La reforma tributaria fue aprobada, hecho que será inolvidable en la historia de este pequeño país, pero nos alarma que pese a toda la tinta y saliva que se ha gastado en su análisis, defensa y crítica política, no se haya reparado suficientemente en el mensaje que entrega el legislador por medio de la norma de blanqueo de capitales.
Ella contiene lo que comúnmente se denomina “perdonazo” que no beneficia a las pymes en dificultades, sino a personas que con domicilio en el país hayan mantenido fuera del alcance de la ley nacional sus dineros o bienes, esto es, que quieran repatriar o sacar de la oscuridad rentas que debiendo pagar impuestos en Chile, no lo han hecho.
Y no sólo eso, también se podrán blanquear rentas y bienes mantenidos en Chile mediando artilugios legales. El impuesto que deberán pagar estas rentas espurias será único, con una tasa de 8%, que sustituye cualquier tributo que debieran haber pagado esos bienes o rentas.
¿Qué mensaje es éste para un país que se vanagloriaba de la seriedad de sus instituciones, tan confiables y diferentes a las de los vecinos? Las personas normales y decentes que tenemos residencia en Chile hemos pagado puntualmente nuestros impuestos sobre base de fuente mundial, es decir sobre todas nuestras rentas obtenidas en Chile y en el extranjero. La igualdad de tratamiento y la equidad tributaria, son principios rectores de cualquier sistema tributario, no el “perdonazo” selectivo a quienes escondieron sus riquezas y bienes fuera o dentro del país sin pagar impuestos.
El mensaje es: esconda sus platas y en un tiempo más las blanquea. Los ciudadanos que pagan un 19% por comprar pan o un libro, que pagan impuesto al trabajo con tasas que llegan al 40%, las Pymes que deben pagar puntualmente sus impuestos y que al menor error son sancionadas implacablemente, no son consultados; pero son quienes están viendo afectado su poder adquisitivo ante un dólar que sube, la desaceleración y que deberán financiar un alza de impuestos.
La gente, al poco andar, se dará cuenta quién financiará estas alzas tributarias y baja en las utilidades de la empresa, ya que no serán las grandes firmas ni las multinacionales, sino todos nosotros, los usuarios. Entiendo que el gobierno quiera recaudar mayores ingresos para financiar sus iniciativas, pero la fórmula nos parece injusta o, como se diría ahora, “profundiza la desigualdad”. Nunca he firmado un cheque en blanco, pero esta vez lo estamos haciendo todos. Por eso, pido que me devuelvan todo lo que he pagado por concepto de impuestos en el pasado, a cambio les pago el 8%.