Las especulaciones que recorren los pasillos del poder en Beijing
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Por Wang Xiangwei
Mientras los medios extranjeros se enfocan en los explosivos escándalos por la caída del secretario del partido Bo Xilai y el arresto de su esposa por homicidio, han prestado poca atención a una nueva serie de dinámicas en la política china que tendrá grandes implicancias para el gobierno en los próximos años. Estas se refieren a la delicada relación entre los que asumirán nuevos cargos en la sucesión de líderes este año y sus predecesores.
Aunque se mantiene bajo total hermetismo, la sucesión de líderes se ha vuelto más sistemática desde que Deng Xiaoping puso fin a las designaciones de funcionarios de por vida en los ‘80. Y, más significativo, el próximo cambio de mando será el primero en que las nuevas autoridades no sean predeterminados por alguno de los “grandes líderes “. Esa era terminó con la muerte de Deng. Fue él quien designó a Jiang Zemin como la figura principal de la tercera generación y quién escogió a Hu para la cuarta.
Las figuras de la quinta generación, con el vicepresidente Xi Jinping en camino para reemplazar a Hu Jintao y el vice primer ministro Li Keqiang, reemplazando al premier Wen Jiabao, sólo quedarán definidas tras una intensa pugna interna entre varias facciones en la antesala del Congreso número 18 del Partido Comunista en Beijing este otoño (boreal).
Aunque una sucesión más sistemática ha eliminado algunas de las mayores incertidumbres que amenazaban la estabilidad política en China, también ha generado interesantes preguntas sobre la influencia de los líderes retirados sobre sus sucesores.
De hecho, cuando Hu se retire a la edad de 70 años, se convertirá en el segundo ex presidente vivo junto con Jiang, que ahora tiene 86 años. Esto va a crear una situación única en la historia del Partido, en que el nuevo líder deberá buscar formas de llevarse bien con dos ex jefes de gobierno y de partido, que aún pueden ejercer fuerte influencia a través de sus seguidores dentro del gobierno y el partido. Cómo se relacionen entre ellos no sólo va a influir sobre la transición del poder sino que también va a modelar las futuras políticas de China.
Se ha vuelto un secreto a voces en los pasillos del poder en Beijing que Jiang, a pesar de haberse retirado en 2004, todavía tiene gran influencia sobre las políticas internas y externas de China. Es sabido entre los oficiales de alto rango que es regularmente consultado sobre las grandes iniciativas de política del partido y del gobierno.
Y pese al hecho de que Hu y Xi están liderando los esfuerzos para completar la designación de los nuevos líderes, muchos creen que Jiang tiene un fuerte peso sobre la selección de los candidatos.
Más aún, antes de que Hu y otros líderes chinos decidieran la salida de Bo del partido y ordenaran su investigación, Hu habría visitado a Jiang y buscado su consentimiento y apoyo.
La pregunta clave ahora es si Hu va a seguir el ejemplo de Jiang y se mantendrá como presidente de la Comisión Militar Central por dos años más después de su retiro. Existen señales de que está inclinado a entregar todas sus responsabilidades.
Según fuentes cercanas al presidente, Hu no tiene ambiciones de poder y se espera que pase a un retiro completo, renunciando a ejercer toda influencia tras bastidores.
“Es un buen líder, un buen padre y un buen estudiante”, dijo una fuente, refiriéndose al hecho de que, a diferencia de otros altos líderes, ha habido poca especulación respecto de cualquier clase de acto de corrupción que pudiera haber beneficiado a sus hijos o a otros miembros de su familia. Además, siempre ha demostrado respeto por los miembros más ancianos del partido, incluyendo a Jiang.
Si su silenciosa salida se confirma, eso no sólo serían buenas noticias para Xi sino también para todo el partido y para sus esfuerzos de seguir consolidando el proceso de sucesión de líderes.