Multinacionales

Chiquita podría ser el próximo blanco de una guerra de ofertas

A las muestras de interés de dos grupos brasileños, podrían sumarse Fresh Del Monte y Tropicana.

Por: Renato García Jiménez
 | Publicado: Lunes 18 de agosto de 2014 a las 05:00 hrs.
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Es increíble lo rápido que puede cambiar el panorama para una empresa. Entre septiembre de 2013 y comienzos de agosto de este año, la acción de Chiquita Brands International había perdido casi un tercio de su valor debido a sus decepcionantes resultados. La compañía estadounidense, una de las mayores productoras de bananas del mundo, ha registrado pérdidas en tres de los últimos cuatro trimestres, pese a los esfuerzos de su nuevo director ejecutivo, Edward Lonergan, que asumió a fines de 2012 con la misión de relanzar la operación.

Pero el nuevo CEO aparentemente comenzó a encontrar la senda correcta este año, cuando en mayo anunció un acuerdo de fusión con la irlandesa Fyffes. El negocio, que daría origen al mayor actor de la industria a nivel mundial, ha sido aplaudido por los analistas.

Pero, ese es sólo el comienzo. Cuando nadie lo esperaba, Chiquita recibió una jugosa oferta de compra de una alianza conformada por las brasileñas Cutrale y Safra. La propuesta de 
US$ 625 millones considera un premio de 29% por sobre el precio de la acción al cierre del día previo al anuncio. Considerando deuda asumida, además, el valor de la oferta aumenta a US$ 1.250 millones.


Dejarse querer


Ahora, Chiquita deberá decidir qué negocio le aporta más valor, porque si acepta la oferta deberá abandonar sus planes de fusión.

Pero su posición no podría ser mejor. Tras la noticia de la nueva oferta, el precio de los títulos se disparó más de 30%, recuperando en pocos días todo lo perdido en un largo declive.

El precio actual, de US$ 13,56 por papel, está por sobre el nivel al que la valorizó la oferta, de US$ 13, lo que refleja que el mercado está apostando a que podría repetirse una guerra de ofertas como la que protagonizaron hace un mes otra brasileña, JBS, y la estadounidense Tyson Foods, por la productora de cecinas Hillshire.

Entre los candidatos a sumarse a una batalla los analistas mencionan a Fresh Del Monte y a Tropica, el productor de jugo de naranja de PepsiCo.

Guerrilleros y tortura


Los expertos señalan que el interés por Chiquita aumentó luego de que la compañía lograra cerrar uno de sus principales frentes de riesgo, tras el fallo de un tribunal de Atlanta que rechazó una demanda presentada por una agrupación de ciudadanos colombianos que sufrieron torturas de la guerrilla. En 2007, la compañía pagó US$ 25 millones tras declararse culpable de dar US$ 1,7 millón a los grupos rebeldes que operan en el país para evitar los ataques contra sus operaciones. La asociación de ciudadanos acusaba a la firma de proporcionar fondos, armas, municiones y transportes a la FARC y a los paramilitares, recursos que fueron usados para asesinar y torturar a los civiles que se oponían a las acciones de la guerrilla.

El tribunal rechazó la demanda colectiva sin fallar sobre el fondo, argumentando que no podía pronunciarse sobre eventos ocurridos fuera de su jurisdicción, y que la ley sólo se aplica a personas naturales.

Cien años de soledad
A fines de julio, Chiquita finalmente logró cerrar un complicado capítulo, cuando un tribunal estadounidense desestimó las demandas por haber financiado a la guerrilla en Colombia. Pero ese no es el único episodio que ha ligado a la productora de bananas con la violencia política en Latinoamérica. Chiquita Brands International es la sucesora de una firma llamada United Fruits International, que operó en la región hasta 1970 y que ha sido acusada de financiar golpes de estado y actuar como una fachada para las operación de la CIA en varios países. De hecho, fue esta compañía la que dio origen al concepto de "país bananero".

En noviembre de 1928, los 25 mil trabajadores de United Fruits International se declararon en huelga. EEUU amenazó con invadir el país para defender los intereses de la compañía, lo que llevó al gobierno de Miguel Abadía Méndez a enviar al Ejército para aplacar la movilización, lo que terminó en un baño de sangre. El episodio está retratado en la célebre novela del Premio Nobel, Gabriel García Márquez, Cien Años de Soledad.

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