“Falabella se va a recuperar algún día, pero no sé cuándo”.
En enero de 2021, el histórico accionista y ex presidente de Falabella, Juan Cúneo, se refirió por primera y única vez al desplome que en ese entonces sufrió el conglomerado, una de las empresas del comercio más grande de Chile y Sudamérica. Clientes enojados por compras online que nunca llegaron y caos en las devoluciones dominaron el panorama de la empresa. Como resultado, el precio de la acción se desplomó.
Para tener una idea de aquel momento: la capitalización bursátil del grupo llegó a un peak de US$ 24 mil millones en 2018 y cayó hasta losUS$ 5.200 millones a principios de 2020.
Los ánimos al interior de la compañía estaban por el suelo, dada la pérdida de valor. Los principales socios -agrupados en un pacto controlador de actuación conjunta- se responsabilizaban por la crisis.
Esto desencadenó en la formación de dos facciones: por un lado, las familias Solari Donaggio, Karlezi Solari y Cortés Solari. Por el otro, Juan Cúneo, y los clanes Heller Solari y Del Río. Sergio Cardone Solari jamás manifestó su postura.
Falabella se recuperó. Entre medio, la facción ligada a Cúneo, los Heller y los Del Río lograron sacar a Carlo Solari de la presidencia, poniendo en su lugar al ex Walmart, Enrique Ostalé. Luego, se cambió al gerente general, Gaston Botazzini, siendo reemplazado por Alejandro González.
Esta facción se atribuye los últimos éxitos de la compañía, lo que es puesto bajo la lupa por su contraparte, pues dicen que muchas de las cosas que han sido exitosas fueron definidas por la anterior dirección de la empresa.
Lo claro es que la firma acumula cinco trimestres consecutivos de mejora en los resultados financieros, lo que ya se plasmó en el precio de la acción: cerró el 2024 con un alza de 60% y en lo que va de este año suma una rentabilidad de 34%, llegando a su valor más alto desde abril de 2019, en torno a los $ 4.600. Su capitalización bursátil supera hoy los US$ 12.260 millones y se espera que este año la firma recupere su grado de inversión.
“Hoy, están todos felices; no hay dos bandos, no hay fuerzas opuestas y están todos alineados”, dice un miembro del pacto.
Sin embargo, y pese a que los ánimos al interior de Falabella están por las nubes (sólo el primer trimestre ganó US$ 200 millones), las familias controladoras del grupo no renovarán el pacto de accionistas, que vence el próximo 1 de julio de 2025, y que está vigente desde 2003.
“No hay animus societatis”, se repite entre las familias controladoras de Falabella, como adelantó Señal DF en enero de este año.
Cuando firmaron el pacto de actuación en 2003 (y ratificado en 2013), las mencionadas familias tenían en conjunto más del 88% de Falabella. Actualmente, manejan poco más de 66% del conglomerado.
Los poderes
Hasta ahora, trascendió que -el próximo 1 de julio- las familias solo harían una comunicación al regulador informando del término del pacto de accionistas.
“Ninguna compañía importante tiene un pacto de accionistas, es algo prehistórico”, dice otro miembro de una de las ramas controladoras al justificar, en parte, la decisión.
Pese a todo, igual se pronostica una lucha de poderes al interior del directorio de Falabella, y qué ramas podrían ejercer mayor autoridad sobre las otras, lo que, claro, dependerá de las acciones que logren acumular en su parcela.
Hoy por hoy, Juan Cúneo, la familia Del Río y el grupo Bethia aglutinan el 29,02% de la empresa. Por su lado, los Solari Donaggio, los Karlezi Solari y los Cortés Solari el 35,23%. Al medio -literalmente, hasta ahora como un mediador y neutro- está Sergio Cardone, quien tiene el 2,37% de la propiedad.
En 2023, el pacto controlador logró la elección de ocho directores: Ostalé, María Cecilia Karlezi, Juan Carlos Cortés, Carlo Solari, Germán Quiroga, Paola Cúneo, José Luis Del Rio y Alfredo Moreno.
Las AFP Capital, Cuprum, Modelo, Provida, Habitat y Planvital (que actualmente tienen el 10,02% de la empresa), eligieron a Andrés Roccatagliata.
El directorio está vigente hasta abril de 2026, y hay varias ramas que pretenden mantener a Ostalé como presidente.
Pero, hasta ahora, nadie ha querido revelar sus cartas y cómo enfrentará esa junta de accionistas del próximo año, cuando se deba renovar la mesa directiva, ya sin pacto controlador.
“Lo importante es quién tiene más acciones que el otro. Lograr una mayoría relativa”, dice bajo reserva un cercano al pacto. El objetivo de cada lado sería tener más directores que la contraparte para así definir los principales lineamientos del conglomerado, así como su presidente.
Porque -desde hace dos años, aproximadamente- no hay una visión común: unos quieren potenciar Brasil; otros, vender esa filial que sólo ha generado pérdidas. Unos quieren crecer con fuerza en México, que ya está con números azules, y llevar todos sus negocios al gigante latinoamericano. Otros, no. También, desde una de las ramas se cuestiona que se ha dado énfasis a la rentabilidad (con alza de precios de los productos, de por medio) por sobre la participación de mercado, permitiendo la arremetida de Mercado Libre. Además, se pone de relieve que Falabella ha reducido sus inversiones en logística y tecnología, a diferencia de su archirrival de origen argentino.
Frente a esto, conocedores de la interna del directorio de Falabella comentan bajo reserva que todos buscarán liderar el consejo directivo de la compañía.
¿Nuevas alianzas? Tras el fin del pacto, el 1 de julio, recién se podría revelar esto, pues actualmente los miembros de éste no pueden mantener conversaciones con otros accionistas del conglomerado.
Cúneo y compañía podrían elegir, dependiendo de la cantidad de acciones que voten en la junta de accionistas del próximo año, tres directores. Los Solari Donaggio junto a sus aliados, al menos, la misma cifra, pero les quedaría margen para destinar un remanente de sus papeles a un cuarto directivo, pensando en una alianza con otro accionista.
Por eso, clave será qué harán las AFP, que en unos años se han desprendido de acciones de Falabella, y podrían seguir ese camino dada el alza en el precio de la acción.
Pero hay otras dos figuras que también podrían desequilibrar la balanza. Uno es Sergio Cardone. Hasta el 2023, el empresario salía elegido con sus votos y los de otras familias del pacto, entre ellas, los Solari Donaggio, pero, ese año, Cardone quedó fuera de la mesa, siendo reemplazado por el brasileño Germán Quiroga.
Pero más clave será la decisión que tome Tomás Müller: junto a su familia ya maneja el 5,5% de la propiedad del conglomerado, convirtiéndose en uno de los principales accionistas (no es miembro del actual pacto). Solo ha trascendido que podría unir fuerzas con la familia Fürst (ambos clanes son socios en Mall Plaza), que compró el 1,11% de Falabella el año pasado.
Por otro lado, el clan Heller Solari tiene proyectado vender un 1% de la compañía durante este año, y quedarse con el 5%. ¿Quién lo comprará? Los dardos apuntan a Müller.
También se especula que una de las ramas que componen el grupo Del Río buscaría vender acciones del retailer. Hoy, este clan tiene el 14,38%, pero en los próximos meses se concretará una reorganización entre los hermanos y ya hay al menos uno que reveló que buscaría bajar su participación en la empresa.
Bajo este escenario, varios consultados para este reportaje vaticinan una lucha de poderes, la que recién se comenzaría a revelar en 31 días más, cuando se dé fin al pacto de acciones que gobernó a Falabella por 22 años. 