Economista y diputado catalán: "Queremos un Estado que nos trate como ciudadanos y no como súbditos"
Germá Bel, quien también asesora a la Generalitat en el proceso separatista, asegura que la región puede ser un Estado moderno y superar “el control político” de Madrid.
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"Todos los Estados son viables", enfatiza el profesor de economía aplicada de la Universidad de Barcelona, Germá Bel, doctor y magíster de la Universidad de Chicago y, desde hace pocos años, diputado del separatista Junts pel Sí (Juntos por el sí).
El debate sobre la viabilidad de una Cataluña independiente le parece "un poco absurdo, porque la pregunta de fondo es si le va a ir mejor o peor. Y eso dependerá de las políticas públicas que se implementen".
- La Unión Europea ha dicho que cuando Cataluña salga de España, saldrá del bloque. ¿Podrá recuperarse del impacto?
- En el escenario comercial más absurdo, que es que no exista un acuerdo de Cataluña con la UE, la disminución del PIB catalán estaría en torno a un punto y medio. Pero la transferencia fiscal de Cataluña a España es de ocho puntos, que es una barbaridad. Y descontando los servicios que España le presta a los españoles, es entre cinco y seis puntos. Si se compara el dividendo fiscal con el peor escenario comercial, el shock externo no es tan grave.
- ¿El mercado interno puede sostener a una nación catalana?
- La economía catalana tiene el tamaño aproximado de la griega y está cerca de la sueca. Pero Grecia tiene 12 millones de habitantes; Cataluña tiene 7,5 millones. Y las tasas de productividad, de innovación, de ingreso per cápita y formación de capital humano son bastante mayores que el promedio de España.
El problema soberano
Bel también asesora al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, sobre los pasos hacia la independencia, como miembro del Consell Assessor per a la Transició Nacional (CATN). En su visión, el conflicto de Barcelona con Madrid es "un problema de soberanía: Cataluña es una minoría territorial, que siempre tendrá imposibilidad de promover cambios de leyes por el bloqueo de la mayoría nacional".
-¿Es esa la razón principal para la secesión?
- Hay muchos factores que la gente baraja. El principal es un Estado moderno que nos trate como ciudadanos y no como súbditos de un Estado vertical. El ejemplo del domingo, con una policía de forma organizada y premeditada haciendo las animaladas que hicieron, es un trato al que muchos ciudadanos no nos vamos a resignar.
- ¿Ha cambiado la opinión catalana en los últimos años?
- Mucha gente que no estábamos a favor de la independencia hemos llegado a la conclusión de que es imposible cambiar España. Por lo tanto, vamos a apoyar la independencia, porque tenemos la posibilidad de construir algo diferente, un Estado más moderno, donde se pueda hacer otras políticas.
El Estado de Madrid
La discusión del secesionismo español ha sido acompañada de una metáfora común: un hijo que cumple la mayoría de edad y se va de la casa. Hasta ahora, los padres no le están ofreciendo ayuda y, lejos de ello, buscan cerrarle la puerta antes de que salga. Y es que el hijo, en este caso, aporta casi un quinto del PIB del hogar.
Para Bel, el país sobrevivirá sin Cataluña, pero "se verá obligada a cambiar su forma de hacer políticas públicas si quiere intentar mejorar y no empeorar".
-¿Qué tipo de cambios?
- En las calificaciones mundiales de carga regulatoria, España es el peor de Europa. Es el que tiene más diferencia entre oferta y demanda de infraestructuras y de transporte urbano, más kilómetros de carreteras menos usadas, más puertos menos usados y gran diferencia entre capacidad de aeropuertos. Son cosas fatales para la economía y la productividad, porque significan un consumo de recursos públicos sin retorno económico ni social.
- ¿Decisiones centralizadas?
- Más que eso. En el sur de Europa, los Estados se han concebido como elementos de control político, y eso mantiene rígida toda la economía. El siglo XXI requiere flexibilidad para adaptarse. Es algo que han hecho con éxito países con un tamaño similar a Cataluña como Suecia, Dinamarca o Austria.
- ¿Es posible una mediación sin la Unión Europea?
- Hay organismos internacionales que podrían hacerlo. No es necesario que sea la UE, que es un club de Estados. Uno puede entender que ellos no quieran mediar, por la influencia de los Estados, pero esto degrada el valor de la UE. Las instituciones europeas están demostrando su incapacidad de resolver los temas del siglo XXI, que ya no son las guerras, sino los refugiados, las crisis humanitarias y los conflictos políticos dentro de los Estados.