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Los recortes prometidos en EEUU no son tan claros como parecen


La historia es que esta semana, Washington se unió en un festival bipartidista de recortes en el gasto, prometiendo...

Por: Por Robin Harding
 | Publicado: Jueves 4 de agosto de 2011 a las 05:00 hrs.
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La historia es que esta semana, Washington se unió en un festival bipartidista de recortes en el gasto, prometiendo restar US$ 917 mil millones a los desembolsos de la próxima década. Los republicanos celebraron el paso hacia limitar el tamaño del gobierno, el presidente Barack Obama mostró que es un negociador responsable y un hombre al que se le puede confiar la economía tras una reelección en 2012.

Esa es la historia. Pero mientras más se mira el acuerdo por el límite de la deuda, más resbalosos son esos recortes. La realidad es que pocos se han hecho aún - y muchos de los prometidos pueden nunca materializarse.

Es la naturaleza misma del acuerdo que incluso los US$ 917 mil millones a firme no involucren recortes directos. No dice que se congelará el gasto en educación ni individualiza una agencia a la que reducir el presupuesto. Simplemente limita cuánto puede gastar el gobierno federal en cada uno de los próximos 10 años y lo escribe en una ley.

Como la economía crece cada año, se supone que los límites evitarán que el Congreso aumente el gasto en línea con la expansión. Dos tercios de los ahorros deben ocurrir entre 2017 y 2021, sólo un tercio está previsto para los próximos cinco años.

Eso es implausible por dos razones. Primero, asume que los futuros Congresos respetarán la promesa de hoy de limitar el gasto. Segundo, como los recortes de déficit se acumulan en el tiempo, se supone que para 2021 el gasto federal discrecional caerá a 5,4% del PIB. Desde 1971, con escasa variación dependiendo de cuál partido está en el poder, el gasto discrecional ha promediado 8,7% del PIB.

El punto más bajo del gasto federal en las cuatro últimas décadas fue 6,2% en 1999, a medida que un auge económico de una década iba hacia el apogeo puntocom y el dividendo de paz de la victoria en la guerra fría llegaba al máximo.

Haciendo la suposición heroica de que el gasto en defensa puede recortarse a 3% del PIB para 2021, eso dejaría 2,4% del PIB para todo lo demás en lo que el gobierno federal usa los fondos discrecionales. Los recortes involucrados serían equivalentes más o menos a eliminar todo el gasto federal en transporte y educación.

El debate político hasta ahora ha sido un desabrido argumento respecto de recortes abstractos. Pero el tamaño de los recortes propuestos lo convertirá en una discusión concreta sobre el tamaño y el rol del gobierno.

Eso podría desarrollarse por varias vías. Si los republicanos de verdad pasan la próxima década insistiendo en que los límites sean respetados, entonces obligarán a una transformación en el gobierno federal. Con el gasto discrecional no militar reducido en un tercio, Washington tendría que dejar muchas actividades y los gobiernos estatales y locales tendrían que crecer para cerrar la brecha.

Un resultado más probable es que en algún momento de la próxima década la economía repunte y un Congreso más optimista pase una ley de gastos que silenciosamente bote los límites y deje que el gobierno federal siga con lo que siempre ha hecho.

El déficit de largo plazo, entre tanto, tendrá que enfrentarse en términos de los factores que realmente lo influencian: ingresos tributarios y gasto en salud y apoyo a una población que envejece. Pese al ruido y la furia, el verdadero debate fiscal en Washington apenas ha comenzado.

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