Adultos en Twitter empujan venta de láminas del Mundial de Panini
Las redes sociales reemplazaron a los parques donde los niños intercambiaban las figuras.
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Ed Balls, el político de la oposición que podría ser el próximo ministro de Hacienda del Reino Unido, hizo esta semana un pedido urgente para que los consumidores gasten más.
Días antes del inicio de la Copa Mundial de Fútbol, Balls sugirió que los aficionados “reales” deben comprar un álbum de Panini – “para ellos o sus niños” – y comenzar a coleccionar las láminas de los jugadores que participarán en el torneo.
Empujar a los británicos a que gasten dinero en pasatiempos probablemente no ayudará mucho a la economía. Pero el llamado de este diputado laborista amante del fútbol, muestra cómo los adultos están ahora participando en lo que solía ser un ritual de la infancia.
En países tan diversos como Colombia (cuyo presidente, Juan Manuel Santos, ha estado intercambiando láminas a lo largo de su campaña electoral) y Suiza (donde el lanzamiento del álbum fue una noticia en la televisión nacional), hombres, mujeres, y niños desgarran los llamativos sobres de Panini con la esperanza de llenar sus álbumes y evitar repetidos.
Buena noticia
Esta moda es una buena noticia para Panini, la empresa italiana que vende las láminas en más de 100 países. Las ventas son superiores a las del mismo período previo al último mundial en la mayor parte de estos territorios, dijo Mike Riddell, director de gerencia de la firma en Reino Unido, que predice un rendimiento récord: “El hecho de que tenemos diferentes generaciones coleccionando láminas representa una enorme diferencia”.
El interés de adultos refleja el auge de los medios sociales, que ofrecen a los adultos un foro en el que pueden intercambiar sus duplicados. Riddell considera que sitios como Twitter y Facebook son un sustituto de los parques infantiles en los que los niños han intercambiado láminas por décadas. A instancias de Panini, los coleccionistas han estado “tuiteando” los números de láminas que les falta junto al hashtag #gotgotneed para encontrar gente con quien hacer sus intercambios.
Una señal más de la fascinación por parte de los adultos de espíritu joven, el álbum también ha dado lugar a una simpática cuenta de Twitter, @PaniniThoughts, que explica las expresiones en las caras de los jugadores (la sonrisa de niño del francés Mathieu Debuchy se debe a que “abrió un paquete de láminas de Panini y se encontró a sí mismo”, por ejemplo).
Durante cinco décadas, Panini siempre ha ofrecido un mismo álbum multilingüe para el mundo entero. Su acercamiento a los medios sociales tiene, sin embargo, un enfoque local.
No tiene ningún sentido ver un anuncio de alguien en América Latina ofreciendo a Lionel Messi si vives en el otro lado del mundo, explicó Riddell. Con ese fin, hay sitios como laststicker.com que facilitan el intercambio transfronterizo.
Los académicos en Suiza piensan que los fanáticos necesitan comprar un promedio de 899 paquetes para llenar el álbum con las 640 láminas si no intercambian las repetidas o aprovechan la oferta del fabricante de comprar 50 jugadores faltantes. Esta afición puede ser costosa: un paquete en EEUU cuesta US$ 1.
En medio de este gasto frenético, Panini podría parecerse al equivalente empresarial de un pitón que consume un banquete y se pasa los próximos cuatro años digiriéndolo, expulsando de vez en cuando a un defensor hondureño que no pudo venderse. Riddell admite que el mundial estimula sus ventas, pero dijo que gracias a los ingresos provenientes de los cómics y otros productos, la empresa no depende tanto de éste como solía hacerlo anteriormente.
Pero hay una vulnerabilidad en su modelo comercial que todavía no se ha resuelto. El contenido del álbum de 2014 tuvo que finalizarse en enero, lo que dio lugar a conjeturas sobre qué jugadores terminarían viajando a Brasil.
Ashley Cole de Inglaterra es uno que figura en el álbum, pero no en la lista final de los jugadores por su país. El italiano Giuseppe Rossi es otro. Según @PaniniThoughts, la expresión pensativa de Rossi en su foto era porque “estaba leyendo El Gran Gatsby y pensaba en su contenido”. Pero quizás se deba a su agudo sentido de la premonición.