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El estallido llega a Harvard

Los académicos Vincent Pons, Rafael Di Tella y William Mullins hicieron del 18-O un caso de estudio en la escuela de negocios de Harvard que fue aplicado a alrededor de cien alumnos de MBA.

Por: María José Gutiérrez | Publicado: Sábado 17 de octubre de 2020 a las 20:00 hrs.
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Vincent Pons, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, solo había estado una vez en Chile, de vacaciones. Fue en 2011. “Ya en esa época había manifestaciones estudiantiles en las calles”, comenta por Zoom desde su casa en Boston. Cada año, el académico prepara un nuevo caso para los alumnos de MBA. Hasta ahora, nunca había hecho uno de Chile: había optado por países que conociera más de cerca.

En una visita a la costa Oeste se reunió con su compañero de doctorado en MIT William Mullins, chileno, profesor de la Universidad de California en San Diego. Y salió el tema del estallido social. “Lo que más me llamó la atención es que tomó por sorpresa a todos, incluido el Presidente, quien un día antes en una entrevista en FT dijo que estaba todo funcionando bien”, dice el francés.

Con la idea de hacer de eso un caso de estudios regresó a Harvard. Y se lo comentó a su colega en HBS, Rafael Di Tella. Al argentino le encantó la propuesta. Se lo aplicaría a sus alumnos en abril. Había que armar el caso rápido. Corría enero.

Pons llamó entonces a Mullins, y juntos comenzaron a darle estructura. Los investigadores Annelena Lobb y John Masko se encargaron de levantar y recopilar una serie de datos económicos desde el FMI, OCDE, SII, entre otros.

Dado que los alumnos de Harvard provienen de todas partes del mundo, partieron por presentar Chile desde un mapa, con un breve repaso a la etapa colonial y luego se enfocaron en la historia reciente, desde el gobierno de Eduardo Frei Montalva en adelante. “Nos pareció un punto natural de partida porque es el marco en el que ocurre primero el gobierno de Allende y luego el golpe. Y no se puede entender el Chile de hoy sin el Chile de la dictadura”, señala Mullins.

Luego escribieron sobre las pensiones chilenas, el sistema de seguro de cesantía, el funcionamiento de la salud y la educación, etc. Mullins trabajó como asesor de Andrés Velasco en Hacienda entre 2006 y 2009 y conocía de cerca las políticas públicas locales.

Pero a los académicos no les calzaba el puzzle. Como economistas, las cifras no eran suficientes para explicar un estallido de la dimensión del 18-O. “Del punto de vista económico, la situación del chileno promedio no se condice con la del boliviano promedio, o nicaragüense. Y ellos no están en las calles con su descontento con esa intensidad. Entonces tiene que ser más que simplemente el nivel objetivo del bienestar social, porque en cifras a Chile le va muy bien a nivel latinoamericano. Claro, en la OCDE le va mal, pero porque es un club de países ricos”, argumenta William Mullins.

Para entender las condiciones no económicas entrevistaron a Fernando Atria, Gabriel Boric, Mario Desbordes y Andrés Allamand. Intentaron hablar con Sebastián Piñera y Michelle Bachelet, pero por tiempo, no lograron hacerlo.

-¿Cual es tu conclusión después de hacer el caso?

-VP: No tengo una conclusión, pero sí hay algo que me llama la atención. Y es que hay un contraste entre lo que la elite piensa sobre la situación económica de Chile y cómo lo describen las personas de las protestas. Las elites muestran que ha habido crecimiento económico y que ha disminuido la inequidad y pobreza. Ellos tienen la mirada de alguien que vive afuera, como yo, que habla del milagro sudamericano. Mientras que cuando escuchas a los manifestantes, dicen “sí, pero aún es alta la desigualdad, y el costo de vida”. Por un tiempo largo la narrativa estuvo controlada por la elite -porque controlaba los medios de comunicación- pero con la irrupción de las redes sociales esto cambió.

Por esta dualidad y con la idea de que precisamente el estallido ocurre cuando la situación económica ha mejorado respecto del pasado es que optaron por partir el caso con la cita de Tocqueville en El antiguo régimen y la Revolución Francesa: “La Revolución fue diseñada para abolir los restos de las instituciones de la Edad Media: sin embargo, no se rompió en países donde esas instituciones estaban en plena vitalidad y prácticamente opresivas, sino, por el contrario, en un país donde apenas se sentían; donde su yugo era el más intolerable, donde, de hecho, era el más ligero”.

La respuesta correcta

Unrest in Chile, es el título del caso de 44 páginas. En él los autores presentan como un “collage” los distintos datos e ideas, dice Mullins, que surgen de las entrevistas. Por ejemplo, de Atria plantean que la Constitución funcionó bien hasta el 2011, cuando nace una demanda por cambios, a los que el sistema político no supo dar una salida. De la conversación con Boric destacan que el descontento social no tiene un liderazgo, lo que hace muy difícil encauzar institucionalmente las demandas de los manifestantes. “En esto se parece a la revolución de los chalecos amarillos”, dice Mullins: “El caso francés partió en respuesta al alza de la bencina y derivó en que había quienes querían estacionamientos gratis en Disneyland de París. La variedad de demandas es absurda porque no había liderazgos, y eso es porque viene desde las bases y sin una estructura organizativa”.

En la entrevista con el entonces presidente de RN Desbordes, éste planteó que la elite chilena estaba muy desconectada del resto del país y que la derecha ha sido una fuerza de freno a reformas. “Desde mi perspectiva personal, uno puede frenar cambios hasta cierto punto, pero finalmente estos se hacen inevitables. Y eso no es viable como estrategia política en el largo ni mediano plazo”, dice el académico chileno.

Y por último, Allamand se enfocó en si la Constitución era una solución a la crisis. Y esa es la segunda gran pregunta del caso. La primera es por qué ocurrió la crisis.

“Una reflexión personal desde afuera”, dice William Mullins, “es que mucho de lo que leímos es que la gente estaba muy descontenta por la diferencia entre la retórica de que Chile es este tigre latinoamericano exitoso, y la realidad de sus vidas: les costaba llegar a fin de mes, tenían pocas perspectivas para sus hijos, la educación era muy cara, etc. Temo que pase lo mismo con la Constitución. Si bien puede ser importante, no va a llevar inmediatamente a que haya mejores trabajos, a que haya un nuevo sistema de salud o de educación. No estoy en contra de una nueva Constitución, pero por mientras hay muchas cosas a la mano que se pueden hacer. Y parece insólito que las políticas públicas no estén respondiendo a las necesidades de las personas. Aunque, obviamente, el Covid-19 tiene mucho que ver”.

-¿Cuál es la respuesta correcta al caso de estudio?

-WM: En los casos de finanzas que yo enseño hay soluciones claras. Acá no. Estos son alumnos de negocios, y la idea es que se enfrenten a situaciones reales. Y la realidad es que las decisiones de inversión se toman en determinados contextos sociales.

Entre las respuestas de los alumnos hubo un factor común, reconocen los académicos: Si esto ocurrió en Chile donde ha habido tantos avances, qué le queda al resto del planeta.

Para Mullins, esto es parte de un fenómeno mundial. “Es lo mismo que ocurrió acá con Black Lives Matter”, dice. “EEUU ha tenido una historia reiterada de abusos raciales hacia los afroamericanos y este año se gatilló en estas protestas. Veo la misma acumulación de demandas que en Chile y el sistema político aquí no está respondiendo a las ganas de cambio de la población”, agrega.

El otro caso

Durante la investigación, el equipo sintió que faltaba una perspectiva por analizar en profundidad: cómo el estallido social afecta a las empresas. “Está muy claro que la incertidumbre afecta mucho las decisiones de invertir o irse y lo que fue el estallido del punto de vista de las empresas fue un golpe de incertidumbre bestial. Y naturalmente muy negativo para la inversión”, dice el chileno. “Pero el problema que tienen las empresas internacionales que están pensando venir a LA es que si bien Chile se hizo mucho más incierto, no está claro que haya muchas alternativas más seguras y con menos incertidumbre”, agrega.

Por eso, con Pons, Di Tella, Lobb y Masko están armando un nuevo caso de estudio basado en entrevistas a empresas internacionales que operan en Chile. El foco es cómo cambió su perspectiva de invertir y crecer en el país.

“La pregunta ahí es como tomar decisiones en entornos de incertidumbre y a que horizontes plantearse. Si tu horizonte son 6 meses, el estallido es terrible, pero si es a 10 años debiera irse resolviendo. Es como lo que pasó con el coronavirus en EEUU: la bolsa cayó pero después se recuperó plenamente y está más arriba del nivel que estaba antes porque se entendió que esto sería un golpe de 1 ó 2 años y no de una década. Y las empresas tienen que tener perspectivas de una década o más.

-Y caja...

-WM: Claro. Pero las empresas en bolsa son las grandes, las chicas están muriendo a puñaladas. 

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