman de OpenAI.
“La tecnología no está representada por una sola persona”, dijo un inversionista de las empresas de Musk. “Esto no termina gracias a una sola persona, aunque sea la persona más prominente del mundo”, indicó.