El Informe de Política Monetaria de junio que entregó el Banco Central la semana pasada dejó dos mensajes claros: la política monetaria y fiscal ya hicieron su trabajo para impulsar el crecimiento; y las expectativas deben salir del terreno negativo para apuntalar la actividad.
Dos puntos que considera el escenario base que prevé para el país este y el próximo año el economista jefe de BCI Estudios, Sergio Lehmann, y que profundiza en su primera entrevista luego de asumir dicho cargo, tras dejar su puesto de gerente de Análisis Internacional, precisamente, en el instituto emisor, entidad a la que estuvo ligado por más de trece años.
El experto analiza detalladamente los mensajes tras el último IPoM, que en su opinión dan cuenta de que la economía local está mostrando un dinamismo "claramente más bajo" de lo que se había anticipado.
- ¿El tono del Banco Central fue más pesimista en este IPoM?
- Sí, es un tono más pesimista en materia de actividad. Del momento en que revisa a la baja la proyección de crecimiento, es un reconocimiento a esa mayor debilidad en la economía, da cuenta que básicamente lo que está impulsando el crecimiento es el gasto público y es, tal vez, particularmente algo más pesimista incluso respecto a lo que es la demanda privada.
- El presidente del instituto emisor, Rodrigo Vergara, recalcó que si las expectativas continúan en terreno negativo no veremos mejoras en la actividad. Si eso se da efectivamente, ¿el crecimiento este año estará más cerca del piso de 2,25%?
- Efectivamente. Un condicionante importante para la recuperación en el segundo semestre y también hacia el próximo año tiene que ver con los niveles de confianza y expectativas de consumidores. Hay evidencia empírica que muestra que hay una correlación muy cercana entre lo que es la confianza y la actividad económica y, por lo tanto, mientras no veamos mejoras por el lado de la confianza, difícilmente veremos una demanda privada más dinámica.
- ¿Y se podría contagiar el crecimiento de 2016?
- Sí. Efectivamente, si no vemos una mejora en los niveles de confianza de aquí a un par de meses más, probablemente vamos a empezar a ver revisiones a la baja en las proyecciones de crecimiento hacia el 2016. Nosotros esperamos para el próximo año un PIB de 3,5%, pero que está condicionado a mejoras en confianzas y para eso necesitamos señales desde el punto de vista político, empresarial, de avanzar de manera más consensuada en las reformas, que permitan alcanzar un crecimiento más cercano al potencial en 2016.
- En su discurso, Vergara se alineó con el ministro de Hacienda al reafirmar que el gasto fiscal ya hizo su trabajo y añadió a la política monetaria. ¿Qué lectura hace de este mensaje?
- Ese fue un mensaje bien clave, porque habitualmente el Banco Central evita hacer mención a gasto público o algo relativo a la política fiscal. Si me pregunta, creo que esto estuvo coordinado con el Ministerio de Hacienda o si no Rodrigo Vergara no hubiese tomado esa posición, porque claramente la materia fiscal corresponde a esa cartera y los componentes monetarios son los que corresponden al Banco Central.
El mensaje de Rodrigo Vergara le da una mano y ayuda al ministro de Hacienda a preparar el terreno para la discusión del presupuesto del próximo año, que va a comenzar en un par de meses más. Rodrigo Valdés tiene muy claro que el impulso fiscal del próximo año tiene que ser bastante más moderado. Nosotros vemos un crecimiento del gasto público más bien en torno a 5% para el próximo año, bastante más abajo de lo que hoy está considerado en la Ley de Presupuesto (9,8%).
- El PIB potencial fue una materia que estuvo ausente en el informe, ¿le sorprendió?
- No me sorprendió tanto. Lo que sí creo es que la minuta de la reunión de política monetaria generó expectativas respecto a su discusión en este IPoM, donde el Central hizo referencial al PIB potencial, lo cual es bastante poco usual.
En el Senado, Vergara señaló que el PIB tendencial se revisa en septiembre de cada año. De mencionar algo en el IPoM, necesariamente tendría que haber sido que el PIB potencial pudiese ser algo más bajo de lo que se estimó en septiembre pasado.
- Y eso hubiese golpeado más las expectativas...
- Eso habría sido un golpe bien fuerte. Mi percepción es que todavía no está preparado para decir eso. A mi no me cabe ninguna duda que en septiembre habrá una revisión a la baja en el PIB potencial. De hecho, nuestra estimación es de 3,7% y, en general, el mercado está bastante alineado con esa mirada. De todas maneras, será menos de 4%.
Ahora, eso lleva a que cuando el Banco Central comience la normalización monetaria -suponiendo que el crecimiento el próximo año estará más cerca del 3,5%-, va a ser algo más rápida de lo que hoy tiene incorporado el mercado. Nuestro pronóstico es que comenzará en marzo de 2016 para llevar la tasa a 4% a fines de ese año, lo que está condicionado a que el crecimiento efectivamente esté en torno al 3,5% y a una mejora en la confianza.
El consenso es la clave
- Si la política fiscal y monetaria ya hicieron su trabajo, ¿qué queda entonces para levantar la actividad?
- Lo que queda en términos de acción es más bien dar señales, que serían más bien de carácter político, en la discusión de la reforma laboral, con la reforma constitucional que se ha planteado, que apunten a ir recobrando las confianzas. Es decir, fundamentalmente buscar consensos para ir avanzando en estas reformas.
En la medida que se vayan dando señales políticas de consenso, eso irá permitiendo recobrar las confianzas; y también que la demanda privada comience a mostrar un mejor
desempeño hacia el segundo semestre de este año, y particularmente hacia 2016.
- Entonces, ¿el mensaje de Vergara fue un guiño a los privados?
- Tiene que haber un esfuerzo mancomunado, una mirada común, coordinada, una disposición tanto de empresarios como de consumidores, de los políticos, del gobierno, de ir buscando de manera unificada, aunada, señales que vayan fortaleciendo la confianza. Todos tenemos alguna responsabilidad en ese sentido y la evidencia empírica también es bastante contundente: para avanzar más dinámicamente, es necesario hacerlo a través de consensos.
- Para alcanzar consensos, ¿es necesario moderar las reformas?
- Si avanzar hacia un consenso significa moderar el tono de las reformas, creo que es necesario, sería una señal positiva.
-Y las señales que ha entregado Valdés, ¿van por buen camino?
- Son positivas. Él tiene bastante clara la película, en el sentido que es necesario recobrar las confianzas. Su señal respecto a la necesidad de moderar el gasto público también es positiva, porque permite dar espacios para que la demanda privada vaya recuperándose. Y, por el contrario, no sería una buena señal mantener la tasa de crecimiento del gasto público de este año, porque eso compromete el compromiso del balance estructural a 2018, y la responsabilidad fiscal ha sido uno de los pilares de la economía chilena en los últimos 40 años.
"El Banco Central se adelantó al plantear la posibilidad de un alza de tasas a fines de este año"
- ¿Se adelantó el Banco Central al hablar en el IPoM de marzo de posibles alzas de tasas?
- Definitivamente. El Banco Central se adelantó en ese momento cuando, en términos estrictos, planteó comenzar a estudiar a fines de este año la posibilidad de aumento de tasas. Esa fue una mala señal y una señal que tuvo un impacto en los precios de activos financieros y, por lo tanto, tuvo probablemente también un efecto en las decisiones de inversión.
El Banco Central corrige eso en este IPoM, modera el tono y, de alguna manera, hace una suerte de mea culpa en el sentido de que las señales que entregó fueron interpretadas equívocamente por el mercado o, por lo menos, recogieron una visión muy agresiva en materia de movimientos de tasas. Eso no era coherente con el crecimiento o la dinámica de la demanda privada, de la actividad que estaba mostrando Chile.
- En este IPoM parece que el foco del Central está más inclinado al crecimiento que a la inflación...
- Efectivamente, modera su mirada inflacionaria, porque creo que lo que no incorporó correctamente el Banco Central en su estimación en el IPoM de marzo fue una demanda privada tan deprimida como la que se está registrando hoy en la economía chilena, lo que genera holguras de capacidad y tiende a llevar hacia niveles más bajos la inflación.
La sensación es que ese componente estaba subestimado en las proyecciones inflacionarias que presentó en marzo pasado el Banco Central. Hay un cambio de foco tal vez sutil, pero relevante y que apoya esta mirada de que la tasa tiene que mantenerse en 3% durante todo este año.
- ¿Hay riesgos que aún persisten para la inflación?
- Nosotros creemos que la brecha de capacidad y una demanda privada bastante débil va a dominar la evolución de la inflación hacia adelante. Por lo tanto, la convergencia hacia el 3% se va a alcanzar más bien hacia el 2016, cerrando este año en un 3,3%.
Sin perjuicio de ello, siempre hay riesgos de que haya ciertos desvíos respecto de esa trayectoria y esos desvíos en particular tienen que ver con los precios de alimentos, derivado de una sequía que ha sido persistente en la zona central y podríamos tener algunas sorpresas por ese lado. No veo algún otro factor que pudiese sorprender, creo que el el factor tipo de cambio ya está incorporado en los precios.
El Banco Central hizo una llamada de atención en relación al crecimiento un tanto mayor a lo esperado de los salarios, pero creemos que eso está asociado a la indexación de la inflación del año pasado -que fue especialmente alta- y eso tendería a normalizarse en los próximos meses. Si bien ese es un tema que hay que monitorear, creemos que en la inflación va a dominar de todas maneras la brecha de capacidad y la demanda interna especialmente débil.