Recientemente se ha aprobado en nuestro país la Ley de Protección de Datos Personales, la cual regula la protección y el tratamiento de este tipo de información y crea la Agencia de Protección de Datos Personales.
Con esto, se eleva el estándar chileno y se homologa al establecido por el Reglamento General de Protección de Datos de la Unión Europea, erigido como la referencia internacional para la protección de los derechos de las personas y sus datos personales. Sin duda esta ley es una buena noticia para las personas, pero también lo es para la crisis de confianza que atravesamos en nuestro país desde hace ya bastantes años.
Desde datos del recientemente lanzado Chile 3D de NielsenIQ, vemos que la confianza hacia las empresas mejora 4 puntos en los últimos 2 años (de 10% a 14%). También vemos que la confianza hacia las marcas se recupera en 5 puntos en el mismo período (11% a 16%). Y la confianza hacia la publicidad también está en línea positiva. Todo en un escenario aún muy precario.
Mucho se ha estudiado respecto a los cambios sociológicos. Estos son lentos, y muchas veces son las leyes las que aceleran estos procesos. La Ley de Protección de Datos no va a dar espacio opcional a la transparencia como estilo relacional de las empresas, sino que la va a obligar. Y las empresas estarán también llamadas a comunicar, de manera clara y transparente, siendo la comunicación efectiva la base de cualquier relación.
Por otra parte, las personas dejarán de sentirse vulnerables ante la falta de control de su data, ya que deberán consentir de manera explícita cuando su información pueda ser utilizada. Esto generará seguridad, emoción base para la construcción de confianza.
Todos estos puntos que la nueva ley fuerza, harán que la confianza se reafirme mediante un círculo virtuoso, donde una parte estará dispuesta a confiar en la otra y si esta promesa es cumplida se afiatará el vínculo.
No habrá más alternativa para las marcas y empresas que cumplir sus promesas lo que construirá paulatinamente una base de confianza mayor a la que tenemos hoy que se basa en experiencias 1:1 - consumidor:marca.
Si además logramos hacer buen uso del consentimiento de información, personalizando beneficios y comunicaciones en base al conocimiento de cada persona, el círculo explotará de forma positiva.
Por lo tanto, esta Ley es una forma de regulación, es una forma de control y fiscalización, pero lo que más es, es un pivote para que como empresas y sociedad recuperemos la perdida y tan añorada confianza.
